Supongamos que mandan a un periodista a cubrir una charla de un autor de prestigio. Supongamos que el tema de la charla no se toca más que de refilón. Supongamos, también, que para escribir el artículo echa mano de sus mejores dotes de redacción. Imaginemos, ahora, que nosotros hemos asistido a la misma charla y al día siguiente leemos ese artículo, lo que provoca que, en nuestro estado de ánimo, se genere una reacción en cadena: sorpresa, incredulidad, consternación, auto convencimiento y, al final, enfado. Sorpresa, porque con solo cuatro datos, pero bien distribuidos y en párrafos perfectamente desarrollados, ha expuesto el tema. Incredulidad, ya que no se puede expresar mejor; ha puesto en práctica todas las tácticas narrativas:- Palabras exactas y buena ortografía para dejar una magnífica impresión.
- Ideas organizadas y expresadas de modo claro, evitando así confusiones y malos entendidos.
- Correcta distribución de la información. Una cosa por frase, párrafos cortos y puntos y aparte bien dispuestos para distinguir un asunto de otro, un momento de otro.
- La información es unitaria. Trata solo de un asunto que tiene diversas facetas, a modo de poliedro, pero que compone un todo. No se dispersa en cuestiones diferentes, pues se juega la coherencia.
- También es completa, no le falta nada: la hora y el lugar en que todo ocurrió, su protagonista principal bien descrito, los detalles de cómo se comportó… Está expresado de una forma natural y sencilla; hasta alguien con un nivel básico entendería el mensaje.
- Y no deja ningún cabo suelto, lo que termina lo empieza.
