Mañana jueves 18 se estrena en Buenos Aires la tardía precuela de El planeta de los simios, largometraje de ciencia ficción que Charlton Heston y Kim Hunter protagonizaron en 1968, y que décadas más tarde inspiró la remake de Tim Burton. Rise of the planet of the apes es el título en inglés de este nuevo tanque made in Hollywood suscripto a la moda de contar “los orígenes de”, en este caso, de aquel mundo dominado por monos más inteligentes, y por supuesto más tiranos que la especie humana (lo cual es mucho decir).
Según el sitio español SciFiWorld, el protagonista del film es un científico que investiga una posible cura para el Alzheimer, enfermedad que padece su propio padre. El experto interpretado por James Franco experimenta con macacos: les inocula un virus benigno que estimula la actividad cerebral y que por lo tanto ayudaría a detener/prevenir/evitar el deterioro de la memoria.
Tras enterarse de la cancelación de su investigación, el Dr. Will Rodman se lleva a su casa un chimpancé evolucionado artificialmente, que termina convirtiéndose en cabecilla de un ejército de simios enemigos de la humanidad. De esta manera, la enfermedad del olvido aparece como primerísima causa de una tragedia que podría exterminarnos.
En febrero de este año, quien suscribe contabilizó 173 películas relacionadas con el mal de Alzheimer: 50 producidas exclusivamente para televisión, 43 cortos y 80 largometrajes. Un tercio de estos últimos se filmó entre 2007 y 2010 (es hora de que la porción se extienda a 2011 con producciones como El mundo según Barney y el estreno aquí anunciado).
Sin dudas, El planeta de los simios. Revolución se destaca en esta suerte de estadística por su pertenencia al género de ciencia ficción. Por lo pronto, cuesta recordar alguna otra película futurista que mencione la a veces llamada “demencia senil”, y que además la utilice como disparador narrativo.
Tal vez este detalle en la realización de Rupert Wyatt sea un indicador de la mayor atención que los medios le prestan a una enfermedad desconocida (o mal conocida) y con mucho menos prensa que el cáncer, por ejemplo. Tal vez exprese la preocupación de una sociedad cada vez más familiarizada con casos cercanos y más al tanto de pronósticos poco alentadores.
Después de todo no debería extrañarnos. Para esto existe la ciencia ficción.