Revista Deportes
Soy el primero en pensar que en un playoff cualquier equipo clasificado tiene posibilidades de llevarse el Vince Lombardi. Pero la otra parte de la verdad es que no todos parten con las mismas probabilidades. No ser uno de los finalistas para Saints, Packers, Patriots o Steelers supondría considerar la temporada como un fracaso. En un segundo nivel, Ravens, Falcons, Texans y Giants asumirían de mala gana el resultado, pero podrían considerar el año como aceptable. Y finalmente, Broncos, Bengals, Lions y 49ers, aplicando un punto de realismo, deben de interpretar estos playoffs como un primer paso en el largo camino hacia el Olimpo. Así es que, al final, cada uno debe sacar sus propias conclusiones de la post temporada, muchas veces es mas preocupante para un equipo no acceder a la Super Bowl que para otro quedar apeado a las primeras de cambio.
BALTIMORE RAVENS. Si existe un equipo que en estos playoffs puede devolver la vigencia de la hastiante frase "los ataques ganan partidos, las defensas campeonatos", estaremos hablando, sin duda, de los Baltimore Ravens. La tercera mejor defensa de la liga, cuarta contra el pase, segunda frente a la carrera garantizan dolor y sufrimiento a cualquier franquicia que pretenda superarles. Terrell Suggs se ha especializado en la caza del quarterback rival, mientras que Lardarius Webb y Ed Reed amenazan constantemente con destruir el pase largo. Veo en la unidad defensiva de los Ravens a unos asesinos recién salidos del correccional y con muchas ganas de venganza. Su ataque es igualmente demoledor. Ray Rice está en una de sus mejores temporadas, encontrando gaps o fabricando sus propias rutas. Velocidad y potencia combinadas allanan el camino hacia las 1,360 yardas y 12 touchdowns. Y en el juego de fantasía, Anquan Boldin y Torrey Smith se muestran algo más endebles pero igualmente amenazadores.
Los Ravens aparecen como un equipo sólido, sin lagunas, carencias, agujeros o, ni siquiera, grietas apreciables a simple vista. El modelo de lo que es un equipo balanceado que ha hecho de su equilibrio una marca de distinción. Ataques temibles y defensas infranqueables, la aspiración de cualquier head coach. Así las cosas, ¿cual es la razón por la que no hayamos visto a los Ravens levantar más trofeos Vince Lombardi?.
Algunos piensan que el nivel de su división y de la Conferencia es tan exigente que el acceso a la Super Bowl está vedado. En algún momento de la post temporada hay que convertir una buena temporada en algo épico y superar a Patriots o Steelers. Otros desconfían del aplomo de Joe Flacco, un quarterback que flaquea en los momentos en los que un mariscal de campo no puede esperar a ser el elegido, sino que debe de liderar y asumir su propio destino. Es lo que el capitán del Enterprise, James Tiberius Kirk describiría como marcar la diferencia. Lo cierto es que Flacco parece olvidar que, cada vez que sale de un estadio con la cabeza baja tras quedar fuera de la competición, ha dejado escapar un nueva oportunidad de ser algo más que un buen quarterback. Otros en sus mismas circunstancias dan un paso adelante, cargan con el equipo y juegan hasta febrero. No es un problema de condiciones, que las tiene, sino de mentalidad. Creo que hay un poco de ambas cosas pero también estoy seguro de que cada playoffs que los Ravens disputan están un poco más cerca de conseguir, de una vez, su gloria.
HOUSTON TEXANS. Solo el presente cuenta. Uno puede lamentarse eternamente por lo que pudo haber sido, por lo que pudo haber conseguido. Pero aun en inferioridad de condiciones algunos escogidos tienen el descaro de burlarse de su destino y logran lo imposible. Y ese imposible les otorga aún más gloria de la que jamás pudieron desear. Es así como los Texans deben mirar estos playoffs.
Los de Houston llegan a la post temporada en estado de shock. Perdieron a sus dos primeros quarterbacks y ahora están en las inexpertas manos de Taylor Jonathan Yates, un mariscal de campo drafteado en la posición 152 del Draft del pasado mes de abril. Es el momento de olvidar lo que durante estos meses han aprendido, ajustarse a la nueva situación y cambiar el plan. Es su única alternativa. Lo que era un potente sistema de ataque aéreo y terrestre deberá concentrarse en las carreras de Andre Johnson y Ben Tate -una de las mejores duplas de la liga- y los pases a corta distancia. Quizá su eficacia anotadora se resienta pero la potencia defensiva no necesita de excesos en la ofensiva; los Texans únicamente han permitido una media de 17'4 puntos por partido. Esa es la mágica cifra que la unidad ofensiva debe de tener en mente y dejar el trabajo sucio a los Cushing, Barwin, Allen o Joseph.
La duda es si sabrán mostrar fortaleza de espíritu. Nuestra mente es capaz de llevarnos hasta el límite, incluso más allá o rendirnos a las primeras de cambio. El rush final de la regular season no presagia nada bueno. Su ajustadísima victoria ante los Bengals y sus tres derrotas encadenadas frente a Panthers, Colts y Titans harían saltar las alarmas en cualquier staff técnico. ¿Recurrir a Jake Delhomme?. Nunca el destino de un equipo dependió tanto del grado de confianza en las propias fuerzas que Gary Kubiak sea capaz de infundir entre los suyos. Se necesita algo más que un buen speech pre-partido.
NEW ORLEANS SAINTS. Más allá de batir récords históricos de la NFL, la temporada regular que los Saints han realizado solo cabe calificarla como de impresionante. Afirma el dicho que "lo importante no es llegar, sino mantenerse" y esa es la clave que diferencia a los grandes equipos de las dinastías. En pocos años los Saints han pasado de ser una pachanga de amigos solo pendientes de cuando hacían las maletas y cambiaban la húmeda Nueva Orleans por climas más benignos frente al Pacífico, a un equipo que con todo merecimiento conquistó la XLIV edición de la Super Bowl en Florida. Pero la mayor noticia que en Louisiana podían tener es que, a pesar del triunfo, no tomaron eso como la cumbre de sus aspiraciones sino el punto de partido sobre el que construir un sueño.
Las dos principales bazas en ataque de los Saints son, por un lado su imprevisibilidad y, por otra, su contundencia. La combinación del juego terrestre y aéreo mantienen esa incertidumbre defensiva imprescindible para socavar la resistencia de cualquier defensa que se precie. No están entre los mejores pero, en ese cometido, tanto Darren Sproles como Mark Ingram y Pierre Thomas han cubierto el objetivo haciendo de los Saints el sexto equipo con mayor número de yardas de carrera. Los fuegos artificiales han llegado con el ataque aéreo. Drew Brees está viviendo su mejor momento de su vida deportiva. Cualquier receptor, esté donde esté, aún con simple o doble cobertura, es susceptible de recibir uno de sus milimétricos envíos. Más de 5,300 yardas y 46 touchdowns atestiguan no solo la efectividad sino la amplitud del cuerpo de receptores: Colston, Henderson, Meachem, Moore o un sobresaliente Jimmy Graham suficiente pólvora como para provocar un incendio. En defensa, la progresión de la escuadra ha sido claramente positiva en lo que al cierre de espacios frente a la carrera se refiere. Quizá el único "pero" habría que ponerlo cuando uno considera la cobertura ante el juego aéreo rival pero, como en el caso de Patriots, Packers o Giants, no les importa tanto encajar puntos sabiendo que en un duelo de resistencia anotadora, existen pocas franquicias capaces de desafiarles.
Tras la debacle de los anteriores playoffs, nadie les volverá a pillar en un renuncio, ningún miembro del vestuario relajará un solo músculo. Imposible. Los Saints no están hechos para fracasar una segunda vez. En New Orleans aparecen hoy como uno de los miembros más distinguidos en la imposible empresa de plantarle cara a los Packers. Un duelo a muerte entre los queseros y los santos es el sueño callado de no pocos fanáticos de este deporte. Incluso son muchos los que, pese al resultado de sus enfrentamientos directos más recientes, pronostican que los Saints saldrían airosos del envite. Falta tanto para eso y, a la vez, está tan cercano, que uno enloquece solo con pensarlo.