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El psiquiatra desilusionado

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Este artículo fue escrito por la Dra. Eve A. Wood, psiquiatra integrativa preocupada por el bienestar de sus colegas en medicina, por lo cual trabaja con ellos como consultora para eliminar estigmas y miedos que tienen consecuencias en la profesión. La traducción fue realizada por Alejandra Alonso. Puedes leer el artículo original en Mad in America.


Sponsor exclusivoEl psiquiatra desilusionado

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Muchos de nosotros, los psiquiatras, nos encontramos en una lucha con respecto a nuestra profesión y nuestro campo. Nuestras tasas de burnout están por las nubes. El suicidio es común; 400 doctores en EE.UU. se suicidan anualmente y en los últimos 12 meses, el 5% de los médicos ha considerado suicidarse. El aislamiento y la desesperanza abundan entre los médicos. Y el 40% de ellos no ha buscado ayuda de ningún tipo, por miedo a que les quiten su licencia de trabajo. ¡Es con toda seguridad un problema serio!

Nosotros los psiquiatras fuimos alguna vez “médicos del alma”, que es el verdadero significado de la palabra psiquiatra. No hace tanto tiempo atrás, nuestro trabajo involucraba entrar a lo más hondo del mundo de nuestros pacientes y acompañarlos a encontrar salud y transformación. Muchos fuimos atraídos al campo de la psiquiatría porque nos daba la mejor oportunidad de conocer y ayudar a otros en necesidad de ser curados. Se entendía ampliamente que la relación terapéutica era clave para este proceso.

Antes pasábamos mucho tiempo con nuestros pacientes y éramos profundamente conscientes del poder de nuestras palabras para hacer daño y para sanar. Aunque a veces prescribíamos alguna medicina, no lidiábamos con un universo de diagnósticos cuestionables en constante expansión y recomendaciones de medicamentos sin fundamento. No nos sentíamos traicionados por las organizaciones en las que confiábamos nos diera las mejores herramientas para hacer nuestro trabajo. Nos sentíamos muy felices y realizados en nuestro labor. Lamentablemente esa realidad se ha transformado totalmente.

¡Los cambios que he visto en el campo de la psiquiatría en el curso de mis 35 años de medicina son abrumadores! Cosas antes impensables ahora son comunes. El 15 de octubre del 2017 apareció un artículo en Doximity’s Op-(med) feed escrito por Jeffrey Alan Vernon, y titulado: Porqué el entrenamiento en psicoterapia no debería ser parte de la residencia en psiquiatría. Para aquellos que no lo sepan, Doximity es un servicio de redes sociales en línea para médicos de EE. UU. Lanzada en Marzo del 2011, Doximity contaba con 800.000 miembros verificados hasta Febrero del 2017. Desde la publicación del artículo del Dr. Vernon, 214 médicos, mayormente psiquiatras, lo han comentado. Muchos estaban realmente preocupados por la sugerencia de que la psicoterapia fuera relegada a otro lugar, y el psiquiatra estuviera “libre” para hacer más “manejos médicos”. Pero 32 de ellos han expresado estar de acuerdo con el artículo.

Ahora se cree que los psiquiatras somos proveedores más que sanadores

Una noción que este artículo refleja y que nuestra cultura ha adoptado, es que se considera al psiquiatra como un médico experto, cuyo trabajo es la enfermedad y la prescripción de medicamentos. Ahora se cree que los psiquiatras somos proveedores más que sanadores. Este creciente movimiento que cuestiona la importancia del psiquiatra que se compromete profundamente con sus pacientes, para tratar de la mejor manera los desafíos que atraviesan, es muy desalentador. Y yo creo que es un factor que influye en nuestro estrés como psiquiatras.

Muchos estamos desilusionados con nuestra profesión. Hemos experimentado una pérdida de sentido, propósito, conexión y esperanza. A medida que el campo se aleja de la maravilla y patologías de la existencia humana y se adopta un modelo que reduce la vida a una lista de síntomas y prescripción de pastillas, hemos perdido contacto con lo que nos hace humanos. El campo psicoanalíticamente orientado en el que yo fui formada, la psiquiatría psicodinámica, hablaba de seres humanos complejos que sufrían y luchaban. Como psiquiatras, tuvimos la oportunidad de conocer a estas personas y escuchar sus historias en forma íntima.

“La psiquiatría moderna nos da un sentido tan empobrecido de lo que significa ser humano”, me dijo Robert Whitaker, “y ha hecho desastres por donde miremos”. Los conductores de este cambio cataclísmico, de compartir historias a tomar pastillas, incluyen a las mismas instituciones que esperábamos que nos protegieran y lo previnieran.
Mucho se ha escrito en Mad in America sobre la gran traición de la APA (Asociación Americana de Psiquiatría), la industria farmacéutica, la FDA (Administración de Drogas y Alimentos) y gremios interesados en perpetuar esta castillo de naipes. No necesito hacer una revisión aquí. Pero si necesito decir que muchos de nosotros nos cuestionamos si hemos ayudado o hemos hecho daño a nuestros pacientes a través de algunas de nuestras intervenciones, confundidos sobre en quién podemos confiar y con muchas preocupaciones sobre lo que debemos y necesitamos hacer de ahora en adelante.

Nosotros los psiquiatras ya no tratamos pacientes, sino que “manejamos medicinas”

Como muchos de nosotros, he sido medico por gran parte de mi vida adulta. Amo haber tenido la oportunidad de ayudar a aquellos que estaban sufriendo y, a cambio, he aprendido de ellos. Siempre me he sentido privilegiada de ser bienvenida a lo más profundo del corazón y alma de otros y de que se me diera la oportunidad de acompañarlos a encontrar mejores resultados. Me he sentido bendecida de ser una sanadora y maestra. Pensé que ejercería la psiquiatría para siempre.

Nunca esperé tener que preocuparme de que la caja de herramientas que se me dio para hacer mi trabajo estuviera llena de implementos oxidados y pociones inefectivas. Nunca pensé que se me empujaría a hacer cosas que tienen el potencial para lastimar o incluso matar personas. Pero hoy se que nuestras drogas pueden hacerlo. Mientras la cortina se corría y la macabra naturaleza del universo farmacéutico se revelaba, me sentí completamente abrumada y personalmente cambiada.

A lo largo de mi carrera he visto médicos convertirse en “proveedores de medicamentos”. He visto desaparecer la capacidad de un médico de preocuparse por sus pacientes de la oficina al hospital y de nuevo a la oficina. Yo solía estar disponible para mis pacientes dentro y fuera del hospital. Ahora tenemos médicos que solo ven pacientes en el hospital. Se llaman “hospitalistas”. Y no podemos ver a nuestros propios pacientes en el hospital porque sus aseguradoras controlan a dónde van y a quién pueden ver.

Nosotros los psiquiatras ya no tratamos pacientes, sino que “manejamos medicinas”. Casi todos usamos un record de salud electrónico (EHR, se utiliza para recolectar información de pacientes o poblaciones en formato digital), en el cual necesitamos documentar las notas clínicas y prescripciones. Dicha actividad quita tiempo preciado de los pocos momentos cara a cara que tenemos con nuestros pacientes. Todo el trabajo de la visita, que frecuentemente solo dura 20 minutos, debe ser documentado en un incómodo EHR que solo nos resta tiempo.

En 1997, a principios de mi carrera, los Estados Unidos se convirtieron en el primer país en el mundo en permitir a la industria farmacéutica que comercializara sus productos directamente al consumidor. Hasta ese entonces, solo podían comercializarlos a nosotros los médicos. Nosotros los doctores aunque sea podíamos ser reguladores en ese entonces. Ahora, el presupuesto de marketing de la industria farmacéutica empequeñece enormemente su nuevo presupuesto de desarrollo de fármacos, y las compañías farmacéuticas bombardean al público con mensajes sobre todo lo que tienen de malo, necesitando siempre una otra “pastilla maravillosa” para solucionarlo. Nuestros pacientes vienen demandando medicamentos específicos, y un estudio recientemente publicado ha demostrado que podemos obtener malas críticas como médicos si no prescribimos y ordenamos lo que el paciente quiere. Desafortunadamente, muchas organizaciones esperan que obtengamos revisiones consistentemente buenas, independientemente de los desafíos que se presentan por hacerlo.

Al escribir estas palabras, me siento profundamente triste por lo que todos hemos perdido. Ya no tenemos esa habilidad de preocuparnos por aquellos que están sufriendo y el optimismo y confianza de que podemos recobrarnos de los golpes, heridas y contratiempos que son cuestiones de la vida. Se nos ha dirigido en manada hacia la prescripción de pastillas, ciegamente y sin lógica o justificación. No se nos ha respetado o escuchado. Nos han dado pocas opciones. Y nosotros hemos llegado a confiar y creer que necesitamos cosas que pueden estar interfiriendo con nuestra buena vida. Todos hemos hecho un gran daño. ¡Nos merecemos mucho más!

Yo creo, y tal vez tu también, que el cuidado médico debería tratarse de ayudar a las personas. No debería ser dirigido ante todo por las ganancias. El paciente debería ser el centro del modelo y la prioridad. La organización profesional de uno debería ser el baluarte contra el que podemos contar para recibir apoyo y hacer nuestro mejor esfuerzo. Pero todo el campo se ha enloquecido. Y nosotros los psiquiatras, y nuestros pacientes, hemos sido las víctimas. Esto es verdaderamente trágico. Entender esto es suficiente para que queramos acurrucarnos y darnos por vencidos. Pero somos resilientes y capaces. Así que nos vamos a levantar, sacudirnos el polvo y empezar a mirar hacia a donde nos dirigimos ahora.

He decidido escribir este artículo de opinión porque creo que los psiquiatras desilusionados necesitamos un foro para conectarnos, ser escuchados, apoyarnos y recibir ayuda. Es duro hablar, y hacerlo públicamente, en contra del modelo imperante. Y es difícil saber para dónde ir, o qué hacer, cuando todos los trabajos abiertos para ti— y hay miles — son fundamentalmente los mismos.

Somos resilientes y capaces. Así que nos vamos a levantar, sacudirnos el polvo y empezar a mirar hacia a donde nos dirigimos ahora.

Los residentes de último año de psiquiatría reciben un promedio de 100 ofertas de trabajo para hacer manejo de medicinas. Y no hay otras opciones. Muchos graduados tienen préstamos educativos enormes que pagar y puede que no tengan mucho conocimiento de los riesgos del modelo imperante. El entrenamiento en psicoterapia en la residencia psiquiátrica tal vez ni siquiera pueda emplear opciones terapéuticas para abordar el estrés y promover la transformación en los pacientes.

Los psiquiatras no podemos permanecer en el paradigma imperante y al mismo tiempo luchar para cambiarlo. Yo misma traté de trabajar con el nuevo modelo durante 10 años. Y me hizo muy mal. Estaba viendo pacientes sin parar, perdí mucho peso, estaba ansiosa e inestable y tenía problemas para dormir. Traté de trabajar en una serie de organizaciones diferentes, pensando que en otro lado sería distinto. Pero aprendí que el modelo y los desafíos eran básicamente los mismos en todas ellas. En mi último empleo, tuve tantas visitas de pacientes en tres años como en 10 años de consultorio privado a tiempo completo. ¡Y escribí más prescripciones en esos tres años que las que escribí en los 20 años previos!

Por último, me encontré incapaz de seguir trabajando en el modelo de manejo de medicinas, esa casilla donde muchos de nosotros residimos ahora. ¡Pero irme también fue difícil! No tenía idea de qué hacer. Y amo ser doctora, no quería dejarlo. Sin embargo, lo que estaba haciendo, y lo que se me pedía que hiciera, corría en contra de mis más profundas creencias sobre lo que significaba participar en el saneamiento. Luche mucho. Y realmente no habían muchos lugares seguros para hablar de esto. No podía hablarlo con mis supervisores en el trabajo, donde desafiaría el modelo financieramente dirigido de la organización. No podía escribirlo abiertamente, por miedo a perder credibilidad como psiquiatra. No veía forma de mejorar y me seguía sintiendo más y más aislada y estresada. Así que finalmente me fui, en Marzo del 2017.

Desde entonces, he estado aprendiendo mucho sobre lo que nos aflige, y lo que nos inhabilita a buscar ayuda. He sido capaz de escribir más abiertamente sobre dónde estoy y en qué creo. Y he decidido que necesito proveer ayuda y apoyo como consultora a mis colegas que pueden estar experimentando dificultades similares y no tienen un lugar a donde hablar de ellas. Nuestro estrés, literalmente, nos está matando.

Recientemente tuve la oportunidad de asistir a la primer Conferencia sobre la Salud del Médico en San Francisco, co-patrocinado por la AMA (Asociación Americana de Medicina) y la Universidad Stanford. Habían 375 lugares, pero dada la extraordinaria demanda, aceptaron a 425 participantes y ¡tuvieron una lista de espera de 100 más! Claramente estamos luchando por algo de apoyo y guía.

El ex Cirujano General de los EE. UU., el doctor Murthy, habló sobre la creciente deshumanización y despersonalización en medicina. Habló además sobre nuestra necesidad de ser valorados, entendidos, queridos y apreciados. Dijo que “los lugares de trabajo no priorizan las conexiones sociales con nuestros colegas” y que los doctores están sufriendo y su dolor es válido.” Habló de la falta de autoeficacia que muchos sentimos y del costo personal extremo que involucra hacer un gran trabajo por nuestros pacientes. Se utilizó la aplicación 2shoes app para preguntas, así que los participantes podían votar preguntas formuladas para cada orador, para que el moderador supiera cuáles eran las que más querían que respondieran- La primera y más votada para el Dr. Murthy fue: “¿Cómo desestigmatizamos el hecho de que los médicos busquen ayuda?”. Aplaudo a la Universidad Stanford, la AMA, los oradores y al Dr. Murthy por validar este crucial problema.

Artículo de opinión: La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.

Imagen: Ümit Bulut on Unsplash


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