Revista Cultura y Ocio

El reconocimiento (o el amor) que nos mueve

Publicado el 05 agosto 2022 por Benjamín Recacha García @brecacha

Cómo cambian nuestras necesidades de reconocimiento en función de las etapas vitales en que nos encontramos inmersos. Recuerdo cuando me quemaban las ideas en la cabeza y en las yemas de los dedos, y aprovechaba cualquier hueco en la agenda para escribir una nueva entrada en el blog. Continuamente encontraba motivos para aparecer por aquí, convencido de que el mundo «necesitaba» leer mis opiniones sobre casi cualquier tema de actualidad. Fue una buena época; supongo que aún me quedaba la suficiente ingenuidad en el depósito como para creer que el mundo se podía empezar a cambiar desde un rincón remoto de Internet.

También tenía mucha ilusión por dar a conocer mis proyectos personales. Me había aventurado a escribir novelas y autopublicarlas, y me veía capaz de ir a contracorriente en lo que se refiere al mercado editorial. Aunque agotadora, no me puedo quejar de la experiencia. Fue realmente enriquecedora, y me dio la oportunidad de conocer a gente muy maja y muy interesante. Las experiencias (e ilusiones, en todos los sentidos) compartidas se retroalimentan.

El otro día le contaba a una amiga una de mis teorías sobre la humanidad (conforme me hago más mayor, me da por filosofar): todo lo que hacemos en este mundo está movido por la necesidad de reconocimiento. En verdad, creo que le dije «por el amor», pero entre risas y cervezas sonaba menos cursi que aquí escrito. No, en serio, estoy convencido de ello; necesitamos sentirnos queridos, y eso incluye cualquier forma de reconocimiento: unos likes en Instagram, unas decenas de visualizaciones en WordPress, el aplauso de los miembros de un grupo de Whatsapp, y, por supuesto, los equivalentes físicos, que parece que ya sólo importe lo digital/virtual.

En realidad, el análogico es el único amor/reconocimiento que merece ser considerado, el único (que debería ser) capaz de influir en nuestra vidas. El otro, el que recibimos online, acostumbra a ser muy efímero. Y es lógico que sea así, pues proviene de identidades que en su mayoría nunca llegaremos a relacionar con personas reales.

Todo esto viene a cuento de la etapa vital en que me encuentro. Ya hace tiempo que me produce una pereza inmensa opinar, pues tengo no la sensación sino el convencimiento absoluto de que la mayoría de la gente no quiere escuchar nada que ponga en duda sus convicciones; y si me da pereza opinar, mucha más me produce la idea de discutir con los convencidos. Por otro lado, que apenas aparezca por aquí no significa que no tenga nada que contar. De hecho, afortunadamente, tengo mucho por lo que sentirme satisfecho y que, de encontrarme en un momento vital diferente, seguro que sería fuente de numerosos artículos. La cosa, sin embargo, es que prefiero centrarme en vivir las experiencias y no encuentro el momento ni la motivación suficiente para difundirlas como se merecen sino muy de vez en cuando. Como ahora.

Voy a referirme a tres proyectos de los que ya he escrito en ‘la recacha’, y que se merecen todo lo bueno que pueda pasarles, no porque yo forme parte más o menos activa de ellos, sino porque se trata de propuestas valientes, originales, divertidas y, lo más importante, que nacen de la voluntad de conectar a las personas y, por tanto, de repartir felicidad (uy, lo que ha dicho) a través de la cultura.

Atrapavientos, Premio Nacional de Fomento de la Lectura

Empiezo por Atrapavientos, la asociación zaragozana que desarrolla actividades de fomento de la lectura, sobre todo entre los más jóvenes (pero no exclusivamente), fundamentalmente a través de la escritura creativa. Debería ser más pesado con lo que hacemos, porque yo formo parte del equipo docente y del núcleo creativo, y, de hecho, en septiembre lanzamos nuevos talleres de escritura con una pinta sensacional. Pero no vengo a hablar de mi libro, que también, sino a aplaudir con las orejas, y a solicitar de paso el aplauso de esas decenas de lectores que pasáis por aquí, porque nos han concedido el Premio Nacional de Fomento de la Lectura.

Para una entidad cuya razón de ser es el fomento de la lectura, no puede haber un reconocimiento más a la medida. Nos hace una ilusión tremenda, y, además de hacernos ilusión, nos habría solucionado cuatro o cinco años de supervivencia y desarrollo de nuevos proyectos si el premio tuviera dotación económica, los mismos 30.000 euros del Premio Nacional de Tauromaquia, por ejemplo. Parece ser que el año que viene, por fin, además de la palmadita del rey, el fomento de la lectura también recibirá premio en metálico. Ya es mala buena suerte haber sido galardonados el último año de sólo palmadita real. En fin, qué se le va a hacer.

XI Muestra de Cine de Ascaso

Sigo con la Muestra de Cine de Ascaso, porque del 30 de agosto al 3 de septiembre celebramos la XI edición bajo las estrellas del Pirineo aragonés (desde donde escribo estas letras, por cierto, como atestigua la foto de cabecera). Once ediciones de un festival cinematográfico, organizado por voluntarios llegados desde diferentes puntos del país, en una aldea semiabandonada donde, hasta hace cuatro días, para llegar corrías el riesgo de dejarte un par de neumáticos y los amortiguadores por el camino. No son, a priori, unas condiciones que auguren longevidad ni público. Y mire usted por dónde, resulta que a la gente le va la marcha. La verdad es que el escenario es insuperable como sala de cine al aire libre, pero aun así, resulta complicado explicar con razones lógicas el éxito de la «Muestra de cine más pequeña del mundo».

El reconocimiento (o el amor) que nos mueve
Presentación de la XI Muestra de Cine de Ascaso, junto a la diputada de Cultura, Maribel de Pablo, y el codirector del festival, Néstor Prades.

No me voy a explayar en ello, porque cada verano dedico un amplio y jabonoso artículo a este milagro cultural pirenaico del que puedo presumir formar parte. Soy, de hecho, el responsable de comunicación (nada menos), cosa que me viene muy bien para adornar el currículum, y encima este año he tenido el honor de copresentar el programa (no me lo invento, ahí está la foto en la Diputación de Huesca, sin Photoshop ni nada por el estilo). Ahora sólo falta que el público responda tan entusiásticamente como de costumbre. Quién sabe si esta será la última oportunidad de disfrutar del cine bajo las estrellas de Ascaso, visto el desinterés e incluso las ganas de molestar de algunas administraciones que luego bien que se quieren apuntar el tanto cuando el festival aparece en los grandes medios estatales. En fin, qué se le va a hacer.

Larga vida al cuento

El tercer proyecto es aún más modesto y (por el momento, pero todo se andará) aporta felicidad cultural a menos gente. Mi grado de implicación también es menor que en los dos anteriores, pero su impulsor es un buen amigo y compañero de trabajo, Robert Sendra, quien se merece lo mejor, porque es un buen tipo, pero sobre todo porque se lo curra mucho y lo hace muy bien. Me refiero a Vivir del cuento, el podcast de las historias para lectores sin tiempo para leer. Tras dos temporadas compartiendo la versión sonora de veintidós cuentos y entrevistando a sus autores, le propuse a Robert cambiar los papeles, y que fuera él el entrevistado. El resultado es una hora de charla en la que hablamos sobre escritura, lectura, proceso creativo, referentes, el nacimiento de las ideas…, pero también de la vida. Es una de las entrevistas más divertidas y completas que he hecho en mi vida, y por eso quiero compartirla aquí. Por cierto, como Robert es tan majo, reservó el espacio del último podcast de la temporada a mi cuento Billetes en el bolsillo, que también comparto, porque me encanta el resultado. ¡Larga vida al cuento!

https://www.ivoox.com/vivir-del-podcast-del-cuento-robert_md_89931873_wp_1.mp3 Ir a descargar

Y aquí lo dejo por hoy, a saber hasta cuándo. Por ahora, me voy a seguir centrando en disfrutar del amor/reconocimiento analógico y, por supuesto, de las vacaciones.


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