El artículo «El Principito» y el niño interior es propiedad de Carmelo Beltrán.
El Principito es una novela mágica. Es uno de esos libros que releo todos los años (o al menos lo intento). Creo que todavía no he hablado lo suficiente de él en el blog. Bueno, en realidad, nunca es bastante con uno de los cuentos que es capaz de mirar dentro de los corazones.
El Principito y el niño interior
Si tengo algo claro es que la próxima ocasión en la que relea El Principito prepararé una reseña para el canal. Tengo muchas ganas de hablar largo y tendido de esta historia. No obstante, hoy todavía no va a haber reseña, sino que vamos a escribir sobre uno de los elementos principales de la novela, que está todavía más presente en la adaptación cinematográfica que realizaron. El miedo a olvidar ser un niño. Ya sabéis que el peligro no está en crecer, sino en no recordar.
Este artículo no va a contener spoilers, os lo aseguro. Pero sí que nos vamos a poner un poco en contexto para aquellos que no hayan leído El Principito. Se trata de un breve relato en el que un joven príncipe viaja por distintos planetas. Tiene conversaciones con los personajes que allí habitan. En cada astro hay uno distinto y todos han perdido la inocencia, siendo consumidos por una característica negativa de la adultez (prejuicios, avaricia, corrupción…).
Estos personajes adultos se han olvidado de ser niños porque ya no recuerdan qué es lo importante. Así, El Principito tratará de hablar con ellos y comprenderles, hacerles entrar en razón. Sus formas de ver el mundo chocarán y ninguno entenderá a la contraparte, aunque algo nos dirá que nuestro príncipe tiene razón.
El Principito es una novela que te hace reflexionar
En este mar de letras y de historias que es El Principito tuve que preguntarme sobre si yo había olvidado a mi niño interno.
Se trata de una pregunta que me hago bastante a menudo. Estoy en el último año de universidad, trabajo al mismo tiempo. También llevo a cabo proyectos como este… y para poder organizarlo todo necesito una fuerte disciplina que yo soy el mismo que me impongo. Si no no funcionaría y a veces tengo que reprimir a mi niño interior. Esto no sé cómo casa con las enseñanzas de El Principito.
La mayor parte del tiempo de mis días no tengo el espacio necesario para poder invertirlo en cuidar a dicho pequeño. Sé que su aparición estropearía los horarios y la constancia. Querría jugar a cada momento. Seamos sinceros, no me quedaría más remedio que seguirle. Por ello a veces tengo que encerrarle.
Es más, estoy seguro de que si El Principito apareciera me preguntaría por un montón de formas de actuar que han dejado atrás la inocencia que haría de este mundo un lugar mejor y que había adquirido demasiados vicios de ser un adulto. Seguramente tendría razón. El peligro es que yo no sé si le entendería cuando me lo contase.
Cuando el niño interior aparece, El Principito sonríe
Luego por las noches me quedo mirando las estrellas. Entonces me dejo de preocupar porque ese niño interior que propugna El Principito aparece.
Sé que se encuentra tras la ilusión de leer cada libro. De volver a los mundos de las sagas que ya conozco. Después de llevar años devorando literatura sigo emocionándome como si nunca la hubiera conocido. Eso es solo gracias a él. Es más, cada vez tengo más capacidad para emocionarme con las historias y ello es algo que me niego a olvidar.
Es la misma energía que me hace esperar a los capítulos de mis series favoritas. Mientras aprieto mis dientes. Cuando aparecen me hacen buscar un rato del día en el que sea únicamente para ellas.
Pero también se encuentra en todas las ideas locas. Así como en ese miedo que desde niño siento a volar. Pero que una vez en el aire me siento como una mariposa con un regalo de la vida.
Creo que la literatura, las series de televisión y proyectos como este son la clave. Han logrado que no me olvide de ser un niño. Me han mantenido alerta hacia la realidad y me han recordado que crecer no es olvidar. Siempre hay espacio para la ilusión y quien diga lo contrario, miente. Creo que El Principito estaría orgulloso de mí, aunque aguardo una de sus visitas. Siempre quiero ser mejor.
El artículo «El Principito» y el niño interior es propiedad de Carmelo Beltrán.