Cuesco, flatulencia, regüeldo, ventosidad, zullón, tufo,...cualquiera de estos términos valdrían para referirnos a los pedos. Un compañero natural, fiel y rebelde en ocasiones, al cual incluso le han dedicado una oda: No es algo indecente, ni tampoco es feo no es ningún delito, el tirarse un peo. El peo sólo es, un poco de viento y uno no puede morir, con el enemigo adentro.Conocidas de sobra son sus señas de identidad, sin embargo hay una serie de cuestiones en torno a este distinguido señor que resulta de interés aclarar.La primera de ellas se centra en el origen del huracán, es decir, porque nos los tiramos. La explicación, un tanto científica es la siguiente: A lo largo del día se "traga" una gran cantidad de aire (el mayor de sus componente evidentemente es el oxígeno), captado por el cuerpo antes de llegar a la zona intestinal, por lo que una vez que el aire llega a dicha zona lo que queda en mayor proporción es nitrógeno. Posteriormente las reacciones que se provocarán entre el ácido propio del estómago y los fluidos de los intestinos pueden provocar la generación de dióxido de carbono, como resultado del trabajo bacteriano. Unas bacterias intestinales que también provocarán hidrógeno y metano. Ahora bien, ¿qué alimentos me generaran pedos a discreción?; pues fundamentalmente aquellos ricos en carbohidratos complejos: alubias, cebollas, leche, castañas, alcachofas, cerveza, pimientos, uvas pasas...Unos carbohidratos, en parte resistentes a la digestión y que llegan al intestino delgado sin sufrir alteraciones de importancia. De esta manera cuando son recibidos en el intestino grueso, sus bacterias se darán un festín produciendo gases en cantidades industriales. Así por ejemplo, una persona no tolerante a la lactosa, en el momento que consuma lácteos y la lactosa no sea "tratada" antes de alcanzar el intestino grueso, se convertirá en un alimento seguro para las bacterias produciendo grandes cantidades de gas, es decir, cuescos en potencia. Luego vendría: porque se asemejan al delicado olor de las rosas frescas Este olor proviene de cantidades pequeñas de sulfuro de hidrógeno y mercaptanos en la mezcla, unos compuestos con contenidos en azufre. Además rico en compuestos como el indol y escatol, la carta de presentación del señor tufo será más que pestosa. Como dijimos alimentos tales o como los huevos cocidos, la coliflor o la carne, tendrán una alta cuota de responsabilidad en los grados de hedor en los pedos; mientras que las leguminosas (alubias o frijoles) producirán gran cantidad de pedos sin ser olorosos. El caso es que maloliente o no, producimos alrededor de medio litro de gas por día, soltando diariamente un promedio de 14 "regalitos". Regüeldos que serán percatados dependiendo de varias circunstancias que pueden jugar a nuestro favor, o lo que es lo mismo, todo depende de: las condiciones atmosféricas y la velocidad de la humedad en el momento de soltar el proyectil, la temperatura del ambiente, el viento y su dirección, el peso molecular del amiguito y su dispersión. Aunque todos estos factores no te salvarán del sonrojo si te lo tiraste en un zona cerrada o restringida (ascensor, tienda al comprar el pan, consulta del médico, autobús o metro,...), ya que el pedo permanecerá en el ambiente y dependiendo de su densidad, incluso se podrá hasta masticar. Un asunto asimismo que no atiende de géneros, puesto que son tan pedorras (más calidad aunque menor cantidad) ellas como ellos. Los de las mujeres con mayor concentración provocan un olor más fuerte, sin embargo los de los hombres vienen armados con un volumen superior. Pero el hecho de que igualen el número de moléculas al fin y al cabo los presenta como ganadores empatados en hedor.