Revista Política
Ni Beppe Grillo habría organizado el caos, la confusión y el despendole en los que ha vivido el Grupo Parlamentario Socialista la votación de la moción "soberanista" presentada por los partidos nacionalistas catalanes en el Congreso de los Diputados. El dichoso "derecho a decidir" ha roto puentes y casi cabezas en las filas parlamentarias socialistas, por lo cual cabe decir que su éxito ha sido rotundo. Mientras el PSOE ordenaba a sus parlamentarios el voto en contra, trece diputados del PSC votaron a favor y solo uno acertó con la postura justa, el no estar presente en la votación, simplemente porque una vez más erró por completo en sus cálculos de futuro: Carmen Chacón. Hay que ver el gozoso estrépito con el que la perrera mediática ha acogido las sanciones proclamadas por el PSOE a sus todavía compañeros parlamentarios rebeldes, y los encendidos elogios a los disparates de Alfonso Guerra, Fernández Vara y otros dirigentes socialistas españoles que piden la ruptura entre los dos partidos y una refundación del partido español en Catalunya. Y no es para menos. De suceder así, sería el gran triunfo de la derecha, española y catalana, en esta comunidad. Ocurre que tanta euforia es precipitada, y ello por varias razones que intentaré exponer. Ante todo, porque la moción que se votó en el Congreso y que apoyaron los diputados socialistas catalanes es a favor de la convocatoria de un referéndum sobre la independencia dentro del marco legal español, no otra cosa. La posición del PSC como partido no ha variado, y sigue siendo contraria a la independencia. Esto debe quedar claro porque la tergiversación que se esta haciendo del contenido de la moción lleva a desbarres considerables, como los que hoy se asoman a la prensa española. Una segunda, tan importante o más que esa tiene que ver con el hecho de que el PSC es un partido distinto y no una federación regional del PSOE, y comparte órganos decisorios con este pero no forma parte de su estructura orgánica. De hecho, en el Protocolo de Unidad entre PSC y la Federación Catalana del PSOE firmado en 1978 no solo se especifica claramente esto sino que se recogía la existencia de un grupo parlamentario propio del nuevo PSC en las Cortes españolas, llamado Socialistes de Catalunya, grupo que funcionó hasta que el famoso "pacto del capó" con el que acabó el 23-F originó la LOAPA, abriendo un proceso de "reconducción y armonización" que acabó entre muchas otras cosas, con el grupo parlamentario de los socialistas catalanes. En el Senado, durante muchas legislaturas funcionó bajó distintas denominaciones el grupo parlamentario llamado en 1977 Entesa dels Catalans, formado por PSC, PSUC i ocasionalmente por otras fuerzas, como ERC. La tercera razón es que si el PSOE rompiera con el PSC, desaparecería inmediatamente como partido en Catalunya. Ya ha sucedido en otros momentos de la Historia. De hecho, desde los tiempos fundadores de Pablo Iglesias hasta la alianza electoral entre el PSC y la Federación Catalana del PSOE en 1977, los socialistas españoles tuvieron una presencia política y parlamentaria irrelevante en Catalunya. En unas lecciones a las que se presentara solo el PSOE en Catalunya, sus resultados le convertirían en un grupo testimonial o directamente extraparlamentario. Tampoco es que en caso de producirse la ruptura el futuro fuera más halagüeño para el actual PSC. De hecho, la razón fundamental del Pacto de Unidad visto desde la óptica de la tradición socialista catalana es que el socialismo catalán nunca habría superado por sí solo los resultados del PSUC, y probablemente habría quedado reducido a una pequeña fuerza política como lo fue durante la República su antecesora, la Unió Socialista de Catalunya (USC). Nadie está pues realmente interesado en romper, para decepción de las derechas española y catalana, los sectores ultraespañolistas del PSOE y algunos politiquillos con cargo en el PSC( nacionalistas a los que la "S" del anagrama de su partido les importa un bledo). Y sin embargo las relaciones entre los dos partidos están entrando en una crisis terminal, más que nada porque el PSC es un partido que se desmigaja por momentos. Sucede que de aquí a poco es muy posible que el PSOE no tenga que replantearse nada en relación con el PSC, porque este partido habrá finalizado su andadura. Un servidor, que conoce esa casa desde cuando el general Patas Cortas aún reinaba en España, presume que estamos asistiendo a los estertores de la organización. La rematará la celebración, o no, del dichoso referéndum para decidir si decidimos lo que quieren que decidamos; ahí si que el partido se rompería no en dos, sino en mil pedazos. Porque desde aquó les anuncio que somos muchos los catalanes que desde dentro o desde fuera del PSC y otras fuerzas de izquierda estamos dispuestos a hacer campaña activa contra cualquier clase de voto en ese referéndum, como estaríamos en contra de una consulta sobre la existencia de Dios y por idénticos motivos: no creemos en la metafísica ni en ideologías superestructurales. Todo eso en el caso de que el PSC resista hasta entonces el desmoronamiento que vive, cosa más que dudosa. En resumen, en un futuro no muy lejano el PSOE se habrá de plantear no sus relaciones con el PSC de ahora o si reinventa su federación "regional" catalana, sino el tipo de asociación a establecer con la fuerza política que surja de un proceso de reconstrucción del espacio socialista catalán inevitable a medio plazo, y sobre qué bases habrán de trabajar conjuntamente para hacerla posible.