Revista Cultura y Ocio

El poder y la grandeza

Publicado el 24 octubre 2012 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

“Como dijo Ibsen, hay lobos porque hay ovejas. Pues como unos no hallan sosiego si no son mandados, otros encuentran sumo placer en mandar. La necesidad de poder y la de seguridad, la de buscar amparo y la de amparar, se equilibran a la perfección, como uno de esos pares de opuestos de los que hablaba HeráclitoNo dudo ni un instante de lo dicho por Camus: “La política y la suerte de los hombres están en manos de hombres sin ideal y sin grandeza”. Los que llevan en sí una grandeza no hacen política, ni se consagran a ella, porque no teniendo necesidad de ser poderosos, tampoco podrían dejar de ser honrados. Una mente pura detesta imponerse a sus semejantes y, al igual que Washington, considera que la honradez es siempre la mejor política. La verdadera grandeza se muestra en el servicio, no en el mando. Y aunque es hermoso guiar e instruir a los hombres para que sean más felices, son muy pocos los que saben hacerlo con modestia y humanidad.” 

(Por Jesús Nava) La Biblia es un libro impresionante por muchos conceptos, excepto por el único que los cristianos -haciendo causa común con los judíos en lo concerniente al Antiguo Testamento- le atribuyen gratuitamente, tal vez para poder creer en ella: haber sido redactada, según dicen, por sus más de cuarenta autores diferentes, al dictado de Dios. Plagada de inconsistencias, contradicciones, fantasías y errores -humanos, demasiado humanos, diría Nietzsche- también contiene, no obstante, excelentes y provechosas -por verdaderas- lecciones de religión, ética, política y, sin ir más lejos, de psicología individual o colectiva.

En algún sitio leí que hubo un tiempo, no tan lejano, en que nadie era considerado culto en Europa si no había leído la Biblia y a Shakespeare. Hoy, en cambio, para dárselas de culto basta con leer un periódico a la hora del café y hablar alguna lengua foránea, aunque sea muerta. Así de variables son las modas culturales y las caprichosas opiniones humanas.

CUANDO LOS ÁRBOLES QUISIERON ELEGIR UN REY SOBRE SÍ

Pues bien, uno de los pasajes más bellos y profundos que encontré en mi primera lectura juvenil del texto bíblico, y cuyo aroma de sabiduría guardé y aún conservo -espero que para siempre- en mi corazón, es la fábula de Jotam , escondida cual tesoro entre las ruinas del Antiguo Testamento, concretamente en el bélico libro de los Jueces (9: 8-15). La traducción de Casiodoro de Reina(1.569), revisada por Cipriano de Valera (1.602), considerada una joya de la literatura española clásica, vierte así el texto original:

Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.”

Esta fábula de los árboles buscando un rey que reinara “sobre ellos”, la recitóJotam, desde la cumbre del monte Gerizim, a todos los varones de Siquem, cuando eligieron como rey a Abimelec, una vez que éste hubo decapitado sobre una piedra a los setenta hijos de Gedeón, uno de los jueces más queridos de Israel. Sólo Jotam escapó a la matanza de su hermanastro. Abimelec se hizo con el poder precisamente cuando en Israel reinaba plácidamente la anarquía:“En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25).

¿Qué mueve a un hombre a querer reinar sobre otros hombres? ¿Qué intención anida en el corazón del que manda o aspira a mandar? La respuesta de todos los filósofos y estudiosos de la conducta humana ha sido unánime: la soberbia y la ambición. ¿Qué induce a la muchedumbre a querer ser gobernada por individuos semejantes a ella? ¿Por qué los espíritus serviles “buscan abrigo” a la sombra de los que tienen dotes de mando o manías de poder? La respuesta es igualmente unívoca: a cambio de seguridad y cobijo.

¿Dónde está pues el enigma de la servidumbre voluntaria? ¿Dónde el mérito de los líderes y gobernantes que pastorean a los hombrescual simple rebaño administrado? ¿Qué hay de enigmático en esta indigna complicidad entre amos y esclavos, entre soberbios y abyectos? ¡Es todo tan evidente y vulgar!

LA ESENCIA DEL HOMBRE ES SU NECESIDAD


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista