El Quiosco del Tango – Buenos Aires

Corría abril de 2007, yo estaba en Buenos Aires por algunas semanas. Hablé por teléfono con Víctor Oliveros, amigo personal de Ástor Piazzolla, fan suyo de la primera hora, coleccionista y uno de los mayores conocedores de su obra y vida. Oliveros me sugirió que nos tomáramos un café en el centro, en la calle Corrientes (bueno… técnicamente: la Avenida Corrientes), y explicitó «en el bar justo al lado del Quiosco del Tango». ¿De qué me está hablando? Ha de haber mil kioskos del tango en Corrientes. Pero no, parece que hay uno sólo, es legendario y yo no lo conocía. Así que fui unos minutos antes de la hora de la cita y me puse a mirar libros.

Las publicaciones de tango tienden a compartir una particularidad: son llorones, verborrágicos y exageradísimos, ponen por las nubes a determinadas figuras, religiosamente, sin el menor atisbo de crítica, y miran con desprecio a los que no vienen del hard-core tanguero (otra vez técnicamente: a los que no son «del palo»). Pero un libro en particular me llamó la atención precisamente porque NO tenía estos vicios y además tocaba un tema que me interesaba mucho (y me sigue interesando): «El tango del tercer milenio«, de ‘un tal’ Marcelo Oliveri.

Después de hojear este libro y otros (bajo la atenta mirada de dos quiosqueros), me decidí por éste y lo compré. «Me alegra mucho que te haya gustado, porque yo soy el autor», me informó. Fue muy hábil que no lo haya dicho antes de decidirme por este libro, para no ejercer una presión indebida – y para constatar si mi interés era genuino. Ipso facto le pedí que lo autografiara, cosa que hizo con gusto. Ha de ser uno de los pocos libros que realmente leí de tapa a tapa.

Juan María Solare
Bremen, 18 de noviembre de 2021