Revista Opinión

El presidente que demostraba honradez intelectual

Publicado el 20 mayo 2014 por Benjamín Recacha García @brecacha

 

José Mujica no debería ser un presidente tan extraordinario. Me refiero al sentido literal de la palabra: fuera de lo común. La austeridad (no, que odia la palabra porque la hemos prostituido en Europa, y es cierto) sobriedad con la que vive el máximo mandatario de Uruguay no tendría que pasar de la mera anécdota, aunque se hayan hecho eco de ello los principales medios del planeta. “La culpa es de los otros presidentes, no mía. Raro es como viven ellos. La mayor parte de la gente que compone las naciones no vive como viven los presidentes. Los presidentes entran a vivir como viven la minoría de los países”. 

La comparación resulta ridícula, basta pensar en la pompa y solemnidad con que se manejan los cargos políticos que conocemos. Educación y respeto mal entendidos, quizás también pervertidos. “Las repúblicas vinieron para suscribir un concepto: nadie es más que nadie. Como una respuesta al feudalismo y a las monarquías absolutas. Aquéllos con los bucles empolvados y la alfombra roja, y los vasallos que tocaban la trompeta cuando el señor salía de cacería”, recuerda Mujica. “A los presidentes los tratan de meter en un sistema parecido a como vive la minoría poderosa. Y es bueno vivir como se piensa; de lo contrario, pensarás como vives”. Indiscutible.

Digo que tendría que ser anecdótico porque lo verdaderamente importante, lo que deslumbra y alimenta el cerebro del espectador, es su discurso. Anoche quedé maravillado como no recuerdo ante una entrevista, la que concedió a Jordi Évole para ‘Salvados’. Si rebusco en la memoria se me vienen a la mente José Luis Sampedro y el filósofo Emilio Lledó, otros sabios a los que todo el mundo debería escuchar con atención. Pero José Mújica es presidente de un país. Un político. Julio Anguita sería lo más parecido que se me ocurre en España.

Sorprende que un presidente hable tan claro, que se comporte como una persona normal charlando con su interlocutor, sin tener que preparar papeles, sin evitar temas delicados, sin sentirse atacado, sin recurrir a evasivas ni balbuceos. Simplemente mostrándose como es: un ser humano con ideas y convicciones, que admite errores y fracasos, que no esconde sus sueños. Así somos las personas, la mayoría de ellas por lo menos y, por tanto, ¿por qué los políticos deberían ser diferentes? ¿Por qué tienen tanto miedo a la sinceridad? “El primer requisito en la política es la honradez intelectual. Si no existe honradez intelectual, todo lo demás es inútil. Porque a la larga no hay mejor lenguaje que la verdad, lo que las cosas son. Y si es fracaso, es fracaso, hay que asumirlo”. Reconocer y asumir el fracaso. Lo dice el presidente de un país, con naturalidad, sin afectación, sin eufemismos.

La política es la herramienta de la que nos hemos dotado los humanos para resolver los conflictos de la sociedad y garantizar la convivencia. El problema es que la vieja Europa ha vaciado el concepto de contenido. “Europa tiene la pasión de haber sido y ya no ser; de haber sido un epicentro de la civilización y tener la tragedia de percibir que se le está escapando”, resume Mujica.

Los políticos europeos, los que tienen poder, no ven en la política el medio para resolver los problemas comunes, sino para garantizar los privilegios de las élites. La política es con demasiada frecuencia el camino elegido por los avariciosos, de modo que aquella Europa impulsora de la protección de los derechos humanos (después de haberlos masacrado durante siglos, claro) ahora lo único que protege son los derechos del capital, de quienes acumulan riqueza material sin la más mínima conciencia social.

Escuchar a José Mujica, sin embargo, le devuelve a uno la esperanza en el ser humano, en que otro mundo es posible y, aunque difícil, depende de nosotros iniciar el cambio.

Ya lo conocía. Había leído y escuchado declaraciones anteriores, como el famoso discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, en septiembre de 2013, pero no había visto una entrevista tan auténtica como la de ‘Salvados’.

No quiero idealizar a Mujica porque reitero que su principal mérito es mantenerse fiel a unas ideas y no dejarse deslumbrar por el poder, pero su discurso en este mundo tan deshumanizado, donde reivindicar justicia universal y bondad suena tan naïf, es aire fresco.

En Europa el papel que deberían cumplir los gobernantes lo ha asumido en buena parte la sociedad civil. Ante la apatía (por ser suave) institucional los movimientos ciudadanos han tomado las riendas, y discursos como el de Mujica se perciben entre las élites como amenazas populistas. Demasiados privilegios en peligro…

Homo Cañetus

Homo Cañetus en plena demostración de superioridad intelectual.

Aquí quedamos aturdidos por la #SuperioridadIntelectual del #HomoCañetus de turno. Los políticos se han convertido en caricaturas de sí mismos, en seres mediocres, incapaces de defender discurso alguno porque carecen de convicción y de ideas propias. No todos, por supuesto, pero me cuesta mucho mirar a los ojos de nuestros representantes y encontrar la sinceridad, la serenidad de quien está en paz con su pasado, aunque le haya deparado episodios terribles (como 15 años encarcelado, la mayor parte de ellos en condiciones infrahumanas), y tiene la conciencia tranquila. Lo mejor, en cualquier caso, es comprobar que un hombre de 79 años (los cumple hoy, ¡felicidades, compañero!) conserva la chispa, la esperanza en las nuevas generaciones y las ganas de seguir luchando por un mundo mejor.

Si podéis ved la entrevista. Debería ser obligatoria para cualquiera que piense dedicarse a la política, para que hiciera examen de conciencia y se preguntase sinceramente si tiene honradez intelectual. Utópico, lo sé.

Para acabar os dejo una de las primeras reflexiones que le regala a Jordi Évole, toda una declaración de intenciones y de filosofía de vida. La felicidad, y no la austeridad, el crecimiento o la reducción del déficit, como objetivo político. Inaudito, ¿verdad?

“Cuando tú compras algo, no te equivoques, el instrumento es la plata con la que tú estás comprando, pero en realidad estás comprando con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Quiere decir que cuando tú gastas en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue. Cuando yo te planteo la sobriedad como una manera de vivir, lo que te planteo es la sobriedad para tener más tiempo, la mayor cantidad de tiempo posible para vivir la vida de acuerdo a las cosas que a ti te motivan, que no necesariamente son las del trabajo”.

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Archivado bajo Actualidad, Reflexiones

Etiquetado con austeridad, crisis, democracia, esperanza, felicidad, honradez intelectual, Jordi Évole, José Mujica, José Mujica en Salvados, política, política europea, presidente de Uruguay, progresismo, Salvados, sinceridad, sobriedad, socialismo, Uruguay


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