Por: Amatista
Hace poco, almorcé con una amiga de la Universidad y me preguntó si era feliz con mi decisión de dejar mi carrera profesional por el arte. No supe qué responder.
Aceptar mi vocación, tener el valor de "salir del clóset" y tirarme al vacío fue una decisión producto de un proceso largo y doloroso. La gente no me cree cuando les digo que yo no quería ser artista, porque sabía lo difícil que es serlo en un mundo que menosprecia a quienes vivimos por y para el arte, pero por más que lo intenté no pude negarme a mí misma. Nada se compara con la emoción que siento al estar sobre un escenario y nada me hace sentir más viva que estar frente a una cámara, aunque tenga que repetir muchas veces la misma frase, con la misma acción y la misma emoción.
Sin embargo, la vida del actor, y en general, del artista, está llena de frustraciones y una de ellas es que pocos logran obtener una buena calidad de vida, por lo que a la mayoría les toca alternar sus actividades artísticas con otros tipos de trabajo más “formales”. La incertidumbre está siempre presente, consigues trabajo por unos días o meses y no sabes cuánto demorarás para estar en un nuevo proyecto.
Foto tomada de cuadro de artista
Si te animas a ofrecer tus servicios a las empresas y logras ser contratado para dictar talleres o presentar obras, te esfuerzas al máximo por cumplir con las expectativas del cliente, pero casi siempre te toca hacer ajustes en lo que cobras por petición de este, justificar por qué no puedes reducir más el valor- en mi caso digo “no”, cuando es una oferta desfavorable- y, lo peor, después de haber cumplido con tus obligaciones acordadas, muchas veces estás detrás enviando mensajes y haciendo llamadas para que te paguen tus honorarios como si estuvieras mendigando, como si estuvieras haciendo un favor cuando el dinero es tuyo porque ya trabajaste por él.También, cabe anotar que, la mayoría de los contratantes están exigiendo que uno tenga EPS y ARL. Eso para un trabajador formal o una persona con ingresos medios, es algo normal, pero para la mayoría de los artistas tener seguridad social es un verdadero lujo. Ustedes pensarán, pero se pueden afiliar por lo que dure el proyecto, lo cierto es que la duración de los contratos a veces es de días y/o el pago es menos de lo que cuesta la mensualidad en el régimen contributivo.
Es cierto que los artistas estamos llenos de pasión y realizamos nuestro quehacer con mucho amor, pero también somos personas de carne y hueso con responsabilidades y necesidades. Trabajamos duro, no conocemos de horario ni escatimamos esfuerzo. La mayoría de las veces, invertimos de nuestros propios recursos para el montaje de una obra o para el cumplimiento de algún contrato y no es justo que las personas resten importancia a nuestro trabajo dilatando el pago de nuestros honorarios.
En cuanto a la respuesta a mi amiga, tengo que decir que vale la pena pagar el precio que sea por seguir esta vocación y por la libertad de ser yo misma, pero de ningún modo me resignaré a esta realidad y seguiré trabajando para que los artistas seamos tratados de una forma más digna y justa.