Revista Salud y Bienestar

El psicólogo: ese gran desconocido.

Por Andi

El psicólogo es una figura que está adquiriendo mayor relevancia en estos tiempos de estrés, incertidumbre y miedo que todos estamos viviendo. Muchas personas buscan la solución a sus problemas en una persona que, casi por arte de magia y en poco tiempo, sea capaz de resolverlos con el mayor de los éxitos. Tanto es así, que por desgracia muchos abandonos en las terapias llegan a producirse porque el tratamiento "no es como el paciente esperaba", dándose cuenta de que se demandaba de él una mayor implicación de la que imaginaba.

EL PSICÓLOGO: ESE GRAN DESCONOCIDO.

Resulta llamativo el enorme poder y prestigio social con el que cuentan los psicólogos, pues, según los estudios, una buena parte de la población siente tal admiración por ellos que llega a verlos casi como "seres superiores" que no tienen problemas y que son capaces de solucionar cualquier conflicto propio o ajeno con facilidad. Nada más lejos de la realidad. De hecho, la enorme mayoría de ellos, aunque puede que nunca lleguen a asumirlo delante de los demás, también tienen sus propios problemas y debilidades, muchos de los cuales nunca se resolverán por completo.

Otro aspecto interesante lo constituye el hecho de que numerosas investigaciones relacionen la profesión de la psicoterapia con el aislamiento. Dicho aislamiento va desde el plano físico (trabajar horas y horas en un espacio reducido y relativamente inmovilizados en una silla guardando una concentración constante), hasta el emocional (dada la poca implicación personal que se recomienda que tengan al tratar con los pacientes).

Es por esto por lo que no es de extrañar que, en muchos casos, sean los propios terapeutas los que necesiten de otros compañeros para poder desahogarse o trabajar sus propias emociones o conflictos, los cuales no solo no podrán ni deberían tratar de resolverse a través de los propios pacientes, sino que pueden incluso llegar a exacerbarse al entrar en contacto con realidades similares a una problemática que el terapeuta aún no ha superado.

Por lo tanto, resulta conveniente desmitificar poco a poco esta realidad, tratando de que las personas sean conscientes de que el psicólogo es uno más, que aún con una extensa formación en temas relacionados con la conducta humana, también sufre y necesita del apoyo de los demás. De ahí la necesidad de que la persona que tenga pensado acudir a terapia con alguno de ellos, considere que su trabajo personal será esencial para la recuperación, y que el psicólogo no tendrá unas palabras especiales que alivien su dolor.

En resumidas cuentas, el psicólogo también es humano, y bien haríamos muchos de los que lo somos en aceptar esta realidad y no caer en el error de tratar de aparentar una simulada perfección con el fin de crear expectativas positivas en los demás.

El momento del desahogo, de la charla distendida y del trato personal y espontáneo tanto con colegas de profesión como con amigos, se hace esencial para encontrar un equilibrio saludable entre los que tratamos con problemas día tras día.


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