Revista Arte

El portugués Jorge Molder

Por Calamar

El portugués Jorge Molder En el último número de I Like Magazine vienen entrevistas y reportajes con Kristin Hersch, Phosphorescent, Mishima vs The New Raemon, Oriol, Ivan Mourin, Jorge Molder, We Are QQ y mucho más.Podéis descargarlo aquí en PDFo suscribiros a la edición en papel a través de [email protected] (10 números 30€). Por mí parte, en la sección Un efecto inesperado hice una reseña ¿? de una muestra fotográfica de Jorge Molder en la Fundación Luis Seoane. El portugués Jorge Molder El portugués Jorge Molder
Me gusta Portugal. Aunque detesto a Cristiano Ronaldo, me gusta mucho Portugal. Me gustan los portugueses, viven con una elegancia que no tenemos en el resto de la península, y me gusta la camiseta del Sporting de Lisboa, de rayas horizontales verdes y blancas. Otro detalle es el nombre del presidente, Sócrates. La wikipedia dice que por Portugal pasaron tartesos, celtas, fenicios y cartagineses, griegos, germanos, musulmanes, judios y mucho más tarde los brasileños, aunque parezca que fue al revés. Pero por lo que más me gusta Portugal es por los buenos recuerdos. Si como dicen los cursis la patria es la infancia, Portugal también es la mía.
En la niñez mis padres nos llevaban a mis hermanos y a mí a pasar el verano a las afueras de Lisboa. Algunas tardes tomábamos un tren en Cascais que nos dejaba en la estación Cais de Sodré, en Lisboa. Creo recordar que era un tren con el exterior de acero inoxidable, como los de las películas americanas. Una visita obligada era la Fundación Calouste Gulbenkian, creada en 1956 con la herencia de un magnate del petróleo armenio llamado, adivinaste, Calouste Gulbenkian. Es una  una colección única, de más de seis mil objetos y obras que este hombre reunió durante toda su vida, de arte egipcio, greco-romano, islámico, chino y japonés. El  recorrido era extenuante (sobre todo para mis padres, que cargaban demás con cuatro guerreros doblemente extenuantes). Conservando esta colección como núcleo, la fundación fue creciendo, abrió sede en París y se ha convertido en un propulsor cultural privado destacado en toda Europa. Tienen orquesta propia, compañía de baile, bibliotecas, museo y el centro de arte moderno, a donde vamos en el siguiente párrafo.
El centro de arte moderno de la Fundación Gulbenkian, inaugurado en 1983, ha producido la exposición A interpetaçao dos sonhos de fotografías de Jorge Molder que ahora podemos ver en la Fundación Luis Seoane en A Coruña. Es la única parada que hará en España. Jorge Molder nació en Lisboa en 1947, veintisiete años antes de la Revolución de los Claveles y estudió Filosofía. Molder llama a sus fotografías autorrepresentaciones y las clasifica en series, en este caso tres, con una unidad de acción clara y bastante sugestiva. Están retocadas sin complejos y son en su mayor parte autorretratos cargados de analogías cinematográficas. La primera serie se llama O pequeno mundo (2004) y en ella el fotógrafo se autorretrata en una oficina ficticia, un espacio baldío que produce una incomodidad similar a la de los wasteland de Juan Muñoz. A continuación, en la serie Nao tem que contar seja o que for (2006-2007), se muestran claramente las afinidades cinematográficas de Molder con referencias a la obra de David Lynch, Hitchcock, Alan Reisnar o Tod Browing. Se cierra la exposición con la serie A interpretaçao dos sonhos (2009), la única de las tres en color, remite directamente a la obra de Freud y plasma los sueños del autor. En el juego de las comparaciones ociosas me pareció ver a Man Ray en los encuadres confusos y algo de los retratos meditativos de Yosulf Karsh..
Toda la obra, a pesar de la división en tres series claramente diferenciadas, va configurando un discurso unitario en relación a grandes cuestiones tan difíciles de abordar como son la vida, la muerte, los sueños o la individualidad. La buena fotografía transforma el conocimiento y la experiencia que tenemos del mundo y de nosotros mismos y la de Jorge Molder, además, da testimonio de la enriquecedora simbiosis de los diferentes medios artísticos, en este caso, cine y fotografía, cuando hay un buen artista detrás.
Hay una ley no escrita, y que me he inventado esta mañana, que dice que a medida que una conversación en línea entre españoles sobre Portugal se alarga más de un minuto, la probabilidad de que aparezca una mención a las toallas tiende a uno. Probadlo. Es decir, que nos estamos perdiendo Portugal. La Fundación Luis Seoane abre, además de los días laborables, todo el fin de semana.
Me gusta Portugal. Aunque detesto a Cristiano Ronaldo, me gusta mucho Portugal. Me gustan los portugueses, viven con una elegancia que no tenemos en el resto de la península, y me gusta la camiseta del Sporting de Lisboa, de rayas horizontales verdes y blancas. Otro detalle es el nombre del presidente, Sócrates. La wikipedia dice que por Portugal pasaron tartesos, celtas, fenicios y cartagineses, griegos, germanos, musulmanes, judios y mucho más tarde los brasileños, aunque parezca que fue al revés. Pero por lo que más me gusta Portugal es por los buenos recuerdos. Si como dicen los cursis la patria es la infancia, Portugal también es la mía.
En la niñez mis padres nos llevaban a mis hermanos y a mí a pasar el verano a las afueras de Lisboa. Algunas tardes tomábamos un tren en Cascais que nos dejaba en la estación Cais de Sodré, en Lisboa. Creo recordar que era un tren con el exterior de acero inoxidable, como los de las películas americanas. Una visita obligada era la Fundación Calouste Gulbenkian, creada en 1956 con la herencia de un magnate del petróleo armenio llamado, adivinaste, Calouste Gulbenkian. Es una  una colección única, de más de seis mil objetos y obras que este hombre reunió durante toda su vida, de arte egipcio, greco-romano, islámico, chino y japonés. El  recorrido era extenuante (sobre todo para mis padres, que cargaban demás con cuatro guerreros doblemente extenuantes). Conservando esta colección como núcleo, la fundación fue creciendo, abrió sede en París y se ha convertido en un propulsor cultural privado destacado en toda Europa. Tienen orquesta propia, compañía de baile, bibliotecas, museo y el centro de arte moderno, a donde vamos en el siguiente párrafo.
El centro de arte moderno de la Fundación Gulbenkian, inaugurado en 1983, ha producido la exposición A interpetaçao dos sonhos de fotografías de Jorge Molder que ahora podemos ver en la Fundación Luis Seoane en A Coruña. Es la única parada que hará en España. Jorge Molder nació en Lisboa en 1947, veintisiete años antes de la Revolución de los Claveles y estudió Filosofía. Molder llama a sus fotografías autorrepresentaciones y las clasifica en series, en este caso tres, con una unidad de acción clara y bastante sugestiva. Están retocadas sin complejos y son en su mayor parte autorretratos cargados de analogías cinematográficas. La primera serie se llama O pequeno mundo (2004) y en ella el fotógrafo se autorretrata en una oficina ficticia, un espacio baldío que produce una incomodidad similar a la de los wasteland de Juan Muñoz. A continuación, en la serie Nao tem que contar seja o que for (2006-2007), se muestran claramente las afinidades cinematográficas de Molder con referencias a la obra de David Lynch, Hitchcock, Alan Reisnar o Tod Browing. Se cierra la exposición con la serie A interpretaçao dos sonhos (2009), la única de las tres en color, remite directamente a la obra de Freud y plasma los sueños del autor. En el juego de las comparaciones ociosas me pareció ver a Man Ray en los encuadres confusos y algo de los retratos meditativos de Yosulf Karsh..
Toda la obra, a pesar de la división en tres series claramente diferenciadas, va configurando un discurso unitario en relación a grandes cuestiones tan difíciles de abordar como son la vida, la muerte, los sueños o la individualidad. La buena fotografía transforma el conocimiento y la experiencia que tenemos del mundo y de nosotros mismos y la de Jorge Molder, además, da testimonio de la enriquecedora simbiosis de los diferentes medios artísticos, en este caso, cine y fotografía, cuando hay un buen artista detrás.
Hay una ley no escrita, y que me he inventado esta mañana, que dice que a medida que una conversación en línea entre españoles sobre Portugal se alarga más de un minuto, la probabilidad de que aparezca una mención a las toallas tiende a uno. Probadlo. Es decir, que nos estamos perdiendo Portugal. La Fundación Luis Seoane abre, además de los días laborables, todo el fin de semana.

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