El protocolo y la Duquesa de Alba

El pasado jueves 8 de Noviembre fallecía en Sevilla la última Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart.

Después de todas las noticias publicadas, artículos que he leído sobre ella y demás, me llamó una conversación con un amigo que me comentaba que de los seis hijos que tuvo con Martínez de Irujo, hay dos que invirtieron el orden de sus apellidos pasándose a apellidar Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo. ¿La razón? Carlos, el heredero de la Casa de Alba, pretendía que el Ducadi siguiera con el apellido de su madre, la Duquesa de Alba. Al igual que su hermano Jacobo, Conde de Siruela, que también pretende que sus títulos nobiliarios perduren con el apellido de su predecesora.

Otro hecho que ya he comentado en algún otro artículo es la colocación de las banderas nacionales y de la Casa de Alba en el féretro  puesto que las banderas son símbolos oficiales para presidir edificios oficiales y no para cubrir ataúdes, ya que no es su función.

En cuanto a la asistencia de la Familia Real, acudió Doña Elena en representación de su hermano el Rey Felipe VI y fue primer acto oficial al que acudió en su nombre desde su proclamación.  Los hijos de la Duquesa saludaron uno a uno antes de ocupar sus asientos a la infanta Elena, quien, tras ser recibida a su entrada al templo por Alfonso Diez y el Duque de Huéscar, se sentó a su vez en el sillón presidencial cercano al Altar del Jubileo de Plata.

En la capilla ardiente había una corona de flores de los reyes Juan Carlos y Sofia, los cuales no pudieron asistir a los funerales por motivos de agenda; aunque personalmente opino que era motivo de asistencia por parte de alguno de los dos monarcas por la relación de Cayetana de Alba con la Casa Real.