Lo has conseguido. Después de dos días de descartar, tirar, regalar, donar y vender tus trastos tu casa está más ligera. Las estanterías ya no están tan desbordadas, los armarios empotrados ahora son accesibles. Has avanzado, sin duda. Y aún así, parece aún no has acabado.
Estás agotada de tantas decisiones: ¿Cuándo fue la última vez que lo utilizo? ¿Me lo quedo? ¿No me lo quedo? ¿Si no me lo quedo, cómo me deshago de ello? Simplificar tu casa te exige mucho. Por fuera parece que sólo estás moviendo objetos de un lugar al otro, pero de dentro estás haciendo un trabajo impresionante de descubrir y reforzar tus valores.
¿Por qué, entonces, es tan difícil mantener el orden en tu casa a largo plazo?
Lo que aún queda en tu casa...
Por mucho tiempo que hayas dedicado a sacar trastos de ti casa, es probable que queden cosas. Quizás tu pareja haya utilizado su derecho a voto para que volvieras a guardar aquellas maletas que jamás se han utilizado. Tal vez fuiste tu misma que no pudo despedirse de los patines (por si te apetece usarlas este verano) o de un bolso que te costó muy caro (por si encuentras ocasión para utilizarlo). O a lo mejor decidiste vender algunas cosas online, y mientras tanto ocupan espacio en tu entorno y en tu mente.
Lo que aún no ha entrado en tu casa...
Después de un fin de semana de sacar trastos, tu casa respira más ligera. Has abierto espacios que antes no existían - espacios que culturalmente tu cerebro querrá llenar. Ya no puedes recurrir a los argumentos "no hay espacio" y "ya tengo uno".
A partir de este momento el enemigo número uno no son los regalos o recuerdos que te traen los demás. Para mantener el orden, el gran reto serán las ofertas del día, los precios irresistibles, la diversión de salir a comprar con las amigas, el descubrimiento de lo nuevo. El orden de tu casa depende directamente de las decisiones que tomas en estos momentos, haciendo uso de tu derecho de admisión frente a todos los cacharros que quieren acampar en tu casa.
¿Qué me aporta este cacharro?
La pregunta clave para mantener el orden más allá del primer fin de semana es:
¿Para qué lo quiero?
Esta pregunta es la pieza que le faltaba a todas las demás estrategias que a lo mejor ya venías utilizando: la l ista de espera de los 30 días, el Proyecto 333 (que postpone toda compra a la próxima temporada), la práctica del entra uno - sale uno y el aviso personalizado escrito en tu tarjeta de crédito.
Después de 30 días, si aún lo quieres: ¿para qué lo quieres? ¿cómo lo utilizarás? ¿en qué momento? ¿con quién?
Cuando cambias a una nueva temporada del Proyecto 333: ¿para qué quieres la nueva prenda? ¿en qué momento la utilizarás? ¿con qué otras prendas la combinarás?
A la hora de cambiar una cosa por otra: ¿para qué quieres el nuevo modelo? ¿qué hará diferente? ¿cómo aprovecharás estas nuevas opciones?
Sacar lo superfluo de tu casa es el primer paso. El segundo paso será analizar regularmente de donde viene todo lo nuevo - y practicar a reconocer lo esencial para ignorar el resto.
¿Qué te aporta este cacharro?