Revista En Femenino

El rencor

Publicado el 30 octubre 2012 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Las personas rencorosas son como una pequeńa bomba de relojería con patas que no sabes dónde, ni cuándo, ni de qué manera va a explotar y salpicar todo con sus resentimientos y resquemores varios.
Y lo peor de todo es que, muchas veces, la inmensa mayoría de lo que guardan en esa pequeńa cajita del rencor, es algo tan nimio e insignificante que se solucionaría simplemente con un pequeńo comentario al uso y las aclaraciones o disculpas pertinentes, porque de no ser así, llegados al caso, supongo que no hablaríamos de rencor, sino de enfado, y del rechazo más absoluto.
Nunca he sido una persona rencorosa; cuando el agravio ha sido de tal importancia que considero insalvable mantener una relación con quien me lo produjo, corto directamente y sin más, y cuando no es así, y se trata de cosas de “poca monta”, suelo echármelas a la espalda, sin más, intentado ver el lado positivo, por lo que la balanza siempre se inclina a favor de todos los buenos momentos de afecto y carińo compartidos.
Mi amiga Elena siempre me dice lo mismo, que ni todos somos iguales, ni podemos esperar que las reacciones ajenas sean similares a las que nosotros mismos tendríamos en semejante situación, y es cierto. Como personas distintas que somos, es evidente que nuestros actos y comportamientos sean también diferentes, y eso es algo, que aunque nos duela, hemos de asumir.
Lo más molesto de todo es la cara de boba que se te queda cuando tras un tiempo de abrazar a quien considerabas transparente, descubres que estabais viviendo una realidad paralela y diferente, con la dosis de rencor necesaria como para que tiempo más tarde, alabado sea, salga por fin a la luz.
Contar hasta diez es una buena terapia para que algunas situaciones no se nos vayan de las manos, y mirar a nuestro alrededor, reflexionar y pensar en nuestras propias acciones, un buen ejercicio para que a veces esa pequeńa caja del rencor se vacíe, sino del todo, en buena parte, aunque lo mejor, siempre, y en mi modesta opinión, sería que no existiera.


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