La victoria del Real Madrid por dos goles a cero frente al FC Barcelona, en el Clásico del Bernabéu, le devuelve a la cabeza de la competición. En una temporada en la que ambos están siendo capaces de lo mejor y de lo peor, el resultado de ayer supone una vuelta más. Estos vaivenes de la temporada quedaron reflejados en el propio partido, donde cada equipo dominó una mitad, pero fue el local quién mejor aprovechó su momento.
Más allá de las alternancias en el manejo del partido, el encuentro fue reflejo de la campaña de ambos equipos. De sus virtudes y defectos. De sus estilos e idiosincrasias. Ambos se están mostrando como dos gigantes con pies de barro, muy superiores al resto de equipos de la competición, pero una sombra insegura de la imagen de equipos imbatibles que teníamos de ellos temporadas atrás.
Arrancó tremendamente táctico. Con esos minutos de tanteo típicos de una final. Una pena que no cayera un gol en esos primeros compases, que posiblemente hubiera roto el corsé del planteamiento dando paso a un partido más vistoso.
Con el paso de los minutos, se fue viendo a un FC Barcelona más cómodo y asentado. El Real Madrid esperaba en su campo, tal vez confiado en que Setién activaría el fútbol de limpiaparabrisas que tanto se critica a los blaugrana, dando pie a contraataques tras pérdidas. Para ello, incluyó Zidane a Vinicius en el once inicial. El brasileño debía ser como la espita de una olla exprés, el punto por el que liberar la presión del equipo.
Pero el Barça no se perdía en un toque excesivo, sino que iba encontrando vías libres. En ocasiones por las llegadas de Jordi Alba, en otras por las rupturas de líneas de Messi, que venía a recoger el balón al centro del campo. También la movilidad de Griezmann o la posición de partida, muy abierta a banda, de Frenkie De Jong pusieron en aprietos al Real Madrid a la hora de defenderse.
Arturo Vidal, superado por Vinicius (fuente: Goal.com)Setién completó la línea de ataque con Vidal, de quien ayer sacó poco provecho. En el primer tiempo, el Barça completó su superioridad posicional con la presión tras pérdida, que funcionó bien. De este modo, obligaron a Isco a meterse en campo propio para poder iniciar las jugadas. Como decíamos antes, la salida con Vinicius parecía la única posible. Pero el brasileño, aunque superó en varias ocasiones a Semedo, no lograba cerrar las acciones, ese estigma que pesa sobre él ¿Pecado de juventud o debilidad permanente? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, Piqué se divertía adivinándole dónde iba a poner el centro o qué camino iba a intentar seguir en el próximo regate.
Acabó el primer tiempo con empate a cero, porque Courtois así lo quiso. Otro nombre propio a destacar el del portero belga. Casi transparente la pasada campaña y al arranque de esta, lleno de confianza en este punto de la temporada. Detuvo con seguridad una combinación de Vidal y Griezmann en la que Messi no acertó a complicarle en exceso, sacó un mano a mano frente a Arthur con mucho mérito y observó como Griezmann enviaba a las nubes un pase de la muerte de Jordi Alba.
El Barça dejó en el primer tiempo con vida a un Real Madrid timorato y agazapado. Zidane necesitaba cambiar algo aprovechando la vida extra que le concedía su rival, aunque el inicio del segundo tiempo no parecía mostrar cambios en la tendencia.
Volvía a aparecer mejor situado el visitante, pero los blancos empezaron a presionar en campo rival, asumiendo el riesgo de dejar espacios a su espalda, y el partido cambió. Al Barça se le empezaron a ver las costuras en el centro del campo. Arthur y De Jong decidieron que no estaban para estos trabajos y dejaron a Busquets abandonado a su suerte. Messi cada vez entraba en contacto con el balón más lejos y más presionado por el Real Madrid, la movilidad de Griezmann y la presencia de Vidal empezaban a no servir para absolutamente nada. De hecho, el Real Madrid llegó a encerrar al Barcelona. Por primera vez, casi a la hora de partido, empezaba a parecer que los merengues estaban más cerca del gol que los culés.
El Real Madrid robaba en campo rival y eso daba alas a sus ataques. Así llegaron dos ocasiones de Isco. Un disparo lejano que Ter Stegen voló para sacar, y un cabezazo picado que superaba al portero alemán pero se encontró con Piqué para sacarlo sobre la línea.
Isco, presionado por Messi (fuente: El Confidencial)Contra eso, el barcelonista de a pie sigue anhelando un plan B, el mismo que anhelaban los béticos en temporadas anteriores. El juego combinativo empezaba a ser una losa, más que una virtud. Buscar a Braithwaite en el banquillo parecía una opción, y Setién le puso en juego. El danés, que parecía un fichaje absurdo (entono el mea culpa) pareció una opción para aportar verticalidad al juego del Barça. De hecho, el primer balón que tocó fue librado de nuevo por la actuación de Courtois.
Como el fútbol muchas veces, sobre todo entre equipos igualados, depende de aprovechar instantes, un Real Madrid que vivía bastantes metros más adelante que en el primer tiempo, encontró el suyo. Kroos puso un balón en profundidad a Vinicius, tras señalarle donde se la iba a mandar, como si fuera un adulto jugando un partido con niños. El brasileño rompió (una vez más) la defensa de su banda, y Piqué salió (una vez más) a cruzarse para ganarle el duelo.
Lo que nunca sabremos si fue un pase o un disparo del joven extremo, tocó en la pierna del central catalán, despistando a Ter Stegen y convirtiéndose en el 1-0. Lo que podría haber sido un partido más en el que cebarse con Vinicius y su falta de colmillo en los últimos metros, se convierte, por obra y gracia del toque en Piqué, en el día de la confirmación de una estrella en ciernes. El fútbol es así.
Con veinte minutos por delante, ese gol pudo haber espoleado al Barça. Pero cuatro minutos después, otro de esos instantes decisivos apareció en el partido. Messi cazaba un balón en un desajuste defensivo y, cuando entraba en el área, Marcelo alcanzó a cruzarse ante un toque demasiado largo del rosarino. El defensa brasileño lo celebró como un gol a favor, y al Barça le terminó de hundir como si de eso mismo se tratara.
El Real Madrid esperó de nuevo más atrás, ante un Barcelona con muy poca fe en lograr anotar, a pesar de las salidas de piernas frescas con Rakitic y Ansu Fati. Con esa misma idea, Zidane introdujo a Modric por Isco y, posteriormente, a Lucas Vázquez por un Valverde acalambrado. Como cambio para terminar de perder tiempo, sacó en el descuento a Mariano por Benzema.
El hispanodominicano, que es algo más que un recurso para perder tiempo, demostró que es el delantero con más gol de la plantilla del Madrid, aunque Zidane no recurra a él. Agarró un balón en banda derecha y, con su fe inquebrantable como motor, esa misma que le hacía creer que algún día sería Balón de Oro si seguía jugando en el Real Madrid, se plantó ante Ter Stegen. Como corresponde a ese tipo de jugador del que los aficionados decimos que "tiene gol", le pegó mordida, resbalando, mal desde cualquier punto de vista. Pero fue la mejor forma de pegar al balón, la que despistó a Ter Stegen y le hizo lograr el 2-0 definitivo.
Mariano celebra su tanto ante el FC Barcelona (fuente: Mundo Deportivo)Así las cosas, queda para el Real Madrid la opción preferente de esta Liga. Sale líder de los enfrentamientos directos, con solo un punto más el goal average. Le toca aprovechar este momento, como supo aprovechar mejor que el Barça sus momentos en el partido de ayer. Pero no apuesten (si me permiten la recomendación) su hacienda a un Real Madrid campeón de Liga, porque esto puede cambiar varias veces en las doce jornadas que restan.