Revista España
Mucho antes de que la célebre multinacional de la comida rápida instalase sus reales en Zocodover, los toledanos ya recibieron la visita de un Macdonald, esta vez de carne y hueso, personificado en uno de los viajeros más desconocidos que por la ciudad han pasado, y con una biografía más apasionante, propia de una película de aventuras.Se llamó John Macdonald y nació en 1741, hijo de un granjero escocés. Huérfano desde muy niño, él y sus hermanos hubieron de sobrevivir por sus propios medios. Con tan sólo cinco años, el pequeño John se ganaba el sustento como mecedor de cunas de bebés, trabajo del que fue despedido para pasar a ejercer a continuación el terrible empleo de "chiquillo de girar", encargado de dar vueltas a los espetones de los asados en las cocinas de los grandes potentados, sufriendo las consecuencias del enorme calor desprendido por las brasas.La biografía de John Macdonald fue escrita por él mismo y publicada en 1790 bajo el título "Memorias de un lacayo del siglo XVIII", pues a tal cometido se dedicó desde los diecinueve años trabajando para varios hombres de negocios, con uno de los cuales viajó a España en los años 1770 y visitó varias ciudades, entre ellas Toledo.Pocos años después, estando al servicio de un comerciante de vinos, regresó a nuestra ciudad y aquí se produjo el reencuentro con una joven llamada Malilia, con la que había vivido una aventura amorosa en su primer viaje, a consecuencia de la cual había nacido un hijo al que todos conocían como "el pequeño inglés".En contra de la actitud observada en ocasiones similares, que se habían producido antes en otros lugares, esta vez John Macdonald decidió reconocer al niño y dar promesa de matrimonio a Malilia, de modo que dispuso todo para el traslado de la familia a Londres. No obstante, al regresar a la capital inglesa tras su viaje con el comerciante a quien servía, encontró una carta de Malilia en la que ésta le rogaba que regresase a Toledo pues ella, que era hija única, no deseaba abandonar a sus padres. Y así lo hizo Macdonald, dispuesto quizá a asentar la cabeza de una vez por todas; pero sus memorias, que no han sido publicadas en España, no nos revelan qué fue de su vida a partir de entonces.