Entre los muchos árboles singulares que hay en la Península Ibérica destaca el Pino Galapán.
La palabra “galapán”, aplicada a un hombre, significa espigado o larguirucho.
Este nombre le viene bien porque tiene unos cuarenta metros de altura.
A este árbol, con un tronco de casi seis metros de contorno y una copa de más de 18 metros de diámetro, se le calcula una edad de más de quinientos años.
Los bosques de estas tierras surtieron de madera a las atarazanas donde se construían las galeras y galeones de la Corona.
Por los ríos Madera y Segura descendían los troncos destinados al arsenal de Cartagena. Por el Guadalquivir, los que iban a Sevilla.
Los ejemplares más fuertes y derechos eran usados para los mástiles y las vergas de los barcos.
Por esto, el rey Fernando VI declaró en 1748 a la Comarca de Segura de la Sierra como Provincia Marítima.