Si los representantes del gobierno y de la oposición son incapaces de articular un discurso que agrade a los suyos, el problema no se halla en un solo lado. El problema no se ubica en lo horizontal, sino en lo vertical. La comunicación abajo-arriba o arriba-abajo es la que falla. Por un lado el gobierno-tanatorio, arrancando hojas del calendario y poniéndole velitas a San Previsiones Económicas (mártir). Por el otro, la oposición, quemando sus naves, o dicho de otro modo, matando cualquier espacio futuro de diálogo. Es decir, un gobierno que no pisa el pedal y una oposición que que vende la gasolina para comprarse el coche. Fetén.
Sin caer en el manido "los otros roban más", que tan solo sirve para comprobar el nivel freático de las opiniones del personal más atolondrado, sí conviene recordar que la oposición, ahora mismo, ni es oposición ni es alternativa. A nadie se le ocurre cambiar la goma de la bombona de butano por otra caducada. Bueno, sí, a los cutres.
Este estado de las cosas nos deja con dos alternativas. La primera siempre existe ante cualquier disyuntiva: no hacer nada. La segunda es esperar un cambio interno dentro del propio partido de gobierno. Como la primera opción no tiene miga y con ella es difícil hacer chistes, vamos a por la segunda.
Alternativa a Rajoy dentro de sus filas
La idea es que un gobierno con mayoría absoluta no solo en el Congreso, sino en las autonomías y en las principales ciudades del país, se autocorte la cabeza. ¿Qué tiene que pasar para que esto sea posible? Ni idea, pero voy a especular. Por ejemplo, se podría ver a Rajoy en una recepción oficial bajándose los pantalones y haciendo cosas muy raras con el bol de la ensalada. Si el jefe está loco, a nadie le sorprende que haya que echarlo.
Mi falta de seriedad tiene razones de ser.
Para empezar, tenemos a un Jefe de Estado que fue nombrado por el anterior Jefe de Estado, cuya legitimidad viene de una victoria militar. Y en este país todo el mundo acepta la situación porque hace miles de años hubo un referéndum sobre un papel que a nadie le importa hoy. Es decir, este país está preparado para que lo toreen. En segundo lugar, por lo que sabemos, no estamos ante el caso de un solo hombre que provoca dudas, sino ante una organización que de manera estable en el tiempo estuvo presuntamente engañando a todo el mundo. Una organización grande, con muchas ramas derivadas en todos los tronos de poder del país. Ante esto, cortar la cabeza a la serpiente no sirve, pues quizás estamos ante una hidra.
En tercer lugar hay que ver qué puede motivar a un cambio interno en esa organización: ¿el alto cargo de infantería del PP considera que cambiar a Rajoy le beneficiará o perjudicará? Sin elecciones a la vista, le da igual. Las encuestas solo sirven a partir de seis meses antes de unas elecciones. Para entonces pueden pasar muchas cosas: un petrolero que se hunde, un brote de varicela, un meteorito... ¿para qué mentar a la burra? ¿Para qué llamar a la Parca si la tienes lejos? ¿Por qué darle razones gratuitas a Satán para que te haga una visita? No, no tiene sentido. Por lo tanto hay que olvidarse del escenario de un golpe interno en el PP.
Ahora bien, ¿y si hay un sector en el PP que está siendo apartado del reparto del pastel y tiene motivos para revolver el patio? ¿Existen suficientes diputados dispuestos a irse al Grupo Mixto, apoyar una moción de censura y esperar que unas nuevas elecciones traigan lo desconocido? Dúdolo. El diputado heroico tiene que pensar en su familia y en sus plazas de garaje. ¿Por qué irse a lo desconocido cuando se está calentito en el nido y puede negar todo conocimiento de lo que afecta al jefe? ¿Por qué cortar con un futuro que traiga, en su debido tiempo procesal, posibilidades de medrar?
Otra razón (menor) que tengo para tomarme el asunto del relevo a chufla es lo de Portugal. Un gobierno de coalición que se rompe, un presidente de la república que pide a los tres mayores partidos un gobierno de unidad nacional, y la gente en la calle tan tranquila. Los nubarrones de un segundo rescate para apuntillar a Portugal se acercan a lo lejos y la oposición está pidiendo cabezas y elecciones. Y no pasa nada. En su propio partido todos llaman inútil y gusano a Coelho, pero eh, con la comida no se juega.
Es por todo esto por lo que pienso que es inútil divagar. ¿Que hay un espacio político para una alternativa electoral al PP? En la actual situación, es posible (se me ocurre un UPyD no jacobino que logre atraer ingentes cantidades de dinero para costear el marketing electoral y... oh wait!). ¿Que existen los incentivos en las propias filas del PP para dar pie a esa posibilidad? No. Y si alguien cree que sí, es que desconoce cómo piensa la derecha.
Lo que se ve está a la vista:
Más:
- ¿Hay espacio para una división en el PP?
- ¿Por qué al PP se la resbala lo de Bárcenas?
- ¿Qué clase de derecha política queremos?