No parecía probable que, tras el triunfo del año pasado con la sobrevalorada Birdman, Alejandro González Iñárritu volviera a ser igualmente protagonista también este, con candidaturas, nominaciones y premios por doquier. Está realmente al alcance de muy pocos el hecho de convertir el aplauso especializado en un elemento cotidiano. Talento no le falta.
Bien se puede afirmar que el cine de este realizador no es para todos los públicos, y esta es su seña de identidad para bien y para mal. De la misma manera que la relamida e impostada exquisitez de Birdman hizo torcer el morro a un servidor, cosas que pasan, es justo esa genialidad artística la que me ha cautivado en esta cinta opresiva sobre la fría supervivencia (en varios sentidos) con tintes de espiritualidad e introspección.
La enorme exhibición artística nos traslada hacia comienzos del siglo XIX en Norteamérica, retratando sin prisa (y puede que este parsimonioso recreamiento ególatra suponga un lastre para el conjunto) algunos de los parajes naturales más salvajemente bellos del mundo. Y no sólo te dejará el equipo con la boca abierta mostrando panorámicas fastuosas, sino que la brillantez y el virtuosismo con el que está rodado y montado el metraje convierte algunos pasajes en más que sobresalientes; pongo como ejemplo las escasísimas escenas de acción, que te transportan a momentos cúspide de la innovación en el género como el traveling con los indios de La diligencia de John Ford, palabras mayores.
Y en estas, Leonardo DiCaprio aparece puteado, perdón, maltratado, la primera palabra sale sola del alma, de principio a fin. Un explorador con afinidad hacia los indios que por cuestión de mala suerte se ve herido de muerte y abandonado por su grupo de cazadores. Pero, nunca mejor dicho, no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, el protagonista no estaba tan muerto como todos creíamos (la escena era para que lo estuviese), y tesón unido a ansia de revancha y fortaleza física y mental llevan al personaje a una odisea personal digna de una película. Podría resultar que tras tanta intentona sea el papel en el que menos habla, en el que sale cubierto de mugre y desfavorecido (ya se sabe que estas cosas gustan en Hollywood), el que le reporte el tantas veces negado reconocimiento académico. La verdad sea dicha, el actor está inmenso y sufridor a partes iguales. Y eso que sufre mucho, en un trabajo que se antoja durísimo para el actor.
Se trata en suma de una historia pequeña, casi anecdótica dentro del contexto temporal, pero interesante a la vez, y que llega hasta el espectador con un precioso lazo y en una caja grande, muy grande, en cada uno está decidir si demasiado. En lo que a mí respecta, todavía tengo las imágenes en la retina. Aún no he visto nada mejor este año que provenga de pantallas estadounidenses.
Dirección: Alejandro González Iñárritu. País: USA. Duración: 156 min. Género: Drama. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Will Poulter, Domhnall Gleeson, Lukas Haas, Paul Anderson, Kristoffer Joner, Joshua Burge, Duane Howard, Melaw Nakehk'o, Fabrice Adde, Arthur RedCloud, Christopher Rosamond, Robert Moloney, Brendan Fletcher, Tyson Wood, McCaleb Burnett. Guión: Alejandro González Iñárritu y Mark L. Smith; basado en la novela de Michael Punke. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Música: Ryuichi Sakamoto y Alva Noto. Estreno en España: 5 Febrero 2016.