Revista Opinión

El presidente valenciano, f. campos

Publicado el 30 julio 2011 por Franky
Por fin, tras la larga reflexión emprendida, el Presidente Valenciano Campos, asumiendo su responsabilidad política y volviendo a declararse inocente, con honradez y grandeza, ha dimitido, a la vez que ha anunciado su intención de defender, hasta el final, su honra; quizás, hubiera sido más beneficioso para su familia, el partido y para él mismo, el haber tomado esta decisión un poco antes. También es muy cierto, que si se hubiese aferrado al cargo, hubiese ocasionado la pérdida de credibilidad de Rajoy y se hubiese perjudicado a sí mismo; como no hay duda de que ha pecado de ingenuo y confiado, y de que ha andado con malas compañías; un funcionario jamás debe admitir regalos de nadie.

Dimitiendo, ha hecho lo más correcto. Campos ha sido sometido a una de las campañas de difamación más sucias y grotescas de que se tiene recuerdo en esta democracia; sin la más mínima preocupación ética lo han denigrado, lo han acosado, lo han triturado por la nimiedad de tres presuntos trajes, los mismos individuos que tienen casos y explicaciones pendientes mucho más graves; no le han concedido la presunción, sino que le han exigido que pruebe su inocencia. Ahora, los socialistas han quedado en evidencia; ya no se pueden esconder más tras la algarabía de los dichosos trajes; la dimisión de F. Campos ha resultado ser efecto y azote del PSOE. Queda trazado, a causa del honor intacto de F. Campos, el respetable marco de la moralidad política española. El desenlace político del asunto de los trajes ha vuelto a poner contra las cuerdas el nefasto vuelo del Faisán y a la panda socialista embadurnada en esa y otras tramas de más cuantía y gravedad que implican a hijos de dirigentes andaluces, la corrupción de los ERES y los regalos de pisos, caballos, coches y prebendas hípicas. Es preciso imponer la limpieza y moralidad en la vida pública. En democracia, todo aquel que mete las manos en el erario publico o lo derrocha o acepta “dádivas a sabiendas”, debe devolver lo tomado y ser expulsado de la vida pública; no puede seguir en el cargo o recibiendo apoyo, quien mintió, escarbó y trajinó con empresas tapadera y maniobró con facturas falsas ni el que abusa de manejos y acepta sobornos

El pueblo no entiende la parcialidad de la justicia, ve que hay varias varas de medir y se enerva, no entiende que el Presidente F. Campos esté imputado y que Bono siga en su puesto sin dimitir y sin repulsa, calificado su asunto de “regalos entre amigos”, que Chaves y Griñán permanezcan sin reparo y que el hecho gravísimo del pajarraco Faisán continúe en el tenebroso silencio de un cajón, intentando cargárselo a unos policías, que ya se sabe nunca actúan por su cuenta. Todos estos, asumiendo sus responsabilidades, han de dimitir o ser dimitidos; sus causas son de más calado y superior enjundia que lo del Presidente Valenciano. Los mismos votantes así lo han considerado, le han vuelto a otorgar la mayoría absoluta por tercera vez, aunque sepamos, que los votos no limpian las manos untadas ni indultan a nadie. Los nuevos caciques de las “autonosuyas” están convencidos de su inmunidad e impunidad; esta clase política que nos gobierna ha actuado creyendo que son los dueños del cortijo, que pueden gastar y despilfarrar a su gusto sin tener que dar cuenta a nadie. Esta impunidad ha de acabar con el dictado y aplicación de una ley al respecto.

F. Campos ha dejado la Generalidad en el momento procesal exacto, en el que debía; es una elegante muestra de acatamiento y respeto al Estado Democrático. Se ha ido “con menos ganancias de las que tenía al entrar” –dice-, pero se lleva todo un arsenal de cariño, respeto y admiración de sus electores, paisanos y muchos españoles.



C. Mudarra





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