Revista Cultura y Ocio

El placer de (re)descubrir a Livingston

Publicado el 23 julio 2019 por María Bertoni
El placer de (re)descubrir a LivingstonEl documental de Mora desembarcará el 1° de agosto en el Malba. Meses atrás, en el 21° BAFICI, ganó el premio Cinecolor –del público– a la mejor película argentina.

No hace falta conocer a Rodolfo Livingston para disfrutar de la semblanza que Sofía Mora le dedicó al arquitecto argentino de casi 88 años (los cumplirá el 22 de agosto próximo). La también autora de la ficción La hora de la siesta sabe explotar al máximo la lucidez, el sentido del humor, la trayectoria de su retratado, y tres (re)encuentros que enriquecen un tributo tan entrañable como libre de formalidades.

Método Livingston se titula este largometraje consecuente con la personalidad excéntrica de Don Rodolfo, y con su manera disruptiva de concebir, ejercer y enseñar la arquitectura. Mientras Mora entrevista al homenajeado, ilustra recuerdos de infancia y juventud con fotos de álbumes familiares, rescata intervenciones mediáticas de archivos televisivos, registra reuniones personales, profesionales, académicas, éste parece un documental convencional. Cuando el azar interviene y la realizadora porteña le concede un merecido espacio, la película vuela (todavía más) alto.

La suerte agregó un (re)encuentro a los dos ya programados, uno con el cliente que encargó una hermosa casa curva en Barracas, otro con el psicólogo –y también arquitecto– Alfredo Moffat. Resultan igual de encantadoras la visita a otra obra edificada en nuestra ciudad, el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, y las reuniones con seguidores en un cafetín porteño y con alumnos en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

El director de fotografía Matías Iaccarino compone imágenes igual de luminosas que la obra de Levingston. Aquéllas tomadas en el hogar del arquitecto constituyen la mejor introducción al personaje, a su relación con el espacio y con la naturaleza.

Don Rodolfo parece sentirse más cómodo a medida que avanza la película, y por consiguiente cada vez más dispuesto a exhibir su vitalidad, inteligencia, picardía y convicciones solídisimas. La ausencia de solemnidad es tal que la realizadora también lo filma mientras interactúa con integrantes del equipo de rodaje.


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