Revista Arte

El picasso alemán

Por Peterpank @castguer
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Puesto porJCP on Jan 2, 2014 in Arte

Kirchner

No todo lo que manifiesta la pintura actual procede de las innovaciones que cambiaron en París la visión tradicional de la estética antes del final de la Primera Guerra Mundial. En estos comentarios sobre las obras más influyentes de esa época no incluyo las que emergieron antes del siglo XX. Como en Berna, con el dibujante de la monumentalidad del ser humano, Ferdinand Hodler; en Bruselas, con las mascaradas del simbolista James Ensor; o en Viena, con el majestuoso creador de la mujer fatal y de la pintura decorativa, Gustav Klimt.

Entre 1905 y 1913 tuvo lugar una experiencia pictórica, «El Puente» (Die Brücke), que marcó la evolución de la pintura moderna tanto como los estilos parisinos. A la vez que los «fauvistes» de Matisse hacían explotar el color en el Salón de otoño, con inspiración poética en Baudelaire, varios estudiantes de arquitectura fundaron en Dresde una comuna para traducir al alemán, a través del diccionario de Van Gogh, el lenguaje de Manet, Gauguin y Cézanne, con inspiración superhumana en Zaratustra. En este grupo, al que se unió Emil Nolde, destacó la imaginación de Kirchner, el creador de la distorsión como medio de expresar la emoción dominante, que adoptó Picasso cuando abandonó el cubismo. Pese a la ideología nacionalista de esos pintores, el nazismo los proscribió. A Nolde se le prohibió pintar. A Kirchner, exponente del expresionismo alemán, se le confiscaron 640 obras de «arte degenerado». En 1938 se suicidó en Suiza.

La pintura alemana había iniciado el camino de la modernidad con una pintora de autorretratos y niños, muerta a los 34 años (Paula Modersohn), que logró unir la simplicidad de lo «naif» a los planos esquemáticos de Gauguin y la estructura compositiva de Cézanne. Emil Nolde trató de actualizar el dramatismo de las antiguas tallas medievales y de la pintura antirrenacentista de la escuela del Danubio (Grünewald, Cranach), con cuadros, retablos y trípticos religiosos, donde lo sublime de la intensidad psicológica se subordina a lo grotesco o desagradable de la expresión. Pero en las acuarelas y óleos de flores, paisajes y escenas mundanas, Nolde se situó en la estética de la belleza neoimpresionista.

La obra de Kirchner, más ideológica y culta pero menos efectiva y potente que la de

Picasso, condicionó la evolución del neoexpresionismo alemán. Cuando disolvió la comuna «fauviste» de Dresde, usó el rigor de la línea en el dibujo de los cuerpos humanos y las composiciones en V, X y N de los paisajes, para no caer en el cubismo ni en el futurismo.

Antes de que pintara sus famosos paisajes lunares en los Alpes, donde se retiró en 1919 para calmar la crisis nerviosa que le produjo la derrota de Alemania, había creado sus obras maestras más atractivas. Entre ellas el desnudo femenino de medio cuerpo con sombrero (1911), la escena callejera de Potsdamer Platz, con figuras masculinas y cocottes puntiagudas, y el mágico paisaje urbano, sin un alma, de la Torre Roja de Halle en Berlín (1914). El propio artista confesó que en aquel desnudo «se manifestó por primera vez un profundo amor por la figura femenina y una cosa así sólo puede pasar una vez».

En un óleo de 76 x 70, en rosa, negro y blanco, sobre fondo azul (Museo Ludwig de

Colonia), una joven cubierta con sombrero y velo negro que deja transparentar la mitad superior de una cara ovalada de grandes ojos negros, está haciendo el movimiento característico de codos y brazos para subirse a los hombros el vestido blanco con canesú de apagados arabescos rojos, cuando aún tiene los senos al aire y el cuello ligeramente inclinado. La gracia del gesto espontáneo, la belleza sensual y misteriosa de la muchacha, la armónica entonación del color, el riguroso esquematismo del dibujo y la maestría de la línea de contorno, hacen comparable su estética a la de los desnudos de Manet y Modigliani.

AGT



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