Fernando C., 29 años. Motivo de consulta: llega a masturbarse 12 veces al día mirando porno. Quiere frenar.
Conoció las páginas web porno a los 13 años. Vergonzoso me comparte: “necesito dejar de ver pornografía, no puedo más”. Sufre.
Unos meses atrás intentó tener relaciones sexuales con su pareja, pero no pudo tener una erección. No es la primera vez que le pasa, pero es la primera vez que lo cuenta. Triste, angustiado, reconoce que lo más importante, el verdadero problema, es que la adicción al porno lo alejó de su pareja, de su vida, de sus proyectos. Las adicciones, como la pornografía, matan al amor.
Adicción a través de Internet
Para que una conducta que se realiza a través de Internet se considere una adicción, no debe confundirse con un mal hábito o afición. Si una persona pierde el control sobre una conducta que se transforma en la actividad más importante de su vida por encima de otras, generando consecuencias graves como perder el trabajo, ignorar responsabilidades familiares, perder amigos, etc., entonces esa persona se ha transformado en un adicto.
Silvana Savoini (Psicóloga, especialista en Sexología Clínica y Educativa) autora del libro Adicción al Sexo (UNR, 2021) argumenta que para la adicción a la pornografía, rige el mismo criterio o parámetro como para cualquier otra adicción: la repetición sin control y compulsiva de una conducta que produce placer y que a medida que trascurre el tiempo, perturba severamente la vida de quien la realiza.
Enganchados a píxeles: internet y disfunciones sexuales
Desde el 2006 en adelante cuando el acceso a Internet de alta velocidad se masificó, cada vez más varones jovenes -por lo demás sanos- empezaron a preocuparse porque su consumo de pornografía estaba fuera de control. Simplemente con un click.
En consultas con médicos, psicólogos, sexólogos reconocían que en vez de ayudarlos a lograr más placer, la pornografía les provocaba síntomas inesperados en su desempeño sexual: podían tener erecciones viendo páginas porno pero no en la intimidad con personas reales, por más atractivas que le parezcan. Estaban enganchados a píxeles.
Gary Wilson (uno de los referentes mundiales sobre la adicción a la pornografía, fallecido hace unos meses) propone un nuevo enfoque para el estudio y abordaje de las adicciones que tienen al sexo como eje. En varones de 40 años o menos cuando las explicaciones tradicionales no son útiles para resolver problemas sexuales, considera que la pornografía tiene un papel fundamental en condicionar el disfrute del sexo. Con el paso de los años la pornografía online, se ha convertido en un super estímulo sexual.
Wilson considera a la pornografía como un estímulo supernormal, un término que los biólogos evolutivos usan para describir cualquier estímulo que provoca una respuesta más fuerte que el estímulo para el que evolucionó, incluso si es artificial. Una de las hipótesis que sostiene es la siguiente: hemos inventado la pornografía (estímulo supernormal por excelencia) que al encontrarse asociado al instinto de conservación de la especie, con el tiempo y el fácil acceso a Internet permite habituamos a respuestas sexuales rápidas y a la satisfacción inmediata. Jorge Gutierrez creador del sitio web www.daleunavuelta.org, dice: “la pornografía es la adicción perfecta. La novedad es muy adictiva y, en el tema del porno, es constante. Con un click, las posibilidades son infinitas. Cuando se junta el placer con esa búsqueda de constante novedad que nunca se sacia, se da una escalada adictiva perfecta”.
Si bien se piensa que las disfunciones sexuales que provoca la exposición a videos porno deberían ser tratadas por especialistas, Wilson propone que el abandono de la pornografía es esencial para que estos abordajes sean exitosos. Muchas personas que han decidido dejar de consumir pornografía informaron cambios sorprendentes desde la mejora de la concentración, del estado de ánimo y hasta una mayor capacidad para la intimidad en la vida real, con personas reales. En su charla TED (video que ya fue visto por 14 millones de personas), Gary explica todo esto muy claramente.
Conclusión
Fernando me comentó al final de esa primera entrevista: “vi mucha pornografía antes de dar mi primer beso”. Sabemos, a través de trabajos científicos serios, que el consumo de pornografía durante la adolescencia temprana puede ser una variable clave para explicar disfunciones sexuales en la juventud.
La actual generación de adolescentes puede asumir que la pornografía les enseña sobre sexo y que masturbarse es sinónimo de masturbarse con Internet. Para ellos, la pornografía es considerada como un entretenimiento aceptado y normalizado. Algunos estudios afirman que de cada 20 solo 1 considera que su consumo puede tener consecuencias negativas, como generar una conducta sexual adictiva. El placer sexual es muy fuerte. Uno de los mayores que se puede experimentar. Con la opción de la novedad constante, buscamos más de lo que estamos satisfechos.
Con la fuerza irresistible de Internet nunca se vio tanta pornografía como hoy.
Futuros investigadores deberán tener en cuenta las propiedades únicas que Internet tiene sobre la salud de sus consumidores y qué influencia llega a tener ésta en la sexualidad a lo largo del ciclo vital.
Por último, comparto la misma pregunta que le hice a mi paciente: ¿pensaste alguna vez si consumir pornografía podría llegar a influir negativamente en tus relaciones con personas reales?
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