Revista Sociedad
En los años del tardofranquismo y comienzos de la Transición se hizo tristemente famoso en Madrid un policía, inspector de la Brigada Político Social ("la policía secreta" franquista), apodado Billy el Niño, personaje que destacaba incluso entre el selecto ramillete de torturadores que formaban la élite represiva de la policía franquista, dadas sus marcadas características de sádico psicópata. El nombre real de Billy el Niño es José Antonio González Pacheco, y según El País hoy tiene 67 años. Hace años que abandonó la policía, y no se sabe a qué se dedica. Seguramente a nada bueno. Una jueza argentina ha deciddio pedir la detención y extradición de ese torturador franquista en el marco de la querella presentada en el país americano por españoles familiares de presos políticos encarcelados, torturados y asesinados durante la dictadura fascista española (1939-1975). Junto a González Pacheco, la jueza María Servini de Cubria ha pedido la extradición del mando de la Guardia Civil Jesús Muñecas Aguilar, del comisario de policía José Ignacio Giralte González y de un escolta de Franco llamado Celso Galván, que ahora se ha sabido falleció en 2009. Por cierto que Jesús Muñecas era capitán de la Guardia Civil en 1981 y fue uno de los hombres de confianza del teniente coronel Tejero en el asalto al Congreso de los Diputados, llevado a cabo por fuerzas de ese instituto armado el 23 de febrero de aquel año. Las conversaciones grabadas entonces dan idea de que Muñecas era un fascista fanático, al que seguramente le habría encantado dar gusto al gatillo en aquella ocasión. Según informa El País, "la policía (española) está obligada a arrestar a los tres imputados" una vez le llegue la orden de Interpol emitida a instancias de la jueza argentina. Cuando se detenga a los tres nada presuntos criminales (que están reconocidos por múltiples testigos que sufrieron sus "atenciones"), estos pasarán a disposición de la Audicencia Nacional, quien deberá decidir sobre su extradición a Argentina. Finalmente será el Consejo de Ministros español quien deberá aprobarla o denegarla. Un detalle importante es que al estar acusados de crímenes contra la Humanidad, los delitos que se les imputan no prescriben. A Billy el Niño sus víctimas le describen como un individuo de baja estatura, feo, regordete y con ojos saltones. Y muy corto de mente. "No era un funcionario que orturaba, era un torturador compulsivo, disfrutaba haciéndolo", dice en El País una de sus víctimas, una mujer vasca. En las sesiones de tortura que dirigía daba puñetazos, patadas, culatazos con la pistola y bramaba insultos que en boca de aquel ser obsceno y seguramente lleno de complejos debían sonar ridículos, a pesar de la brutalidad fuera de control que exhibía. Ese animal dañino ha estado suelto todos estos años (¡cuarenta años!), impune, hasta que una juez argentina lo ha convertido en justiciable. El aparato judicial español debería morirse de vergüenza, en el improbable caso de que sus integrantes conozcan ese sentimiento. En la fotografía que ilustra el post, el policía torturador franquista José Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño, en una fotografía de principios de los años setenta del pasado siglo.