Cada uno trata de ser feliz a su manera y algunos muerden más de lo que pueden masticar. Cuando en 1990 el “caso Naseiro” llegó al Tribunal Supremo y se ordenó la destrucción de las escuchas realizadas a un tal Rosendo, Ángel Sanchis Perales y Pedro Agramunt, el Partido Popular que presidía, bajo la luz celestial, José María Aznar, quedo libre de ser investigado por financiación ilegal a pesar de que en esas grabaciones Vicente Sanz, presidente de la Diputación de Valencia dijera aquello de “Estoy en la política para forrarme”.
Y así se quedaron, forrados, pero “respetando” mucho a la Justicia que tan lisonjeramente los había tratado.
Años más tarde, en febrero de 2009 se destapó el “caso Gurtel” que incidía en lo mismo que se había archivado, es decir la financiación ilegal de un partido y el forramiento. El caso fue instruido inicialmente por el entonces juez de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, hasta que fue separado del caso tras haber sido condenado en febrero de 2012 a 11 años de inhabilitación profesional, también por “escuchas” ilegales. Lo “legal” era el forramiento. Siguieron y siguen “respetando a la Justicia” que inhabilita no a los ladrones sino al juez.
Desde el 2012 el juez Ruz hace una instrucción “a medida” del “caso Bárcenas”, que como no, corresponden también a la financiación ilícita, la caja B y el forramiento de los mismos de los anteriores casos, y cuando utiliza una información de la policía que asevera la existencia de una contabilidad B, le llueven las hostias de los “respetadores”, que respetan tanto que sólo respetan lo que les interesa.
En el 2010 se inicia, como una pieza separada del “caso Palma Arena” el llamado “caso Noos” en que el juez Castro imputa cargos por malversación, fraude, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales al yerno del Rey, Iñaki Urdangarín y a la propia Infanta Cristina.
Cuando en marzo de 2013, Castro decide imputar a la Infanta, una orquestada reacción de la Casa Real, Fiscalía, Abogacía del Estado y medios informativos afines al forramiento y al “respeto” a la Justicia dirigen sus diatribas contra un juez que en treinta años de carrera ha mostrado una rectitud y cuidado extraordinario en todas sus instrucciones y actuaciones. Es una muestra más del “respecto”.
Ayer, el periódico -o lo que sea- “La Razón” tildaba al juez de “castrista”.
En este corral estamos. Hay más de mil casos de cargos públicos imputados, procesados o condenados por corrupción. La mayoría del Partido Popular. La Fiscalía del Estado se dedica a hacer de abogado defensor de casi todos, utilizando en su encendida defensa el dinero de todos. No se ha abierto una “causa general”, más que justificada contra quien de manera tan abrumadoramente indiciaria se ha financiado, forrado y lucrado ilegalmente la Justicia es una costosa burla a mayor gloria de la Casa Real, el Partido del Gobierno y chorizos de esa matanza.
Y todavía tienen el humor de decirnos en un mensaje de Navidad que “la Justicia es igual para todos”. Pero como decía el cerdo de “Rebelión en la granja” de Orwell, “algunos son más iguales que otros”.
Hoy termino con una muestra del folclore popular. Unas peteneras.
PETENERAS DEL “RESPETO” A LA JUSTICIA
“Al píe de un árbol sin fruto,
me puse a considerar
la cantidad de presiones
que el juez Castro ha tenío
para poder imputar.
Esta partía mangantes
dice mucho “respetar”
a la Justicia y las Leyes,
dice mucho respetar,
pero sólo la “respetan”
cuando los dejan robar.
Esta partía mangantes…
Esta partía mangantes…
¡Viven en la impunidad!”