Ya puedo hojear un ejemplar de Siempre nos quedará Casablanca. Es curioso tener en las manos un libro editado que tantas veces (durante una década) he visto en folios de impresora. Creo que no tiene ninguna errata, y la edición me gusta.
El libro contiene una sección sobre relaciones. Me apetece colgar hoy un poema, en el que, al menos para mí, queda latente mi admiración por Jaime Gil de Biedma:
MOIRA
Recuerdo con ternura mis torpes maniobras para seducirte(que no me hacían falta trucos lo sé ahora)en aquel verano de extrañas camisetas frías,aunque a ti te hizo reír y me dijiste que yonunca podría vivir entonces en Escociasi eso era frío. Y yo lo entendíaa pesar de tu acento tremendo y de mi tosco nivelintermedio de inglés, 565 puntos TOEIC.
Por esos días el submarino ruso Kurskse hundió en el mar de Barents con todos sus tripulantesa bordo; en las noticias nos narraban la angustiade su rescate imposible, el morse desesperadode los golpeteos a través de las tripas de metal del monstruo.Los monstruos fantásticos estaban, esta vez como en la vida, en el interior sellado del Nautilus,y yo sentía el vértigo de las pocas semanasque me quedaban para empezar a trabajaren la prestigiosa firma norteamericanade la que tan malos augurios me auspiciaban todos, con el crujido de un presagio impuesto,lo normal son las diez de la noche, sabes.
Me enseñabas expresiones que no venían en los diccionarios,«Bugger off», eso que contestabas con criterio a los pesadosy a los camareros que se pasaban de graciosos.¿Cuántos puntos TOEIC valdrá saber eso?Yo estaba crudamente inquieto, desasosegado.
Nos conocimos, ¿lo pensarás en alguna de tus noches tan frías?,en las últimas horas de aquel último bar,los dos espesos y seriamente borrachosen nuestros respectivos idiomas.Al salir a la calle nos deslumbró la mañana,pero aún bebimos un café repleto de pesados.¿De dónde salen tantos pesados en las noches,en las mañanas, de los encuentros que no esperamos?
Sin direcciones, sin números de teléfono o emilioy una supuesta frase cariñosa míaque aún hoy no sé si estaba bien construida,salí del coche y tú no me seguiste,a través del cristal trasero vi perdersetu cabellera oscura y tu piel azul bajo los árboles.Tu vida en Edimburgo («Edimbarra», decías)te reclamaba con firmeza al día siguiente;a mí me quedaban aún unas semanashasta que comenzase mi cautiverio de pura apariencia,de traje y corbata, para eso había ido a la universidad:para ser el orgulloso siervo de una multinacional.
Nuestras vidas se separaron así para siempre,igual que se habían unido por unos días.Yo no quería estar triste bajo los árboles,esperando de nuevo en Norte mi autobúsdirección los suburbios, pero sabía que iba a estarlo.Y los marineros del Kursk se ahogaban lo mismo,el capitán Nemo no pudo acudir a rescatarlos.
Firma de ejemplares el sábado 11 de junio, en la caseta de Baile del Sol, número 198. Retiro, Madrid