El psicoanalista golpeó la puerta de su amigo bajo el sol del medio día inclemente en Nazareth.
- ¡Buen día, Paracletos!
- Buen día, Simón ¿cómo va todo?
- Aquí sorprendido. ¿A qué debo el honor de tu infrecuente visita?
- Te dije en el mercado la semana pasada que iba a venir a verte...no sé por qué la sorpresa.
- Como cada vez que me cruzas por algún lado, y dices que vendrás a verme y nunca vienes.
- Bueno, he estado remodelando mi casa y mi consultorio...y después de todo si tú querías verme ¿por qué no fuiste tú?
- Ja ja ja...¡es verdad! Con ustedes los psicoanalistas no se puede discutir...pasa, por favor, diré a mi criado que traiga agua en un lebrillo para lavarte los pies y un rico vino para que tomes. Teo, por favor ¿podrías traer agua para los pies de mi amigo y vino para su corazón?
- Sí señor, enseguida- dijo el esclavo sonriendo
Curiosa amistad la de estos dos hombres de mediana edad: uno judío, el otro griego. Se habría dicho que su amistad tenía que ver con la diferencia, pero en realidad tenía que ver con las similitudes. Ambos intelectuales, sarcásticos y con mucho amor por interpretar signos. Uno, de escrituras y metáforas literarias, el otro de hablas incoscientes, síntomas y mitos. Su trabajo se parecía.
- Siempre voy a respetar la manera en la que tratas a tu esclavo, es inaudita en este imperio tan predatorio, tan cruel e inhumano.
- Bueno, si encuentras un judío que trate mal a su esclavo, no tienes más que decírmelo y le copiaré en persona varios textos de la Torah. Si los judíos somos crueles con alguien es porque no hemos entendido al Dios que tenemos. ¿Sabías que ningún judío puede tener un esclavo por más de siete años, a menos que el esclavo decida quedarse?
- Cada día me gusta más, esa cultura vuestra, Simón. Me sorprende de muy buena manera. En realidad la razón de mi visita es algo interesada, y tiene que ver con eso: necesito tus servicios como escriba.
- ¡Seguro!, ¿necesitas que te venda alguno de mis rollos? Puedo hacerte precio de amigo- dijo Simón que como buen judío sefaradí, sabía aprovechar la ocasión de una venta.
- Ja ja ja...Eres increíble Simón. No, me da mucho trabajo aprender hebreo y me han regalado algunos rollos de la septuaginta, que están traducidos al griego. Gracias por la oferta. Pero quédate tranquilo, pienso pagarte también... Necesito que me ayudes con un paciente que tengo...
- Soy todo oídos...
- Ja ja ja, el psicoanalista soy yo, ¿eh? Bueno, en fin...Verás voy a contarte lo que me pasó hace algunas semanas. Como te dije hace un rato, estoy remodelando mi casa y mi consultorio, así que decidí ir a José, el carpintero.
- Ah sí, es muy bueno...es pobre porque tiene ocho hijos y además la mala fama de su él y su esposa le han espantado a los clientes pacatos y tradicionales. Y además los impuestos de este imperio...son terribles...Pero la verdad que su trabajo es impecable...un digno hijo de la estirpe de David.
(Me tienen harto con esa historia de la familia de David -pensó Paracletos para sí- , estoy seguro que si le hacen tanto bombo hay mucha mugre debajo de esa alfombra)- Pues verás, justamente de eso quiero que me cuentes. Yo no soy demasiado versado en historia hebrea. Pero déjame contarte mi historia desde el principio, ya que sé que ustedes los judíos son grandes literatos y les apasionan los relatos...déjame contarte el mío.
- Te escucho...
- Ja ja ja de nuevo, robándome la frase, Simón, eso lo digo yo generalmente. Pues verás. Estaba buscando un buen carpintero para encargarle las molduras y terminaciones de las construcciones nuevas (José no es carpintero de muebles, sino el que hace terminaciones de madera para las construcciones). Entonces, llegó a mí el nombre de José. Como bien dijiste no tiene muy buena fama entre los judíos, por lo que la mayor parte de sus clientes son griegos. Lo que lo hace aún más impopular entre los judíos.
(Ahora que digo esto, me doy cuenta el por qué de su énfasis en la reputación familiar...es muy frecuente en quienes se sienten parias)Así que al ver los hermosos tallados y terminaciones que les había hecho a mis amigos, decidí ir a verlo. El día anterior había llegado de un viaje, así que estaba muy atareado y con mucho trabajo pendiente. Se lo veía muy estresado.
Su hijito de 12 años, un nene amoroso, me invitó a sentarme, me trajo un vaso de agua y me pidió tímidamente que lo esperase y que disculpara su demora. Pese a la amabilidad del muchacho el padre lo miraba de manera muy tensa, como enojado. Primero pensé que tenía que ver con el estrés, pero luego me di cuenta de que allí había algo más, algo que tenía que ver con algo rancio, oscuro.
Como sabes...a los analistas nos atraen mucho esas cosas. Sin embargo, José fue muy amable, dentro de todo, aunque no se lo notaba bien. Al ver que mi pedido tenía una magnitud considerable estuvo feliz de ayudarme, pero para saber que estaba comerciando con alguien honesto, me preguntó a qué me dedicaba...
-Ahí sonaste- dijo Simón riendo- ustedes los psicoanalistas son todos bastante delincuentes, cobran por escuchar a la gente...
-Y ustedes los escribas cobran por plagiar gente Ja ja ja- ironizó Paracletos que siempre sabía cómo contestar a un chiste. - ¿Puedo seguir o me vas a seguir increpando cual fariseo? Ja ja ja
-Ja ja ja perdón, no me pude resistir
- Bueno...intenté explicarle a José a qué me dedicaba, y la verdad es un poco...corto.
Entonces apareció María, una joven de un porte extraordinario, a ella le creo que tiene ascendencia noble. Es la chica de mala fama del pueblo y eso le ha enseñando a conocer a los seres humanos en profundidad. Pero ni una pizca de marginalidad en su aspecto.
Es más, fue ella quien le explicó a José de qué se trataba mi trabajo. "Es como los jueces de antes, José, escuchan a la gente, la contienen y les dan consejos, o más bien los hacen reflexionar con sabiduría". Una criatura hermosa, realmente esa María. Le aclaré que más se trataba de lo último que había dicho. Entonces se les ocurrió la idea.
Negociamos un descuento para los trabajos a cambio de que atendiera a Jesús algunas veces, para ver si lo podía enderezar. Decían que este chico era demasiado rebelde e independiente. Yo pensé que Jesús era otro de los hijos de José, no el muchachito amoroso que me había recibido a la entrada. Luego cuando lo llamó por su nombre, algo se me detonó. Ahí ya sospeché que no era justamente Jesús el del problema.
Para resumírtelo: cuando los padres fueron a la primera entrevista noté que es José necesita terapia, no Jesús. Y decidí tener unas cuatro sesiones con él y luego ver qué pasa. Para no cansarte con detalles técnicos: mi hipótesis es que José tiene muchos muertos en el placard que ni siquiera son suyos, de los que ni siquiera es consciente y tienen que ver con la famosa "Familia de David". Quiero que me cuentes todo lo que sepas de esa familia.
-Bueno... ¿quieres la versión políticamente correcta o la versión incorrecta?
-Soy psicoanalista...adivina...
-La versión políticamente correcta es que hay muchos héroes y heroínas y es cierto. Pero muchos de ellos fueron muy polémicos y no entran en lo que los fariseos consideran una vida moral y correcta.
-Me interesa...sigue
-Pues verás...hay cuatro mujeres en esa familia que siempre son recordadas: Dos de ellas prostitutas, una extranjera que se dice que era sacerdotisa de Asera -es decir prostituta sagrada- y otra que fue tomada por esposa en dudosas circunstancias...
-Ah sí...las mujeres suelen traernos problemas, en general...hermosos problemas.
-Bien, hablemos primero de Tamar: Según la ley si ella quedaba viuda, debía casarse con alguno de los hermanos de su esposo para no quedar excluída de la tribu y quedar abandonada a su suerte. Tu sabes que en nuestra cultura casi el único trabajo rentado que las mujeres pueden realizar es el de la prostitución y la ley del levirato (levir es cuñado en hebreo), trata de protegerlas de eso. Pues el suegro que le debía entregar a uno de sus hijos los vio demasiado jóvenes y bellos para esta mujer que ya debe haber sido algo madura. Se negó rotundamente a protegerla y entonces ella decidió protegerse por sí misma y además exponer a su suegro en toda su repugnante hipocresía y egoísmo.
-¡Qué maravilla! Ja ja ja ¿cómo logró semejante venganza magistral?
-No lo veas de un modo tan romántico, Paracletos. Era una cuestión de vida o muerte. Pero acá llega Teo con el almuerzo. Comamos ese guisado de cordero que estuve copiando desde las 7 de la mañana hasta las 11 que llegaste. Muero de hambre.
-Ok, reza tu bendición y vamos con el cordero...Muero por oír la historia de Tamar y también la de las otras tres mujeres...
-Bueno, bueno... Baruj ata Adon-ai E-lohenu melej aolam shehacol nihia bidvaro...Bendito seas Dios rey del Universo...
Serie "El Psicoanalista de Jesús":