Revista Cultura y Ocio

El reality de los Kirchner

Publicado el 21 mayo 2013 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

(Por Fabián Scabuzzo) Desde el legendario “Gran Hermano”, que nació en Holanda en 1999, los Realitys Shows evolucionaron en mil formas, algunas polémicas, otras más o menos exitosas. Rayan siempre en la discriminación o en la valorización de falsos prototipos sociales, han evolucionado para solapar sus defectos pero manteniendo viva su esencia: espíar la intimidad ajena y regodearse de sus miserias.

La esencia de los realitys: espíar la intimidad ajena y regodearse de sus miserias.

Las últimas versiones argentinas de los realitys incluyen “Cuestión de Peso”, en donde un grupo de obesos intenta adelgazar. Son exhibidos sin pudor obligados a mostrar sus carnes y colgajos, a vestir mallas de baño y bailar, sin importarles el qué dirán, mientras son televisados. Sus testimonios incluyen sus comportamientos íntimos, sus laceraciones por la gordura y sus temores al rechazo, todo bajo la supervisión del Dr. Alberto Cormillot creador del ciclo, que intenta siempre darle un matiz educativo a un horroroso desfile de sufrimiento humano. Parece decirte: “A eso llegás sino te alimentás mejor”.

reality tv El reality de los Kirchner
El otro ciclo, un formato importado del exterior, “Perdidos en la Tribu”, muestra la convivencia de personas urbanizadas con tribus exóticas y al revés, esos mismos indígenas traídos a la gran ciudad para ver sus reacciones de pajueranos. Aquí el contraste de la civilización y la barbarie es el motivo del programa y trata de rescatar, con esfuerzo, los valores que suelen tener los pueblos originarios, en relación a los que vivimos en las ciudades modernas, mostrándolos como seres inocentes. Algo así propuso “Cambio de parejas” por un canal de cable hace unos años, en donde el marido o la mujer se mudaban a una casa de otro nivel social o cultural al que pertenecían. Los contrastes sociales, un eterno condimento de las telenovelas, migran a estos formatos con buena repercusión.

Periodismo para Todos: el primer reality que incluye a una persona fallecida y a una decena de personajes oscuros.

“Bailando por un sueño” pasó de ser un concurso de baile a un reality cuando Tinelli vio peligrar sus mediciones . Allí fue donde Graciela Alfano reveló que Aníbal Pachano tenía HIV, como un detalle de la falta de límites en este tipo de formatos. La realidad aumentada de estos Shows poco cambia la vida de las personas normales. Lo ven como se ve la tele: como cosas que pasan, que entretienen, pero poco dejan en uno.

Como si fuera un sucedáneo de estos ejemplos los argentinos asistimos al primer ciclo que cuenta las roñas de la política argentina, el primer reality que incluye a una persona fallecida y a una decena de personajes oscuros, conocidos ahora como “valijeros”.

Lanata2 El reality de los Kirchner
Es otro  reality que habla del poder y el dinero. El contraste con la vida de la mayoría de los argentinos resulta abismal, los detalles son increíbles: bolsos de dinero, aviones, casamientos ficticios, bóvedas con lingotes, robo y lavado de dineros públicos y jardineros, y choferes convertidos en millonarios. La corrupción de almas designadas para la tarea de gobernar, en un atractivo formato con imitadores y despechados que revelan la ruindad que suele haber en la política. Es “Periodismo para Todos”, el reality de los Kirchner, creado por Jorge Lanata.

Como Harpagón, de “El Avaro” de Moliere, se lo muestra al ex presidente valorando más el dinero que a él mismo.

Se lo ve al extinto ex presidente Néstor Kirchner abrazando una caja fuerte, en años en que era gobernador sureño, al grito de “éxtasis”. Un arquitecto cuenta cómo diseñó una bóveda, como las que tienen los bancos, para una de las residencias de la familia presidencial mientras algunos enemigos detallan la relación, casi enfermiza, de Néstor con el dinero y la necesidad de acumularlo, de verlo y de tocarlo. Como Harpagón, de “El Avaro” de Moliere, se lo muestra al ex presidente valorando más el dinero que a él mismo, insistiendo con la tarea de acumular riqueza para el futuro, disimulando ante los demás sus verdaderos intereses. Ese dinero que llevaba de aquí a allá en aviones, era del erario público, apenas un detalle que parece no importarle a nadie.

Kirchner y la caja fuerte El reality de los Kirchner

Dicen que Cristina está furiosa con el programa, en las últimas semanas se habló de la intención del gobierno de intervenir Clarín solo para levantar el ciclo. La operación hubiera resultado impopular. La otra medida que se debate estos días es la emisión del fútbol en ese horario, domingos a las 22:30, para “robarle” audiencia. Si eso ocurriera no van a poder impedir fácilmente la viralización del programa en las redes sociales, o la repetición cansadora en TN, Clarín y Telenoche.

Un fondo veraz: La corrupción kirchnerista, que ha dejado de ser un “secreto a voces”.

El reality de los Kirchner es el programa más visto de la Televisión argentina de estos días, es una mezcla de periodismo con show de imitadores, con investigaciones más o menos veraces, pero con una cuestión de fondo veraz: La corrupción kirchnerista, que ha dejado de ser un “secreto a voces

La corrupción en el tratamiento periodístico tiene sus problemas, pero también sus valores. En general se basa en apreciaciones de sospechosos testigos, personas que “la vieron pasar”, o se quedaron “con un vuelto”, o “le contaron”. Los testimonios resultan mensajes mafiosos y el periodista parece que participa de una “operación” y no de la denuncia del robo del dinero público. La investigación no va mucho más allá de los despechados que hablan, simplemente porque el mundo de la corrupción tiene ocultamientos previstos y hábil protección de las instituciones participantes, en general no hay pruebas. La misma justicia se encuentra en dificultad de investigar estos delitos, estos temas suelen resolverse con los cambios de gobierno o prescriben o se olvidan.

Argentina padece un “estado” de corrupción, no son “actos” de corrupción aislados.

El valor de investigar la corrupción de un gobierno está en analizar el comportamiento que éste tiene ante las denuncias periodísticas. Cristina Kirchner optó por no responder. Hubo algunas “movidas” mediáticas haciendo desmentir a los mismos testigos de sus dichos, y funcionarios que cuestionan la credibilidad de Lanata para emitir estas acusaciones. Por otro lado los medios oficialistas celebran cualquier acto de censura o de persecución al equipo periodístico de Jorge Lanata, hoy se conoció que Lázaro Baéz – acusado como testaferro de la familia Kirchner – pidió los crudos y notas originales del informe del programa, como si no estuviera en los derechos de los periodistas la protección de las fuentes y de su material de investigación.  La justicia frente a todo esto actúa con lentitud supina, no se podía esperar más.

Como he leído por ahí, Argentina padece un “estado” de corrupción, no son “actos” de corrupción aislados, aquí el gobierno es sospechoso pero también el policía o el inspector que pide una coima. En los llamados países desarrollados la corrupción resulta ocasional, aquí es permanente, casi vocacional, y el castigo inexistente.

Cristina maximo y lazaro El reality de los Kirchner

La función pública es vista para la mayoría de los argentinos como una oportunidad para la riqueza, y la política el instrumento para llegar a esos puestos que en pocos años cambian la vida de una persona y su familia. En otras sociedades está mal visto que un funcionario haga ostentación de riqueza, aquí parece no importarle a nadie y vemos a la misma presidenta vestir un luto lujoso (alguien dijo que luto con brillo no es luto) y a sus funcionarios subir en la escala social de manera asombrosa y ofensiva.

Una red de complicidad y silencio rodea las denuncias del único canal opositor que queda en el país. Los periodistas más complacientes con el gobierno preferirían que Lanata no existiera.

Tenemos metido, no sé en dónde, eso de “roban pero hacen”, como si fueran Robin Hoods, héroes de un tiempo en que es necesario delinquir para ser buenos políticos. Excusas.

Una red de complicidad y silencio rodea las denuncias del único canal opositor que queda en el país. Los periodistas más complacientes con el gobierno preferirían que Lanata no existiera. Y si así fuera, ¿quién hablaría de corrupción?, ¿o es un tema que no le importa a nadie?

Otros ¿colegas? acusan a Lanata de no tener pruebas suficientes, en un tema, como dijimos antes, casi ímprobo. El otrora impecable Víctor Hugo Morales lo define como “libertinaje” periodístico. No nos sorprenda que nos encontremos dentro de poco con la prohibición de investigar al gobierno, simplemente porque ponen en relieve una verdad que no es conveniente.

Una de las funciones de los periodistas es “investigar” al poder. A cualquier poder, especialmente el que nos gobierna. Frente a la corrupción, que ha dejado de ser una sensación, la postura del periodismo en general parece más cómoda a los poderes de turno que al servicio público de informar e investigar. Tampoco los medios, que pueden financiar estas investigaciones, se muestran interesados en eso.  Es que investigar o no tiene su precio.


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