Los recortes que Tsipras ha aprobado para conseguir el rescate de la Unión Europea han sido superiores a los que el pueblo griego rechazó en referéndum. Está claro que Tsipras organizó la consulta popular para salvar su poltrona de primer ministro. Si hubiera puesto en marcha a palo seco los recortes, se habría visto obligado a dimitir. Así que ideó la añagaza del referéndum para protegerse personalmente. Una hábil jugada que ahora se ve clara pero que en su inicio quedó hábilmente enmascarada. Genuflexo ante Europa, Alexis Tsipras se ha comprometido a cumplir con las exigencias comunitarias a cambio de un rescate que supera los 50.000 millones de euros. Algunos de los consejeros que rodean a Ángela Merkel han advertido que una vez el señor Tsipras se haya embolsado el dinero, remoloneará para poner en marcha los recortes anunciados y que terminará incumpliendo, al mejor estilo comunista, los compromisos contraídos. Ciertamente las autoridades europeas le someterán a severa vigilancia, cerrándole los caminos de la trapisondería. Ángela Merkel ha aceptado el acuerdo con Grecia porque se lo ha impuesto Estados Unidos. La primera potencia del mundo no quiere comprometer las estratégicas bases militares de la OTAN en Grecia, imprescindibles ante la situación de Oriente Medio
que está en llamas con los Balcanes inquietos, Siria en guerra civil, el Estado Islámico galleando. E Israel, cada vez más acosado, factor determinante en la política exterior de los Estados Unidos de América porque el lobby judío controla o influye en el 40% de la alta economía norteamericana y en el 70% de los medios de comunicación de relieve.
Ah, los 53.000 millones que va a recibir Grecia se suman a los 250.000 millones de los dos rescates que se embolsó en los últimos cinco años, más los 106.000 millones que se restaron a su deuda pública, en una quita sustanciosa. La extrema izquierda encabezada por Tsipras seguirá diciendo que el pueblo griego padece la opresión de Europa y de su líder Ángela Merkel.”
Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “El Imparcial”, (13/07/2015)
“Tsipras: Se acabó el juego
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO, en “El Mundo”, 13/07/2015
Al borde del abismo. Así es como están las cosas. Lo peor que le ha ocurrido a Alexis Tsipras no es que la situación de Grecia se haya deteriorado aceleradamente en los últimos 15 días. No. El drama del primer ministro griego es que ha perdido la confianza de quien tiene la llave para la salvación de su país: Angela Merkel.
La confianza es el único activo que un político no se puede permitir el lujo de perder. Y ahora Tsipras tiene menos crédito que su sistema bancario, que ya es decir. Es verdad que el líder de Syriza presentó el viernes en Bruselas una propuesta -con la ayuda de Francia- que parecía despertar las esperanzas de un acuerdo. Incluso, en números, lo que ofrecía era más de lo que estuvo dispuesto a aceptar el pasado 27 de junio.
Pero Tsipras cometió un grave error. En el discurso pronunciado ante el Parlamento griego, que en la madrugada del pasado sábado aprobó su plan para un tercer rescate, afirmó: "Estoy seguro de que esta semilla de democracia y de dignidad que aportamos dará sus frutos para otros pueblos de Europa". Es decir, que presentó su indisciplina, su resistencia a cumplir los compromisos adquiridos como un modelo a seguir ¡Imagínense cómo recibió Wolfgang Schäuble las palabras del mandatario heleno!
En realidad, estamos ante un dilema esencialmente político ¿Qué
significa la pertenencia al euro? Disciplina fiscal. ¿Cual es la esencia del programa de Syriza? El fin de los recortes, la negación de la disciplina fiscal. ¿Que implica formar parte de la UE? La pérdida progresiva de soberanía. ¿Cual es una de las características esenciales de la extrema izquierda griega? El nacionalismo.
Por tanto, la desconfianza en Tsipras no sólo está sustentada en su peculiar forma de negociar, sino en que el primer ministro griego no puede aceptar determinados principios sin traicionarse a sí mismo.
Y a todo ello se suma la fría realidad de los números. A los más de 50.000 millones de euros que Grecia necesita para sobrevivir, ahora se suman los casi 30.000 millones que el BCE estima como coste para sanear un sistema financiero que hasta hace 12 meses era sano y ahora está en la UVI y casi camino del cementerio.
El daño causado por el 'corralito' no sólo ha afectado a las familias, sino a los activos de la banca. El sistema financiero griego no tiene sólo un problema de liquidez, sino de solvencia. Nadie o casi nadie paga ya sus créditos. La desconfianza no sólo ha desgastado a Tsipras ante Bruselas, sino que ha horadado las bases de la endeble economía helena.
¿Habrá acuerdo?, le pregunté ayer a un alto funcionario implicado en la negociación: "Sí, pero durísimo para Grecia". Alemania -a la que respalda una mayoría de países del Eurogrupo- no quiere dejar flecos sueltos, planes sin concretar, promesas sin fechas. Ya no sólo hablamos de subidas del IVA, sino de compromisos en firme para reducir el gasto en pensiones, además de la aceptación de una reforma laboral en profundidad y de un amplio programa de privatizaciones.
Merkel, en otro tiempo partidaria de pactar con Grecia, ha llegado a la conclusión de que la forma en que se resuelva el asunto griego determinará la solidez del euro. Por ello, no está dispuesta a ceder. Hollande ha convertido el caso en un eje de su política europea. Respaldar a Grecia es para el presidente francés una forma de frenar a la todopoderosa Alemania. Pero Francia está prácticamente sola en este empeño. Sobre todo, porque nadie se fía de Tsipras.
Alemania, en efecto, se siente fuerte. Es cierto que tenía en cartera un Plan B: sacar temporalmente a Grecia del euro. La propuesta fue filtrada al 'Frankfurter Allgemeine' como una forma sutil de presión al resto de los socios del Eurogrupo. Schäuble aprieta las tuercas, hasta el punto de proponer la vuelta de los hombres de negro a Atenas.
¿Puede seguir diciendo Tsipras que ha derrotado a la Troika?…Hay quien escribe que ha ganado la Unión Europea.
Disiento.
Ha perdido Grecia.
Ha perdido Grecia por mor del empecinamiento trilero de un primer ministro determinado a aplicar el populismo neoestalinista a una nación en bancarrota y basada en esquemas caducos de capitalismo.
Recordemos por un momento las trapacerías de Tsipras, que casi parecía La Parrala, con su “sí, pero no” y su “no, pero sí”, mientras hacía todo lo contrario de lo que manifestaba.
El referéndum manipulado que organizó en Grecia sirvió para comprobar que el pueblo griego, en efecto, no quería controles extranjeros que empeorasen su ya complicada vida diaria, y que quería un gobierno fuerte y “nuevo”, cual Tsipras había prometido.
Pero ha resultado que eso del “corralito”, eso de no poder contar con el propio dinero, porque los bancos no lo tienen, es demasiado
duro como para aceptarlo, y más desde un gobernante tan demagogo y falto de rigor como el caballero en cuestión.
Y así, ha ocurrido que cuando el dinero ya no se encuentra y se pide ayuda con habilidades e ingeniosidades malentendidas, los que tienen (dinero, se entiende) han colocado la soga al cuello del gobierno griego y le han dicho que “o lo tomas, o lo tomas”, versión de aquello de que “si quieres caldo, tómate dos tazas”.
Y han aplicado un cilicio de exigencias económicas que ya veremos si algún gobierno de Grecia es capaz de ponerlo en práctica, o en unos meses llega el fin de la nación helénica en la Unión Europea y en el ámbito del euro.Dureza extrema, es cierto, pero después de la chulería de convocar un referéndumoscuro, sin avisar de ello.
Soy escéptico y más bien espero que Grecia y el euro, y tal vez Grecia y la Unión Europea se alejen. Que algo urdirá Putin
Y ahora vendrán los comentarios de los “zurdos” de buena intención, quejándose de que Europa, con Alemania a la cabeza, ha estrangulado a Grecia, sin reparar en que han sido ésta misma, su pueblo, sus gobernantes, sus magnates y su oligarquía, quienes han alimentado el forúnculo de la locura económica y del despilfarro sin medida.
Es tiempo de confianza, pero también de vigilancia, porque más pronto que tarde esta crisis falsamente cerrada reviscolará y probablemente conducirá a otro hundimiento general del estado de bienestar.
Ojalá Tsipras y sus Shyrizas se vayan pronto del poder, para evitar que el “redentor” Pablo Iglesias se crea que a su “Podemos” se le puede sustituir la “P” por una “Jota”.
“El dinero que se tiene es instrumento de libertad, el que se busca lo es de servidumbre” Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA