Revista Opinión
Mientras en estos días en los que se está celebrando las exequias por el fallecimiento de Adolfo Suarez, el primer presidente y pilar básico de la democracia en España, se están escuchando en las tertulias de radio y televisión a las personas, tanto a periodistas como a políticos y colaboradores, los relatos y las anécdotas de los que estuvieron con él en el día a día, a través de ello uno, se va haciendo una idea de la grandeza y señorío de este presidente, en estos momentos en los que la corrupción y el hastío de los ciudadanos hacia la clase política es brutal, ver las enormes colas de ciudadanos que esperan pacientemente darle su modesta, respetuosa y anónima despedida, es para que los políticos se lo pensasen y les ayudasen a recapacitar sobre ello, porque eso no es por casualidad, eso es porque la gente lo nota, lo palpa, que están ante alguien grande pero grande de verdad, que ha merecido la pena, que tuvo el coraje, el tesón, la capacidad y la valentía de transformar una dictadura de cuarenta años en una democracia, de una manera pacífica y ordenada, consiguió en cierta medida y aunque les pese a algunos, que las dos partes "se perdonasen", que se unieran con generosidad, para que todos juntos, JUNTOS, buscáramos la prosperidad de nuestro país se merecía y merece, ese es su gran legado y eso no se lo quita nadie. Por todo ello y como rezaba en una pancarta en la plaza de Cibeles, GRACIAS PRESIDENTE, descansa en paz. También en estos momentos se retratan los mediocres, de todo tipo, que quieren sacar rédito a cualquier situación sin importarle nada y es que son tan impresentables y mezquinos que no se dan cuenta de, que la gente repara en ellos, y aumenta el rechazo hacia ellos, por imbéciles y por capullos. En fin, gracias amigos por estar ahí, mucha salud y mucha suerte.