¿Quieres descubrir si de verdad los orgasmos de los hombres pueden ser más intensos cuando se estimula el ano? Si eres hombre, ¿te gusta picarte el asterisco?
Ya hace un par de añitos que tratamos el tema del placer anal en el Congreso Sexualidad Consciente, y todavía nos llevamos sorpresas cuando lo retomamos en nuestros talleres y eventos. En menos de cinco años, hemos pasado de hablar de masajes prostáticos a descubrir que también hay un dildo para hombre, e incluso vemos hacerse cada vez más popular la práctica del pegging.
Sin embargo, es verdad que en la actualidad siguen existiendo fantasías, prejuicios y mitos en torno al placer anal. Multitud de creencias dispares que chocan entre sí y nos dejan fritas las neuronas. ¡Y más aún si hablamos del ano de los hombres!
¿A qué se debe esto? Mejor contarlo con un ejemplo.
Destapar el bote de los temas incómodos no es tan sencillo a veces. ¡Y más cuando hablamos de placer anal!
(Este texto lo escribí a dos manos con mi esposa Diana. Te propongo como reto que te fijes mientras lees e intentes descubrir quién escribió qué. ¡Anímate!)
Normalmente proponemos el tema con una pregunta abierta: ¿qué te parece el sexo anal? Aunque, si vemos al grupo con buena energía y prometen una conversación divertida, somos más directos: ¿qué sientes si tu pareja te dice que quiere "borrarte el cero"?
Y ahí es donde nos llegan las respuestas de costumbre:
- Algunas personas lo equiparan con sumisión.
- Otras personas con la homosexualidad masculina.
- Hay quienes lo ven antihigiénico, antierótico y vulgar.
- Y por supuesto, en todos los grupos hay alguien que conoce su ano mejor que su mano.
¿Quiere eso decir que se atasca la conversación?
Para nada. En prácticamente ninguna de nuestras conversaciones sobre el placer anal hay gente estreñida. Todo lo contrario: nos morimos de risa y la gente se relaja mucho con el tema.
De hecho, sacamos a menudo ejemplos chocantes; como el de la serie Broad City y su famoso "es 2014, el anal entra en el menú". También mencionamos la canción de Bad Bunny que dice "si tu novio no te mama el culo, pa' eso que no mame".
Si hay que señalar algún problema, es el que suele darse cuando alguien equipara el disfrutar de juegos en su puerta trasera con ser "rarito", o con los gustos extremos que no son para todo el mundo.
Ahora bien, te invitamos a hacerte una pregunta.
¿Tienes recuerdos de haberte explorado el ano alguna vez en tu vida?
Nosotros sí. Y una gran parte de nuestra audiencia en los eventos también.
De hecho, solemos tener en común que en algún momento de nuestra infancia nos ha pillado un adulto tanteando nuestra retaguardia y nos han hecho sentir culpa y vergüenza.
En su mejor intención de prevenirnos de algo que consideraron que no encajaba ni con nuestra edad, ni con lo aceptable para ciertas culturas y épocas, nos dejaron la primera mala impresión con el asunto de buscar el placer anal.
Y desde ese instante de apuro, el miedo a disgustar a nuestros referentes y a no encajar se suman y presionan para que no nos dejemos tocar... Ni con el bigote de una gamba, como dice el dicho popular.
Por eso nos dio por preguntar a nuestros compañeros del Congreso (y a los contactos que hacemos en otros eventos de sexualidad y relaciones) cuánta gente les contacta con la intención de pedirles ayuda para liberar el placer anal... ¿Y sabes qué nos dicen?
"Varias cada semana, ¡y cada vez más! ¡Cada mes van en aumento!"
Lo que puede dar de sí tu punto del millón de dólares
Como no nos cansamos de repetir, tienes la opción de explorar tu cuerpo y placer como mejor te parezca en cada momento. La guía para ello te la da tu curiosidad y tus deseos, y los límites se vuelven evidentes cuando el placer se convierte en angustia, molestia o dolor.
A menudo hay quien experimenta esas tres emociones al desafiar sus creencias y percepciones sobre cualquier aspecto de su sexualidad, identidad y estilo de relación. Por eso existen terapias que nos ayudan a exponernos de forma controlada ante situaciones potencialmente aversivas.
Lo que se busca con ellas es que puedas elegir cómo vives tu sexualidad y seas capaz de exponerte a situaciones que, por tus creencias o tu cultura, normalmente rechazarías sin probarlas jamás. Y que, una vez vividas esas experiencias, decidas si son para ti o no.
Por eso, hay una pregunta de rigor en cada actividad que guiamos.
¿Te sentirías violado por probar algo nuevo sin sentirte 100% preparado para ello?
Vale, tenemos que reconocer que la pregunta tiene trampa.
En varios momentos de nuestra carrera, hemos tenido noticia de personas que se sienten violentadas por el mero hecho de sucumbir a la presión y dejarse llevar a prácticas para las que ni disfrutan ni se sienten preparadas.
Y no hablamos solamente de las "primeras veces" en pareja, que son un tema con bastante chicha para hacer una serie de talleres...
También nos referimos, por ejemplo, a cuando vas a un taller, formación o escuela de sexualidad con apellidos ("sagrada", "consciente", "tántrica" o "taoísta", por ejemplo) y te proponen ciertas actividades. De esas que implican poner tu cuerpo "al servicio" y dejarte tocar como la otra persona tenga a bien tocarte.
Siempre que exponemos los casos chocantes, preguntamos lo mismo. ¿Cómo te quedarías tú?
¿Cómo te sentirías al hacer con absolutos desconocidos lo que, probablemente, no te permitiste con ninguna de tus parejas?
Lo normal es que cualquier tipo de penetración esté prohibida en esas prácticas y espacios que mencionamos. Pero, aún con todo y eso, es una experiencia muy atrevida y desafiante. Y siempre cabe que te sientas mal por simplemente recibir la propuesta.
Así que también te vamos a contar lo que pasa cuando alguien se lo toma mal.
¿Qué clase de malas reacciones se suelen producir en los eventos grupales de educación sexual y terapias sexológicas?
De nuevo, es mejor ilustrarlo con un ejemplo. Le paso el teclado a Diana:
Todavía tengo fresco el recuerdo de una muchacha joven que fue a documentar un taller de punto G y squirting en el que Sergio y yo nos habíamos inscrito como alumnos.
Esa chica se quedó medio loca cuando la persona que impartía el taller (después de unos ejercicios previos y unas exposiciones sobre el tema) nos indicó que "nos prestaba su cuerpo" para aprender a localizar la zona. Es decir: tocar literalmente sus genitales y penetrarlos con nuestras manos.
¡Se lo tomó fatal! Y cuando nos contaron la segunda parte del ejercicio ahí si que perdió los papeles del todo.
En esto consistía la segunda parte:
Después de prestarnos sus partes para "sentir el punto exacto al tocarlo en otro cuerpo", nuestra guía del taller le haría una exploración vaginal a las mujeres presentes. La idea era que aprendieran a reconocer la sensación de que alguien logre estimular la zona correcta en sus propios cuerpos.
Y voló la mierda al zarzo...
A estas alturas, la participante invitada (que ya estaba bastante escandalizada) se sintió tan incómoda con la situación que empezó a despotricar.
Gritaba que ella no iba a tocar ni a dejarse tocar, que era heterosexual y tenía novio, que iba muy bien servida y que ya sabía hacer eso sin ayuda de nadie... Mientras los demás nos habíamos quedado de piedra.
Esta muchacha armó un show por aquella propuesta, cierto, pero no se marchó de allí. Siguió documentando el taller, aunque desde una posición más retirada... Que para eso era su trabajo.
Su participación no volvió a ser la misma. Y si nos acordamos tanto de ella es por lo chocante de la situación, ya que hasta ese momento había participado del taller con calma y totalmente normal.
Así las cosas, si un quiebre así le puede pasar a una persona que presuntamente estaba más expuesta a las prácticas poco convencionales y más trabajada a nivel emocional... ¿Qué podemos esperar que les pase a los hombres del común cuando les lanzan estas propuestas?
Miedo, Culpa y Vergüenza. Los tres síntomas de un mismo problema.
Definitivamente vivimos en un mundo donde el miedo, la vergüenza y la culpa nos gobiernan a nivel sexual. Más allá de lo políticamente correcto, de la moral de nuestra época y de la legalidad, esos tres factores son los que más peso tienen en nuestra conducta sexual y en las justificaciones posteriores que le damos.
- Las creencias que tenemos están tan arraigadas que no nos dejan explorar nuestro cuerpo ni el de nuestra pareja a nuestro entero placer. ¿Quién habla de sus fetiches por partes concretas del cuerpo del otro y del propio cuerpo con total soltura? ¡Muy poca gente!
- No queremos que nos encasillen, nos aparten y nos rechacen por buscar el placer o el amor de tal o cual manera... Y terminamos haciéndolo a escondidas, lo cual no nos permite dar ese paso para disfrutar realmente el potencial que tenemos a nivel sexual.
- Y como si esto no fuera poco, está también la sensación de represión. El querer explorar nuestra sexualidad de cierto modo con la persona con quien compartimos intimidad sin lograr sacar el tema, o sin lograr que suceda. Llegamos a sentirnos inadecuados y vivimos momentos incómodos, ya sea por tener estos deseos o por querer que nuestra pareja los explore con nosotros.
¿Qué podemos hacer entonces para explorar mucho más abiertamente nuestra sexualidad con ciertas seguridades?
¿Cómo podemos hacer para desligar las prácticas que nos gusta llevar a cabo de la noción que tenemos sobre la orientación sexual?
Si eres hombre, ¿cuántas prácticas te permites y cuáles te niegas? ¿En cuántas ocasiones te justificas con tu orientación sexual?
Y si eres mujer y quieres explorar dándole placer anal a tu hombre, o tu él te lo pide directamente... ¿Podrías hacerlo? ¿Qué pensarías de él?
Independientemente de tus respuestas personales (que no vamos a desmerecer en absoluto), si participas en un evento con Sergio y conmigo siempre te diremos esto.
Líbrate del juicio, del qué dirán y del deseo de encajar.
Busca tu propia definición del placer, conoce tu cuerpo y conecta con personas con las que puedas construir la intimidad que necesitas en cada momento de tu vida.
Eso sí, recuerda siempre que la sexualidad es un campo demasiado grande para explorarlo todo de un tirón. Vamos cambiando con el paso de los años y nuestros gustos y preferencias también lo hacen.
Por lo cual, no deberías sentirte mal porque quieras abrirte a otras sensaciones y explorar tus fantasías a solas o con tu pareja.
Si no te sientes a gusto hablando de estos temas, o si no sabes cómo explorar tu cuerpo y compartirlo con tu pareja, habla con nosotros.
Diana estará encantada de acompañarte en este camino de autoconocimiento y exploración. Porque tú también tienes derecho a explorar y vivir tu sexualidad al máximo. Y Sergio te compartirá con mucho gusto sus mejores estrategias de comunicación, flirteo y picardía.
En nuestros blogs hay mucha información que leer y digerir a tu ritmo. Y si quieres, puedes contratarnos y contar con apoyo para agilizar el proceso y hacerlo más directo. En especial para ajustar lo que compartimos a ti y a tus circunstancias.
Y antes de que te marches, llévate estos consejos para probarlos a tu ritmo.
¿Cómo explorar el placer anal?
Hay muchas maneras de hacerlo. Podrías empezar por explorarlo tú mismo.
Cuando te estés masturbando o dándote autoplacer, podrías tocar esta zona de tu cuerpo y empezar a descubrir qué sensaciones te produce. ¿Sientes gusto, molestia, curiosidad? Analiza un poco todo esto y ve cada vez más allá. No tengas miedo de tu propio cuerpo.
Otra cosa que puedes hacer es explorarlo con juguetes eróticos como un dildo. Estos elementos añaden sensaciones distintas a la experiencia. Lo cual es, precisamente, uno de los primeros pasos en las terapias sexológicas: diversificar los estímulos.
También, si estás en pareja, te recomendaríamos que hables con esta persona sobre tu curiosidad. Si no lo vives a escondidas, puede que encuentres una manera de incluir a tu pareja en esas nuevas prácticas con más facilidad.
Nuestro consejo estrella es que, si compartes tus fantasías con tu pareja, te desapegues del resultado tanto como puedas.
No te lo tomes a la tremenda si la conversación con tu pareja no sale como esperabas o no se avanza en el cumplimiento de cualquier fantasía que le comuniques. Es más: en especial, no caigas en la tentación de sentir que te rechazan a ti.
Somos seres complejos y diferentes. Y, aunque creemos que nada está fuera de los límites cuando hay amor, respeto y buena comunicación; hay veces que la otra persona no puede o no desea acompañarnos en ciertas cuestiones.
Eso sí, que esa negativa no te quite el ánimo de seguir con tu autoexploración. Acompañado es mejor que solo, sí; pero explorar solo es mejor que no explorarte nunca.
Y ojo, señor mío, ¡que puedes sorprenderte con lo que las mujeres quieren hoy en día!
No por nada se han creado arneses para que las mujeres penetren a otras personas... Y atención a este dato: la mayoría de las mujeres que los compran no lo hicieron para usarlos con otras mujeres. ¡Eso es todo lo que diremos!
Dicho esto, los comentarios están abiertos para que compartas tu experiencia si quieres.
¿Te has propuesto alguna vez explorar el placer anal? Nos encantaría que te sumes a la conversación. Y si nunca te lo has propuesto, también nos gustaría saber qué se te pasa por la mente cuando piensas en ello.
¡Te leemos en los comentarios!