Revista Deportes

El retorno del besuqueador de Jerez

Por Antoniodiaz
El retorno del besuqueador de JerezPues ha vuelto porque lo ponen los mismos que colocan a Javier Conde, Picazo o Pedro, `El Capeíta´ .

Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Isidrada. Vigésima de Feria. Lleno. Toros de Samuel Flores para Juan José Padilla, Luis Miguel Encabo e Iván García.


Será cosa de los hematócritos, que andan justitos de codicia; de los glóbulos rojos, que llevan medio metro de lengua fuera; de la hemoglobina, que acusa las querencias; o los glóbulos blancos, que han mutado a glóbulos artistas, el caso es que la sangre de los samueles está como está, tan baja de castita y de fuerzas que van a terminar por pedirlos Morante, Cayetano y El Juli para poner garapullos sobre tresillos isabelinos y mecedoras de la abuela. Toros bien presentados, algo vareados algunos, pero bien aviaos de lo suyo. El cuarto, que llegó algo más entero al último tercio, tuvo alguna posibilidad por el pitón izquierdo. Lo demás, nada de nada. En El Palomar tiene que haber muflones con más celo que los vacos cornalones que se han traído esta tarde.
El ciclón de Jérez, que venía en acto de constricción y penitencia, no ha sido peor que la mayoría de los que han pisado esta plaza en los últimos años, lo que tampoco es suficiente para encumbrarlo como torero de ferias. Tiene su público, que cada día se parece más al del coso venteño, y tiene su tauromaquia, más parecida al rodeo americano que al arte de Cúchares. Pero lo que no tiene, es que pisar el ruedo venteño, demasiado grande, y no me refiero a la medida geométrica, para una caricatura de torero. Sorteó, hoy sí, un primero medio inválido, muy protestado, debió de ser devuelto por el usía, que hoy tampoco estaba por la labor de defender a nadie que no sea la mano del amo. Su labor careció de importancia, con mucho pase suelto por allí, por aquí, ahora ayudándome con la simulada, ahora sin ella, a pelo; tan despegado que entre el samuel y el ciclón cabía su amigo Morante con la silla y el juanpedro. Con el cuarto, boyar y flojucho, dió algún muletazo por el lado izquierdo -torear al natural es otra cosa- templadito y relajado, casi parecía torero. Tres series, muy jadeadas por parte de la concurrencia, y un navajazo en los sótanos le valieron para que le pidieran una oreja que hubiera sido más polémica y recordada que el rabo de Palomo Linares.
El madrileño Encabo, que no es ciclón pero sí torero, al que le hemos visto en batallas duras, algunas perdidas, otras ganadas, siendo uno de los pocos lidiadores que quedan -o quedaban- en el escalafón, ha vuelto a dejar muchísimas dudas. Irreconocible. Y bien que le duele al aficionado que un coletudo de la dimensión que se le vislumbraba al madrileño se quede en agua de borrajas. Inseguro toda la tarde, con más sombras que luces, inoperante con las armas toricidas, siempre a merced de sus dos bueyes. En su descargo cabe decir que su lote no había por donde cogerlo, y que posiblemente, el quinto estaba reparado de la vista. Pero no deja de ser una excusa para un torero que tiene que recapacitar sobre su futuro. El año pasado se quedó en las cinco corridas. Nubes negras en el horizonte.
A Iván García le ha tocado el gordo, por amiguismo, taurinismo o lo que sea, nos lo quieren colocar como figura en ciernes. Una corrida en este país el año pasado y cinco entre México y Colombia, más el advenimiento para la causa del maestro Campuzano y ya tenemos otra futura promesa que no dejará, como César Jiménez o Tejela, de ser juguete roto, si es que llega a juguete. Es de ley decir que dio muchos pases pero en ninguno dijo nada, teniendo dos animales enfrente -no digo otra vez boyares y descastados por no volver a escribir lo mismo- que le hubieran permitido dar algunos lances más enjundiosos. No llegará a nada ni juntándolo con Mourinho.

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