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Especial. Cobertura BAFICI 2012
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El director y co-guionista (junto a Fernanda Ribeiz, Sebastián Caulier, Leonel D’Agostino) porta piloto oscuro y barba rala, compara fotos y documentos escritos, inspecciona rincones oscuros, frecuenta bibliotecas y hemerotecas, interroga a sus entrevistados con anotador en mano. Sólo el uso de un celular al principio del film delata la condición contemporánea de este profesional tal vez inspirado en algún personaje de Humphrey Bogart.
Los espectadores reticentes a los documentales cuyos conductores se reservan un rol protagónico habríamos preferido un formato menos ficcionalizado. Dicho esto, es justo reconocer que la ocurrencia de encarnar a un detective encaja muy bien en un relato con más rumores, preguntas, contradicciones y sospechas que información precisa, conclusiones y certezas.
Además, Schindel sabe distinguir entre un recurso narrativo (en este caso, la figura del inspector y el género policial) y la rigurosidad propia del género documental. En otras palabras, el realizador trabaja de manera rigurosa con las fuentes consultadas: tanto libros y diarios como historiadores, arquitectos y administradores de los palacios argentino y uruguayo.
Tras la proyección que tuvo lugar ayer a la tarde en el marco del 14º BAFICI, el realizador dijo estar considerando la posibilidad de estrenar El rascacielos latino en la cartelera porteña. Al parecer, la película ya se encuentra editada en DVD, formato que incluye secuencias descartadas en la versión final pero interesantes para los espectadores interesados en saber más sobre la misterios relación “del Barolo” con el Dante y la masonería local.