
la comilona
Anduvimos en busca de un lugar mágico que nos llevase a otra época...quizá a la época del Medievo, donde el mundo era como un hechizo y los hombres eran caballeros o peregrinos en busca del mismo triunfo, el secreto de la vida.
Buscabamos ese lugar de ensueño donde satisfacer a un estómago exigente....un lugar donde su dueño ha transformado una comida en un momento mágico "la Taberna de Gaia", el recuerdo de otros tiempos, en unas piedras formando habitáculo para albergar a peregrinos cuya meta en ese momento no es otra que llenar el estómago.
Un humilde lugar que sin apenas darte cuenta te lleva a otra época donde absolutamente todos los que allí estábamos compartíamos un único sentimiento común, el que se respiraba en el ambiente, un amor contagioso y latente hacía Gaia, la diosa de la tierra, todos en comunión con la madre tierra disfrutando de sus sabrosos frutos.
Comimos como auténticos "bárbaros", como si no lo hubiésemos hecho en mucho tiempo, primero una cunca de barro que contenía una sopa de pescado y pan como jamás antes tuve el placer de degustar. Algo tan exquisito como embutidos servidos en una teja de tejado hecha en barro, después un revuelto de verduras buenísimo y un churrasco distinto pero sabroso. Terminamos estos manjares con dos exquisitos postres, la tarta típica de chocolate de la abuela y la diosa blanca que fue una explosión de sabor y al saborearla despacio piensas...no puede existir nada más especial y si al mismo tiempo se le acompaña bañándola con una copa de orujo con miel, entonces sólo entonces sientes que la felicidad que llama a la puerta de la vida y sólo queda ser generoso en agradecimientos al poder disfrutar de tal conmemorable evento.
Pero que mejor para hacer digestión de semejante "comilona" que hacer camino al andar, sin duda la mejor opción, proseguir camino para aligerar el peso de una buena comida.
Volviendo al camino desde Murias hasta Foncebadón...
................................continuará....................................
Utrella!!!