Situado sobre el cauce seco del Arroyo de la Vega, tributario del río Cristóbal, este puente medieval y olvidado sostiene un camino de herradura que ya no va a ninguna parte. Hace muchos años que no lo transitan ni pastores ni mineros (la mina La Morenita está muy cerca); hoy la senda está perdida.
Además de su soledad, este puente aporta una fisonomía peculiar debido al gneis (dorado) y a su arco irregular y achatado, más debido a la impericia de quienes lo construyeron (los vecinos) que al diseño. La calzada denota su falta de uso.
La rusticidad y sencillez no empañan su imagen, que en la distancia es muy hermosa. Cuando nos acercamos, la disposición de las lajas de pizarra del arco y los pilares resultan fascinantes. Por todo ello, este puente de Villares de Jadraque es uno de los más bellos de Sierra Norte de Guadalajara.
Lar-ami, gerente de la Casa rural La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios.
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