Revista Arte

El puño invisible

Por Camilayelarte @camilayelarte
El puño invisible
¿El arte es política? El puño invisible de Carlos Granés arranca con el paralelismo de dos revoluciones que sirven de Obertura a la convulsa historia del siglo XX: dadaismo y comunismo, ambas revoluciones destinadas a socavar los cimientos de la cultura y la sociedad occidental. Cien años de vanguardias artísticas analizadas no desde el punto de vista estilístico y formal sino tratando de comprender la revolución cultural, minoritaria y silenciosa,  que llevaron a cabo y que dieron forma no sólo al siglo XX sino a la sociedad que somos actualmente. La búsqueda de libertad, la voluntad de romper con las jerarquías sociales, y las categorías artísticas así como la máxima de acercar el arte a la vida se abordan en el libro como las batallas libradas y casi todas perdidas por una minoría que sintiendo la alienación del hombre dentro del sistema capitalista entendió la cultura como arma para transformar el mundo. De Tzara a Marinetti, Breton o John Cage El puño invisible engancha desde sus primeras páginas por la capacidad de enlazar estos distintos capítulos de la historia cultural del siglo XX de forma clara y concisa. La estructura del libro no es totalmente lineal sino que va y vuelve de un clima cultural a otro dibujando las lineas de continuidad entre unos hechos y los otros.Dividido en dos tiempos, de las primeras vanguardias hasta los sesenta y de los setenta hasta hoy en día, el primero es el más objetivo a nivel histórico mientras que el segundo permite ir presentando la tesis que Granés acaba defendiendo en su epílogo y con la que no estoy del todo de acuerdo o  como menos me turba. Si bien la lectura del primer tiempo le deja a uno el sabor de boca de que el arte o mejor dicho la cultura es efectivamente política y se autoconvence de la necesidad de ésta y del arte como herramienta imprescindible para la transformación de la sociedad y el conocimiento, el segundo tiempo nos enfrenta a conclusiones un tanto perturbadoras, como por ejemplo que muchas ideas implícitas en las vanguardias artísticas lejos de desalentar la barbarie humana las aumentó y que la cultura no ofrece garantía alguna de que sus creaciones sean beneficiosas para la humanidad. ¿Por el hecho de que acabó apoyando a Mussolini hubiese sido más beneficioso para la humanidad que Marinetti y los que le siguieron se hubiesen ahorrado el futurismo? Ser y existir tampoco son garantía de nada y no por eso dejaremos de vivir. Granés anuncia el fin de una era, el de las vanguardias, cuyos principios han sido inevitablemente absorbidos por el sistema neutralizando su capacidad de revolución y provocación. El arte ya no puede ser transgresor, el arte y la cultura han pasado a ser puro entretenimiento ¿pero hasta cuándo?
Carlos Granés Maya, El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales, Taurus Ediciones, 2011. Precio: 22€ en La Central

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