Sí amigos, otra entrada relacionada con Italia, su fútbol y sus talentos. Esta vez hablamos del gran Pier Paolo Pasolini y de su particular visión poética del fútbol. Pero la verdad, es que he llegado a este punto casi sin quererlo, dejándome llevar en mis investigaciones blogueras.
Quería hacer un pequeño homenaje a Jesús Robles, librero, editor y cofundador de ese oasis de literatura y cine que es la librería Ocho y medio, a dos pasos de la Plaza de España madrileña. Robles falleció el pasado miércoles y dejó huérfana a mucha gente que consideraba ese rincón algo más que una librería de cine. Recuerdo esos bajos del cine Alphaville (ahora Golem) y que al fondo del pasillo estaba un zulo repleto de carteles, posters, libros, fotos, cuadernos, guías, programas de festivales y documentación promocional de muchas películas. Todo apilado, amontonado, lleno de historia y de vida. Ahí compré en su día (1996) dos guiones míticos: Reservoir Dogs y Cadena perpetua, en inglés, con el mismo formato “oficial” de los guiones hollywoodienses. Ahí engendró Jesús Robles un espacio para goce de cinéfilos y curiosos que vieron cómo se fue ampliando su terreno hasta cruzar la acera y abrir Ocho y Medio. Siempre le estaré agradecido por haber creado esos espacios de recreo de la cinefilia. Además, desde el punto de vista futbolero, le recordaremos por haber editado “Fútbol y cine”, biblia cinefutbolera donde las haya del periodista Carlos Marañón.
El caso es que busqué en vano alguna relación de las mías, las casi imposibles, entre
Fellini, su Ocho y 1/2 y el fútbol. Lo único que pude encontrar fue la cita del cineasta de Rímini, en la que afirmaba que “El negocio del cine es macabro, grotesco: es una mezcla de partido de fútbol y de burdel.” Negocios, cine, fútbol y putas. Y dinero. Poco más pude encontrar, hasta que di con una foto de un joven Pier Paolo Pasolini golpeando un balón de fútbol. Luego fui descubriendo otras más, incluso una con jugadores del Génova y la Sampdoria. Investigué más y di con un libro que el Círculo de Bellas Artes publicó en el 2005 con motivo de una exposición fotográfica del cineasta italiano titulada “Palabras de Corsario”. En ella se pueden encontrar muchas fotos de él, así como escritos muy interesantes de otros cineastas y suyos propios.Aquí os dejo un extracto de una reflexión muy creativa e interesante de un futbolero Pasolini, que se calza las botas de poeta para darle un sentido literario al calcio. El título original es “Il calcio ‘è’ un linguaggio con i suoi poeti e prosatori” y lo escribió para el periódico Il Giorno (3 de enero de 1971) meses después de la derrota de la selección italiana ante Brasil por 4-1 en la final del Mundial de México 1970.
“El fútbol es un sistema de signos, o sea, un lenguaje. Tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al que nosotros nos hemos remitido como término de comparación, esto es, el lenguaje escrito-hablado.”
“(…) Como toda lengua, el fútbol tiene su momento puramente “instrumental”, rigurosa y abstractamente regulado por el código y su momento “expresivo”.
En efecto, toda lengua se articula en varias sublenguas, cada una de las cuales posee un subcódigo. Pues bien, en la lengua del fútbol se pueden hacer también distinciones de este tipo: el fútbol adquiere subcódigos desde el momento en que deja de ser puramente instrumental y se hace expresivo.
Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un fútbol como lenguaje fundamentalmente poético.
Para explicarme, pondré –anticipando las conclusiones- algunos ejemplos: Bulgarelli juega al fútbol en prosa: es un “prosista realista”. Riva juega un fútbol poético: es un poeta “realista”. Corso juega un fútbol poético, pero no es un “poeta realista”: es un poeta un poco maudit (maldito), extravagante. Rivera juega un fútbol en prosa: pero la suya es una prosa poética, de “elzevir”.
También Mazzola es un elzeviriano que podría escribir en el Corriere della Sera, pero es más poeta que Rivera: de vez en cuando interrumpe la prosa e inventa enseguida dos versos fulgurantes.”
“¿Quiénes son los mejores regateadores del mundo y los mejores goleadores? Los brasileños. Por lo tanto, su fútbol es un fútbol poético: de hecho, en él todo está basado en el regate y en el gol.
El catenaccio y la triangulación (que Brera llama geometría) es un fútbol de prosa: se basa en la sintaxis, en el juego colectivo y organizado, esto es, en la ejecución razonada del código. Su único momento poético es el contraataque que culmina en un “gol” (que, como hemos visto, no puede más que ser poético). En definitiva, el momento poético del fútbol parece ser (como siempre) el momento individualista (regate y gol; o pase inspirado).”