Producimos muchos más residuos de los que salen de nuestras casas rumbo a los contenedores de basura. De hecho, producimos residuos que no llegamos a ver jamás.
Es algo que pienso algunas veces cuando tomo mi café con leche de avena en mi bar de cabecera, la Tapicería Café, varias veces a la semana. Yo no compro un tetrabrick prácticamente nunca, pero seguro que genero más de uno al mes, aunque lleguen al contenedor de la mano de Andrea, mi querida barista.
A veces lo pienso, también, cuando compro a granel en alguna de mis tiendas preferidas Porque yo salgo de la tienda solo con alimento y bolsas de tela, pero en esas tiendas se producen residuos, por más que intenten hacerlo lo mejor posible.
Pero, en el día a día es más difícil pensar en otros residuos invisibles que generamos. Y no hablo ni siquiera de los palets y cajas en los que se trasladaron, sino de los desperdicios del proceso de producción en sí mismo.
Los residuos invisibles de la carne
Tal vez no comes carne y entonces esto no va contigo. O tal vez compras 1kg de filetes en tu propio envase y llegas a casa sin nada de basura. Súper zero wate.
Sin embargo, por el camino dejas 4 kg de residuos que no has llegado a ver. Y residuos es una forma de hablar que en este caso es casi indecorosa… Porque de esos 4 kg, casi todo es “desperdicio animal”, es decir, tejidos de ese animal que ha sido sacrificado para alimentarnos. Se trata de residuos que se generan en la última etapa: en el matadero o en la zona de despiece. Es brutal.
También se generan residuos al producir los alimentos de los animales y, no los veo en el detalle del estudio, pero evidentemente se producen muchos residuos por las heces de estos animales.
Finalmente, se generan unos 29 kg de CO2 según el análisis citado. Te dejo una infografía en la que se analiza el caso de un kilo de pollo deshuesado.
La basura invisible de unos pantalones
Cuando compramos un pantalón de algodón, tiramos a la basura 25 kg de basura, según este informe sobre la huella de residuos y el coste ambietal de los productos. Lo he conocido gracias a la campaña de la Semana Europea de Prevención de Residuos, que se celebra del 21 al 29 de noviembre y que estte año está centrada en los residuos invisibles. Todos los datos que encontrarás en ete artículo salen de este informe de Avfall Sveriges Utvecklingssatsning.
De acuerdo al estudio, el 91% de los residuos invisibles de ese par de pantalones son tela y se trata sobre todo de mermas durante el proceso de corte, aunque también se generan residuos en el hilado y tejido. También hay un 7,6% de residuos que son metal y un 1,4% de “materiales variados”, que incluyen, por ejemplo, residuos generados en la producción de energía o en el lavado de los tejidos. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
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Súmale a estos residuos 6,3 kg de CO2, que habrán sido emitidos a la atmósfera en el camino.⠀
Los residuos invisibles de nuestros pequeños teléfonos móviles
Si lo de los pantalones te causó impresión, espérate a ver las cifras de la tecnología.
Ese móvil que no pesa más de 150 gr en nuestras manos, puede pensar unos 86kg en residuos. Y se trata de residuos altamente contaminantes y conflictivos. La mayoría de estos residuos se generan en la extracción y producción de la materia prima, es decir, de los metales usados para que este teléfono sea tan inteligente.
La huella de carbono, en el caso de nuestro ligero smartphone puede ascender hasta 110 kg de Co2, pero en el caso de un ordenador, se dispara al doble, sin nombrar los 1200 kg de residuos generados.
residuos invisibles ordenadorTe en cuenta que todas las cifras que has leído no son más que indicadores. Nos dan una idea del impacto en residuos de la producción de un producto, pero no deben ser tomadas al pie de la letra.
¿Y cómo podemos reducir los residuos invisibles de nuestro consumo?
- Sin dudas, la forma más efectiva de reducir la huella invisible de nuestro consumo, es consumir menos. Porque ese producto que consumes seguirá teniendo la misma huella invisible, pero tu huella ecológica global se verá reducida. Y eso es lo que importa, comenzar a restar.
- Intercambia aquello que no uses más, por ejemplo, organizando una fiesta de intercambio de ropa (adaptada a los tiempos de pandemia) o dona a entidades que puedan darle una salida eso que no aprovechas. También puedes ofrecerlo en alguna plataforma especializada o incluso venderlo. Hay infinitas alternativas para deshacerte de aquello que ya no usas.
- Igualmente, cuando necesitas algo, considera encontrarlo de segunda mano, ya sea comprándolo o aprovechando algo que ofrezcan en plataformas de intercambio, como las que he citado en el punto anterior.
- Haz todo lo posible por reparar eso que se ha roto o dañado. Ya sean unos pantalones o un ordenador, investiga y encuentra alternativas, que hay muchas. Aquí encontrarás algunos recursos para la reparación de electrónica y electrodomésticos.
- Dale una segunda vida a lo que ya tienes, transformándolo con creatividad. Para esto, no me canso de recomendar la página de mi amiga Marta Barberà, 2nd Funniest Thing.
- Finalmente, aunque no está en nuestras manos decidir los modelos de producción de las grandes empresas, sí podemos escoger empresas que tengan mejores modelos de producción, siempre que sea posible. Así que antes de comprar un producto, investiguemos al máximo sobre las opciones disponibles e intentemos escoger una tenga sentido en nuestro esquema de valores.
Volvemos una vez más a las erres de la sostenibilidad, sobre la que indago en profundidad en mi libro Residuo Cero. Comienza a restar desde casa. El truco está, básicamente, en ponerle consciencia a cada uno de nuestros actos de consumo y recordar que siempre tienen un impacto que va mucho más allá de obvio. Porque tal vez hay un planeta B, pero como ya hablamos en mi último post, nosotras simplemente queremos vivir y amar este planeta hermoso que nos sirve de casa.