Revista Cultura y Ocio

El poder de la palabra contra Felipe II y su leyenda negra

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Una guerra de papel. Tinta derramada en forma de palabras y grabados para contar al pueblo la tiranía de un monarca español, Felipe II. Y sus leyendas negras…

El poder de la palabra contra Felipe II y su leyenda negra

Monasterio del Escorial

Sí, si... Esta vez vamos a hablar de España. Porque este monarca tirano y cruel, que basaba su estrategia en el poder absoluto y la violencia, no tuvo en cuenta a quienes tenía por detractores. Historiadores, poetas y dramaturgos pusieron en marcha su única forma de comunicar. Y con ella, difundieron la prepotencia de Felipe II y de un periodo muy oscuro de la Historia de España.

Porque la Historia se repite para aquél que la ignora. Y aunque envuelto en terribles leyendas negras que con el tiempo pudiera ser que se hayan desvirtuado, lo bien cierto es que su origen fue real. Y España… fue odiada por muchos. Tuvo muchos enemigos. Pero todos se los ganó a pulso debido a su afán de dominio. Alguien contaba que cuando vio por primera vez el Monasterio del Escorial tuvo un escalofrío por todo el cuerpo. Dicen que describió este monumento como una alabanza del monarca hacia el miedo y la superstición. Hacia el poder de lo absoluto. Incluso muchos viajeros que llegaban hasta Madrid se quedaban realmente impresionados al ver la estatura de Felipe II en El Retiro. Algún sentimiento negativo provocaba esta figura para que tuviera ese halo negro.


El poder de la palabra contra Felipe II y su leyenda negra

Y es que Felipe II protagonizó a finales del siglo XVI el ansia y dominio absoluto sin importar cómo se obtenía. La monarquía española estaba presente en Europa y América. Estaba tan presente que era odiada.Un 4 de noviembre de 1576 los tercios españoles entraban en la ciudad de Amberes. Tras el saqueo a la ciudad, el ejército español se dedicó a torturar y violar a sus habitantes para que les indicaran donde ocultaban el dinero y las joyas. Y de aquí, aunque nos parezca sorprendente, surgió la frase ‘la furia española’ que no tiene su origen en ningún acontecimiento deportivo, como todos hemos llegado a creer. La crueldad del ejército de Felipe II no solo era odiada en Europa. Con la conquista de Guatemala en la que los indígenas intentaron defender sus territorios, los españoles como represalia mataron a mujeres y niños arrojándoles a pozos repletos de estacas.No tuvo en cuenta que, frente la violencia de sus ejércitos que utilizaban las violaciones, asedios, robos y asesinatos de bebés, se encontraban grandes escritores e ilustradores que tenían como única arma su ingenio y sus manos. Fueron los ‘rebeldes’ de Flandes quienes iniciaron esa guerra de papel. Pusieron la imprenta a trabajar para difundir la realidad de lo que estaba aconteciendo. Y resultó ser muy eficaz el poder de las palabras para inculcar al pueblo que, ante la violencia y el despotismo, solo existía un sentimiento: la independencia. Fueron repartiendo infinidad de panfletos donde contaban a todo el pueblo las crueldades que iban cometiendo Felipe II y sus ejércitos. Lo hacían a las pocas horas de algún acontecimiento y a través de grabados ilustrados que circulaban rápidamente por los Países Bajos.Leyendas negras de Felipe II que no solo fueron difundidas por Europa y América sino por los propios españoles. Como Antonio Pérez, su hombre de confianza; un ministro que estuvo a sus órdenes. Una persona que dejó que la codicia le dominara. Y en una prisión de Madrid donde sufrió numerosas torturas supo que debía huir para luchar por la libertad. Se escondió en Zaragoza hasta que participó en una revuelta que estalló contra el dominio de Felipe II y a favor de los fueros de Aragón. Una revolución que tuvo una frase como bandera: ¡Viva la libertad! Y entonces, este hombre que sabía tanto de los tejemanejes del monarca español, declaraba que el poder absoluto era muy peligroso para el que se creía dueño de él; odioso para los vasallos que lo sufrían y muy ofensivo para Dios y la naturaleza.Leyendas negras de Felipe II en su vida pública y también en la privada. Porque relatan que fue el que ordenó el asesinato del secretario de don Juan de Austria, el de su propio hijo, el archiduque Carlos y de su mujer, Isabel de Valois.


El poder de la palabra contra Felipe II y su leyenda negra

Retrato de Felipe II. Tiziano. Museo del Prado

Porque cuentan que fue el propio monarca el que pidió a la Santa Inquisición que juzgara a su hijo por rebelde. Demasiadas amistades tenía con los eruditos holandeses… ¡su hijo era un hereje y había que castigarlo por ello! No aceptaba que mantuviera amistades con historiadores franceses e italianos. Así que le encerró en los calabozos del Palacio Real de Madrid. La Santa Inquisición pidió que firmara la sentencia de muerte, y Felipe II así lo hizo.

Leyendas diversas para intentar explicar la muerte del archiduque Carlos. Cuentan que fue estrangulado con una cuerda mientras otros le sujetaban. Que fue asfixiado con cojines, envenenado… Lo cierto es que el hijo de Felipe II murió en 1568.Otro de los personajes ilustres que alimentó la leyenda negra contaba que el monarca era un tirano y adúltero. Y le apodó ‘el monstruo castellano’. Un halo español muy oscuro que flotaba en toda Europa pero que se solo se centraba en su monarquía y el ejército. En el pueblo veían los sentimientos nobles que sus más altos cargos solo tenían en el nombre. La guerra del papel. Fue en los Países Bajos donde se puso a funcionar la maquinaria de las palabras. Y a través de ellas, el monarca fue, de alguna forma derrotado. A través de las imágenes de los grabados, el ejército español era presentado bajo los más viles actos que puede cometer un ser humano. Luchar sin sangre. Porque ofensiva era la moneda española que decía a todo aquel que la tenía: ‘el mundo no es suficiente’. Ofensiva, sobre todo, para los portugueses porque fue acuñada nada más anexionarse Portugal. Pero la monarquía iba va allá. No tuvo miedo ni vergüenza para retar a los ingleses con su Armada Invencible… O meter las narices en Francia y en su particular Guerra Civil. O en América, donde también encontró el enfrentamiento con la palabra escrita. Porque cuando Bartolomé de las Casas publicó La Brevísima relación de la destrucción de las Indias, los abusos cometidos por las autoridades políticas y militares españolas llegaron rápidamente traducidas a Inglaterra, Alemania y los Países Bajos.Era lógico que de todos estos actos surgieran numerosos relatos burlescos. Este imperialismo español de más de tres siglos de duración provocó sentimientos de rechazo a todo lo que llegaba de España. Fue la cultura quien quiso enseñar a todo el pueblo la terrible realidad de lo que estaba aconteciendo. Ni tan poderosos ni tan cristianos.

Y mientras la balanza del miedo y la opresión se decantaban a favor de Felipe II, el poder de la palabra y el ansia de la libertad del pueblo fueron cogiendo peso, poco a poco. Simplemente, con una guerra de papel. 

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