De nuevo tengo unos minutos para estar solo, sin nada que hacer y puedo escribir. Pensar un poco. Esta semana pude hacerlo antes también y escribí, pero lo hice a mano. Después de terminar de reflexionar acerca de lo que he sentido en las últimas semanas me queda clara una cosa: a mi me sirve escribir.
De alguna manera me cura, me permite poner en orden mis pensamientos y tratarlos como si fueran ajenos a mi. Supongo que es una especie de exorcismo en el que el demonio que me infesta es creado por alguna fuerza involuntaria que yo mismo inventé.
Una vez puestos mis pensamientos en el papel, me doy a la tarea de olvidarlos. Me pasa prácticamemte con todo lo que hago y digo: una vez que dije lo que dije o escribí lo que traía atorado lo dejo y lo olvido. No lo rompo, no lo tiro, solo lo olvido, igual que olvido lo que me sucede: lo malo pero sobre todo lo bueno.
Ya en una ocasión mi doctora me recomendó tratar de recordar lo bueno que me ha sucedido en la vida. No recuerdo si lo hice, pero supongo que me habría costado mucho trabajo recordar cosas buenas.
Hoy, luego de un par de días de esa agradable y liberadora sesión de escritura, me siento mucho mejor: un poco menos ansioso, con un poco más de ganas de interactuar con las personas, de hablar, de trabajar y de volver a escribir.
También por eso escribo este blog. Me interesa compartir mis experiencias, me gusta leer que hay más personas que se identifican, que leen el resto de los comentarios y sienten la confianza de escribir y dejar un poco de sí mismos aquí donde yo me decanto.
Me llena escribir estas líneas, siento la tenue y pasajera satisfacción de quien se llena la boca con un delicioso pedazo de pastel de chocolate y luego lo traga.
Tengo un cuaderno en el que he escrito los últimos dos años. Finalmente me acabé las páginas y le pediré a mi esposa que me haga otro. Siento un absurdo placer de ver mi horrenda letra escrita miles de veces sobre las páginas de papel cultural. Estoy escribiendo, por fin, mi tesis y tengo la misma sensación de pasar y pasar las páginas del procesador de textos y reconocer los párrafos y recordar, en lo posible, cómo los escribí.
Y de nuevo estoy escribiendo, pensando en cosas positivas, placenteras y casi como si fuera un acto de magia, brujería o el designio de un dios cruel, me siento bien.
¿Y a ti que te hace sentir así?