Sabemos que a lo largo de la vida ocurren diferentes acontecimientos que suponen pérdidas.
Lo identificamos de forma clara ante el fallecimiento de un ser querido, pero también nos encontramos en un proceso de duelo ante la pérdida de relaciones significativas, como puede ser la pareja, una amistad… Estamos refiriéndonos a pérdidas en la esfera relacional, vínculos mantenidos el en tiempo, que mientras nos acompañan enriquecen nuestra construcción compartida del mundo. Pero una vez que se van… ¿qué queda de ellos en nosotros?
También relacionado con aspectos sociales, estaría otro rango de pérdidas más relacionadas con nuestro estatus. La pérdida de trabajo, de estatus social, la enfermedad, un cambio de etapa que conlleve otro tipo de demandas como podría ocurrir ante la jubilación…Si miramos hacia nuestro interior, con el paso del tiempo, las experiencias, nuestros proyectos, también acontecen pérdidas. Cambian nuestros intereses, cambia nuestra forma de reaccionar ante el fracaso, cambian nuestras expectativas.
Cualquier experiencia que vivimos, y finalmente dejamos atrás, supone una pérdida. Como estarás pensando no todas nos influyen de la misma manera, y no todas las personas reaccionamos igual ante unos eventos u otros.
Aceptando la pérdida
Lo saludable es que el proceso siga su curso (J.W. Worden), una vez reconocida la pérdida, se experimente el dolor que conlleva.
El paso siguiente, supone entender que vamos a experimentar diferentes emociones en nuestro interior. Saber reconocerlas nos ayudará a manejar nuestro padecer. Es habitual sentimientos de frustración, ira, miedo… Es interesante recordar que según el estado emocional en el que nos encontremos, nuestros recuerdos y otra emociones se activarán según se hayan asociado en nuestra red conceptual. Luego no debemos asustarnos si en esta etapa nuestros pensamientos son más “pesimistas”, esto es lo habitual.
El último paso supone adaptarse a la nueva situación, con lo que esto implica en nuestra realidad cotidiana, nuestro autoconcepto, y nuestras creencias.
Las pérdidas son inevitables, pero al mismo tiempo permiten que continuemos viviendo y reformulándonos.
La vida es un continuo baile de oportunidades nuevas y decisiones antiguas. El balance lo decide uno mismo.
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