El reto de esta semana estaba basado en el cuadro Monos fumadores y bebedores de David Teniers.
Y ahora os dejo con este relato de Adelina GN.
Aspiraba del cigarrillo y a cada calada sentía entrar el humo en mis adentros.
El pecho me ardía, la cabeza parecía que quería reventar, pero yo seguía sin poder abrir los ojos.
Seguramente cargamos en demasía aquellos pitillos que Borja, trajo de casa de su amigo Luis, todo fue un despropósito, comimos mucho y bebimos, mucho más.
Ahora eran los ojos, quemaban igual que dos bolas de fuego, qué me pasaba, los párpados pesaban, pero poco a poco los iba moviendo mejor.
Parpadeé un par de veces seguidas, y los abrí de golpe y como platos.
-¿Cómo? -¡no podía creer lo que estaba viendo, no podía ser verdad!
Miré mis manos y eran de un aspecto animal, volví a abrir y cerrar los ojos, con la incredulidad de ver lo que estaba viendo.
Borja, seguía sosteniendo en su mano uno de aquellos infernales cigarrillos, Iván dormía sobre un taburete casi a su lado, así cada uno de mis amigos se mostraban con un aspecto de primate. Disfrazados con aquellas vestiduras difíciles de describir aún estando sereno.
Lo que me sorprendió fueron sus risas y que ellos no estaban nada extrañados de verse con aquellas guisas.
Para mí fue una terrible experiencia, pues os cuento...
Sentados en la mesa, seguían Eric y Javier, con sus manos entrelazadas y haciéndose arrumacos. Intentar imaginar que mis amigos y yo, habíamos participado de aquella orgía animal, me provocaba una satisfacción mucho más placentera de lo que me hubiese imaginado unas horas antes.
¡Y Fer! ¡Brindaba mirándome con una gran sonrisa! Dios, que gran despropósito aquel podría llegar a ser, si nuestras mujeres llegarán a descubrir nuestra fiesta de hombres.
No lo hubiese soñado jamás, nosotros, -señor qué llevaría el maldito tabaco que fumamos...
Fuese lo que fuese nuestro protagonista parecía haber pasado unas buenas horas, sus amigos también, pero, bueno ellos estaban cada cual a otros menesteres. Aún quedaban dos de ellos, creo haber escuchado que Pol los llamaba por su nombre mientras se preguntaba qué es lo que estaban haciendo.
Decía así: Héctor, allí escondido al fondo de la habitación, no sé muy bien qué está haciendo y Marcos, agachado con un plato de servir.
Así es, los nombró a todos, y a todos los veía con aquellas vestimentas típicas de siglos pasados y reunidos alrededor de una mesa de una cantina medieval.
Pero no sabía el motivo, así que decidió averiguarlo...
-Iré al baño, un buen lavado de cara debe aclarar mi visión y preguntarles que está ocurriendo.
Pol, comenzó a andar por el pasillo casi arrastrándose, moviéndose igual que los monos, al pasar por la ventana se vio reflejado en el cristal y se tapó la boca para no gritar.
El miedo iba apoderándose de él, llegó al baño y cerró la puerta de golpe, mirándose en el espejo no daba crédito a su aspecto.
-¡Soy un simio!
El pánico se le apoderó y corrió de nuevo hacía el salón, sin mirar a sus amigos, Pol, cogió las llaves de su coche para marcharse. Una vez en la puerta Borja lo llamó...
-¡Pol, dónde vas tío!
Pol no quería volver la cabeza y contemplar otra vez la horrible escena, pero fue esta vez Fer, quien gritase su nombre.
-¡Ni se te ocurra irte macho te toca a ti hacer el porro!
Pol, en aquel momento comenzó a vocear como un energúmeno, no podía parar de despotricar, en contra de sus amigos, andando hacia el salón volviendo sobre sus propios pasos y saliendo de la oscuridad que presentaba aquella parte de la casa...
-¡Sois unos insensatos! ¿No veis en lo que nos hemos convertido? Les decía mientras se acercaba a ellos...
Sorprendido al ver que sus amigos estaban en perfecto estado y con la misma normalidad que en cualquier otra fiesta anterior. Bebiendo y jugando a las cartas, mientras, eso sí, fumaban el cigarrillo de la risa.
-¿Dónde ibas? Le dijo uno de ellos.
-¿Marcos, tú? Balbuceaba Pol.
-¿Yo, qué? Anda ven y siéntate, que tienes mala cara. Le tiró del brazo y se lo llevó hasta el otro lado de la mesa donde él estaba, ofreciéndole una cerveza.
La que al empinar le dejó ver un cuadro que adornaba la pared de la recién estrenada casa de su amigo.
El cual cuando entraron se quedó observando por ser una gran obra de arte que su amigo Borja, le explicó que se titulaba: Monos fumadores y bebedores de David Teniers.
Sin duda no hay que pensar mucho más, luego, el cigarro y la bebida harían el resto.
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