Revista Ciencia

El problema con los nombres

Por Robertotherium @Robertotherium
Nuestra especie es rarísima entre los animales modernos, somos de los pocos que usamos una combinación específica de sonidos para referirnos a entidades que existen. Estos sonidos se conocen como "nombres". Y vaya que nos gusta dar nombre a las cosas. Nombramos lugares, constructos humanos, fenómenos, plantas y animales e incluso ¡cosas que no existen!
El problema con los nombresLe damos nombre a todo, hasta a cosas que no "existen" en la realidad palpable, como los sueños o las emociones. Esta obra del artista Carlos Henrique Reinesch se titula "una botella de sueños", algo empíricamente imposible que exista.
Nuestra pasión por los nombres es interesante, pero a veces resulta en una confusión terrible. Y es que, olvidándonos aún del caos producido por los idiomas y los dialectos; las cosas a veces tienen nombres diferentes en distintos lugares. Pero como no soy lingüista, sólo me centraré en este problema con foco en los organismos vivos (y específicamente a animales, pues de botánico tengo lo mismo que de astrónomo).
El problema con los nombresNi siquiera nos podemos decir "hola" de la misma forma en diferentes idiomas (con excepciones desde luego), ¿qué les espera a los nombres de las criaturas? Imagen robada tomada de aquí.
Y es que los nombres comunes son harto variados. Podemos decir "león" y estarnos refiriendo a la especie Panthera leo o a Puma concolor y si nos adentramos en el pasado podríamos estar hablando de Panthera atrox o Panthera spelaea. Y si decimos "búfalo", bien podríamos estarnos refiriendo a los géneros Syncerus, Bubalus o Bison; todo depende del contexto regional. 
El problema con los nombresLeones... de izquierda a derecha y de arriba a abajo: león (león de lo que se dice león leónido Leonidas, el mero mero, Panthera leo), león americano (o séase, un Puma concolor), león americano 2.0 (el mandamás del Pleistoceno, Panthera atrox) y el león cavernario (Panthera spelaea). Arte por Ltshears, Tony Hisgett, Sergio de la Rosa y Roman Uchytel, respectivamente.
Entonces ¿cómo solucionamos menudo problema? Bueno, en realidad quedó solucionado desde 1758. En esa fecha, un brillante naturalista llamado Carl Von Linné (conocido simplemente como Lineo) tomó las diferentes propuestas existentes de nomenclatura y elaboró una más completa y tan elegante que aún la usamos: la nomenclatura binomial, conocida por algunos simplemente como los "nombres científicos". 
El problema con los nombresComo ya todos estamos acostumbrados al Lineo mayor, les dejo esta pintura de Hendrik Hollander, de cuando el héroe de los nombres científicos era joven.
Gracias a ellos podemos comunicarnos y saber «específicamente» (chiste a drede) a qué criatura nos estamos refiriendo. Y esto aplica sin importar la barrera de la diferencia de idioma. Gracias Don Lineo, gracias.

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