Blast of silence
Director: Allen Baron
1961
Estados Unidos
77 min.
Fotografía: Merrill S. Brody
Música: Meyer Kupferman
Guión: Allen Baron y Waldo Salt
Reparto: Allen Baron, Molly McCarthy, Larry Tucker, Peter H. Clune, Danny Meehan, Dean Sheldon, Charles Creasap, Bill DePrato, Erich Kollmar, Gil Rogers
En el artículo dedicado a The city of dead hablaba de cómo están comenzado a hacerse visibles hasta adquirir la categoría de clásicos de culto obligatorio una serie de filmes pertenecientes a esa época de esplendor de la producción independiente y underground norteamericana que fueron los últimos 50 y los primeros 60, producciones que, en muchos aspectos, rellenaban el vacío que estaba dejando la producción”b” de los grandes estudios. Entre esos títulos citados estaba este Blast from silence, la historia de un asesino esperando a cumplir su contrato en plena Navidad y de cómo el que duda, muere. Filmado en las calles de Nueva York en 1961, un thriller existencialista y depurado dirigido y protagonizado por Allen Baron y co-escrito por él mismo junto al también televisivo Waldo Salt, que se ocupa del literario texto en off lijado por la voz de Lionel Stander, blacklisted, habitual secundario de multitud de cintas del cinema bis europeo y célebre mayordomo de la serie Hart y Hart .

Este monólogo interior en segunda persona caracteriza el film con una sobrecogedora fuerza fatalista (Martin Scorsese, recuperador de este trabajo y confeso admirador usó este mismo recurso en Malas Calles, donde su propia voz es quien habla a Harvey Keitel), al transformar la esquemática historia y su estilizadísima tipología en una salmodia pulp obsesiva, repetitiva, llena de motivos recurrentes (las manos frías, el nacimiento –la película comienza con el protagonista literalmente saliendo del silencio, saliendo de la oscuridad-, la facilidad de matar, …) y fijaciones que remiten tanto a una lectura no por literal menos compleja de la poética del hard-boiled, como a una especie de acercamiento a la sensibilidad europea, al dejarse impregnar de una melancolía ambiental y una abstracción -formal y dramática- abrumadoras emparentadas con lo que en la misma época estaban fraguando Jean-Pierre Melville y José Giovanni.

Allen Baron -cuya presencia física en pantalla es una mezcla granítica de Johnny Cash, George C. Scott y Robert De Niro-, pronto reciclado a realizador televisivo con créditos en la oscura pero influyente Kolchak, mezcla igualmente un estilo visual que bebe simultáneamente de la tradición del bajo presupuesto americano (conversión de las necesidades en recursos estilísticos: filmación en las calles, apartamentos opresivos, iluminación naturalista que tiene su corolario en la resolución a campo abierto: un paisaje azotado por el viento que es pura desolación en la que hombres vestido de abrigo y sombrero se persiguen hasta matarse. En cierto sentido, una decantación radical) y de un barroquismo formalista cercano a Orson Welles (memorable el plano fijo sostenido que encuadra al protagonista al fondo de una avenida larguísima. Un punto recortado contra una pared de cemento y cristal en una calle vacía q

Extraña como su ambientación navideña, gélida y electrizante a un tiempo, crónica en clave de género de una imposible huida interior, áspera y tierna como la misma ciudad. Una obra magnética de afilado lirismo, entre la manufactura y el arte, entre la crudeza y la reflexión.

Arte de Sean Phillips para la edición de The Criterion Collection
Tanto el dibujante Sean Phillips como el guionista Ed Brubaker son admiradores de la obra de Baron, aquí y aquí podeis ver unos trabajos del primero sobre la película.