El porqué de los vándalos
25/10/201425/10/2014 Fabián Scabuzzo
(Por Fabián Scabuzzo) Un irrespeto al poder, una venganza de los pobres de espíritu, un avasallamiento a lo que “debe ser”, pero también el claro mensaje de la sociedad “que es”. “El vandalismo no respeta ni lo sagrado, ni lo profano” , dice la Real Academia, es un gesto irreverente y molesto de una sociedad que necesita expresarse con violencia. Mucho de lo que somos está en el resultado de los actos vandálicos, representa una escenificación de la amenaza social, la irreverencia hecha pública, pero también la voz hecha trizas de los que no tienen voz. El vandalismo se regula con lo más básico de nuestro ser, tiene mucho del marcado territorial, aquello que entre los animales anuncia un espacio que deben evitar por riesgo de depredación, es una advertencia “aquí somos de Central” o “aquí de Perón”, están para incomodar y alertar.
Un contenedor de basura incendiado. Foto Diario La Capital.
Todos tenemos algo de eso en nuestro interior, cuando queremos “romper todo” por la indignación, hemos escrito en una pared un mensaje escatológico, político o de amor y hasta desearíamos pintar todas las fachadas con nuestras proclamas, pero la mayoría nos abstenemos de hacer daño y, por educación, preservamos lo ajeno o lo público de nuestros impulsos. Unos pocos, dividos en grupos de personas íntimamente unidos por su odio o amor, son los que salen a la calle, como aquellos vandulios movidos por su odio a tantos años de poder romano, sus armas son punzones, patadas, aerosoles y fuego.
Un gesto irreverente y molesto de una sociedad que necesita expresarse con violencia.
Sus principios tienen las banderas de los clubes de fútbol , de facciones políticas, o de tribus urbanas, sus mensajes irrumpen y desprolijan fachadas, mármoles, no solo de los barrios de los alejados sino en las zonas más transitadas por los que deciden por nosotros, allí son una cachetada al orden, un desencanto, una horrorosa advertencia. ¿Porqué hacen esto? se pregunta el pagador de impuestos, y aveces ni fue necesario firmar el acto y nos preguntamos ¿Quién hizo esto?.
Lo más incomprensible es la destrucción del mobiliario urbano, el robo de adornos fúnebres en cementerios, las destrucción en escuelas y centros de salud barriales, provocadas casi siempre por propios vecinos. El vandalismo crece cuando se acentúan las diferencias sociales, cuando la crisis rompe lo que se llama “contrato social”, no es una cuestión de vigilancia y sanciones, es que abundan los jóvenes que no quieren a la sociedad en la que vive, ahogados en la falta de oportunidades, la discriminación y la ausencia de perspectivas. Es un verdadero problema social, evidenciado en diversas formas: adquisitivo, táctico, ideológico, vengativo, lúdico y perverso.
El fenómeno se analiza desde el punto de vista criminológico desde hace décadas, ya que está vinculado al desarrollo de las bandas y pandillas, por lo que ven en en los vándalos de hoy a los delincuentes de mañana y se sostiene que las ciudades más vandalizadas son las más peligrosas. Dios nos libre.
EL INVASOR DESTRUCTOR
Ven en en los vándalos de hoy a los delincuentes de mañana.
El pueblo Vándalo se originó en la Europa central, en la zona de la hoy Alemania y Polonia, en el siglo V, cruzan el estrecho de Gibraltar y se instalan en el norte de África para aprovechar las mejores zonas agrícolas del Imperio de Occidente. Desarrollaron una economía agrícola-exportadora, eran anti-romanos y ese odio los convirtió en piratas y saqueadores, sus continuas razzias en el Mediterráneo Occidental y su potente flota les lleva a controlar importante enclaves para el comercio en la zona, como lo son las Baleares, Córcega, Cerdeña y el archipiélago maltés. Su odio a Roma y a sus obispos lo expresan a través de la destrucción y el daño de las estructuras romanas, en la decadencia del poder que ellas simbolizaban. Eran un pequeño pueblo que hacía mucho ruido y molestaba, un invasor destructor que los bereberes borran del mapa en el 530. Para la Wikipedia “El término fue probablemente utilizado por primera vez el 10 de enero de 1794 durante la Revolución francesa por Henri Grégoire, obispo constitucional de Blois, en un informe dirigido a la Convención, donde utilizó esta palabra para describir ciertos aspectos del comportamiento del ejército republicano.”
EL VANDALISMO COMO ARTE
- Intervención en la zona de las calles 3 de Febrero y Maipú de Rosario
Con nombres cool como Street Art, graffiti o simplemente arte urbano, y aunque no del agrado y comprensión de todos, se convierte en la más “civilizada” forma de vandalismo. Es una expresión que suele tener mensajes sociales, o enigmáticas imágenes correspondientes a movimientos alternativos de arte y pensamiento, o frases en un argot extraño, que corresponden a colectivos urbanos diferenciados. Lo más provocador del street art es su ilegalidad y sus diversas plataformas, no solo son muros aburridos sino trenes y subtes, “Si fueran mis hijos, sabés como les dejo el traste, dan ganas de matarlos” dijo el Ministro de del Interior y Transporte argentino Florencio Randazzo al enterarse que una nueva formación de trenes había sino “intervenida” por estos artistas. En el mundo es un arte siempre emergente, contestatario y con algunas obras impresionantes en las que los artistas ponen su talento y su inversión de pinturas y dedicación, da gusto ver buenos trabajos aunque parezca que “dañan”, muchas veces enriquecen y complementan la imagen de la ciudad.
Detrás de esas intervenciones hay un pedido de auxilio que no sabemos interpretar.
LA CIUDAD DE LA FURIA
El Google Street llegó a Rosario hace poco tiempo, un recorrido por los barrios, los que están signados por el narcotráfico, la enorme inseguridad, la cantidad récords de homicidios, nos muestra cómo están sus muros y espacios públicos, un reflejo de la situación social en que se vive. El estado provincial y municipal está interviniendo con el “Plan Abre “ que devuelve la imagen deseada al barrio, abre calles, limpia frentes y plazas y plantea también un fortalecimiento de las instituciones barriales y de la convivencia, el estado nacional participa con campañas sanitarias, camiones de productos a bajo precio y otras acciones sociales, mientras se incrementó el patrullaje de fuerzas federales, es la presencia del estado junto a los vecinos pródigos diciéndole a los vándalos “aquí no”. Hay una preocupación para pacificar estas zonas de la ciudad, al menos, disminuir la abrumadora estadística de homicidios y delitos.
En estas zonas de Rosario el vandalismo está representado por las parcialidades de Newell´s Old Boys y Rosario Central, los clubes de fútbol de la ciudad, cuyas barras bravas son socios de negocios ilícitos y parecen dividirse en territorios definidos con sus pintadas. Detrás de esas intervenciones, de la destrucción y el robo, del daño innecesario, hay un pedido de auxilio que no sabemos interpretar, aquí el poder narco hizo lo suyo porque hay muchos pibes sin futuro víctimas de la mala política y de la corrupción.