Uno de mis primeros reveses, por decirlo de alguna forma, lo experimenté al finalizar el tercero de secundaria, cuando los curitas del centro educativo parroquial Santísima Trinidad decidieron por unanimidad echarme de sus aulas y de sus almas, claro está, tras haber dejado allí todos mis años primariosos (léase primorosos), mensualidades puntualmente pagadas por mi viejo y aceptado con obediencia y espíritu mártir, casi a ritmo de experiencia religiosa y mística todos los golpes y maltratos inquisidores que buscaron exorcizar esa libertad que algunos solíamos demostrar en momentos de cambios sociales que se nos venían asomando.
Sin embargo, estoy usando la cuarta acepción que propone RAE para la palabra revés: infortunio, desgracia o contratiempo, pero tras ese revés, me di con una realidad que hasta esos 14 o 15 años habían permanecido en el oscurantismo medieval de las enseñanzas recibidas en esas aulas y fue esa espalda o parte opuesta a algo (1ra acepción de RAE a la palabra revés) la que vino a darme ese obligatorio cambio de escenario escolar, el abandonar del todo ese ritmo de confesión confesa y adolorida que solo posee un adolescente temeroso de sus primeras masturbaciones, y virar a una educación laica, y para serles sincero, algo que me dio una nueva perspectiva del mundo: mixta, durante esos 14 años mi mundo fue de varones, patriarcal, fálico.
Ahora, si a esto le sumamos que el nuevo centro educativo en el cual permitieron mi ingreso (nadie aceptaba mi postulación por la tacha conductual que se encargaron de colocar los curitas, una suerte de letra escarlata para la época) se bautizó como Leonardo da Vinci, maestro precursor humanista: matemático, pintor, poliglota, escultor, anatomista, arquitecto, gay, filósofo, músico, poeta, zurdo y un largo etcétera, pasamos de una Santísima Trinidad: triada medieval teocéntrica, de apagón mental para la humanidad (hasta hoy, varios la ostentan de manera peligrosa) de feudales ideas y prohibición a la verdadera libertad humana a un parto de luz como fue el Humanismo, escalón esencial al Renacimiento, ese renacer "renecere" ese antropocentrismo que olvida al héroe irracional que es capaz de brindar su vida por un dios comercial y una iglesia mucho peor a un antihéroe más simpático y humano, más creíble, más cercano: Sófocles ya lo había acercado con su Edipo.
Entonces, ese revés como infortunio o desgracia no lo resultó del todo ya que permitió el descubrir esa parte opuesta que ciertos sistemas de enseñanza se prestan en mantener oculta, ya sea por convicciones religiosas o conveniencias ideológicas (aunque a estas alturas de mi vida, dudo que esos "profesores" llegarán a esas máximas del pensar).
La historia del revés en el pensamiento ya tiene larga data, claro, entendiendo que cada época se encargará de defender su idea, o sea, su derecho, anverso, cara, haz. Platón lo postuló con su matemática y Aristóteles con su biología, para luego los cristianos hacerlo con su escolástica y luego los renacentistas con sus bases humanísticas y luego vendrán barrocos con sus hiperbólicas ideas para nuevamente retozar en pensamientos ilustrados que retomaron lo greco latino. Todo resumido a "Para que aparezca un movimiento artístico tendrá que tumbarse al anterior", aunque algunos hablan de la movida romántica como ese primer momento, que con claridad, postulan que los principios no son verdades objetivas ni permanentes sino inventos del hombre. Isaiah Berlín escribía que gracias a estas visiones románticas el mundo se puso al revés: relativismo y multiculturalismo.
Heidegger y Hegel coinciden: la filosofía es el revés del mundo, el mundo visto en imagen invertida o por la otra parte. La filosofía invierte el mundo, ve al mundo al revés porque rompe con los esquemas de representación de la sana razón humana, de la experiencia sensible a la que está acostumbrado el hombre. El ciudadano normal y corriente... Ante esto, la escuela debe tomar un papel preponderante, entender que sin un cambio, ese golpe que se da con la mano vuelta (2da y 3ra acepción de RAE a la palabra revés) y revuelta sumaría yo, no hay crecimiento, no hay cuestionamiento, y de esto se trata una Educación al revés, y al derecho también.
La crisis sanitaria 2020-2021, y muy probablemente 2022 nos sitúa ante un nuevo escenario en el sector educación (aunque algunos ya venían haciendo algunos pininos virtuales), las nuevas formas de acercar el conocimiento (zoom, teams, etc), plataformas como canvas, moodle, one faculty y otras intentan cubrir ese revés que no había sido visionado del todo (salvo dignas excepciones) esa negación, incluso institucional, profesional, alumnos, de padres de familia ha quedado relegada a una apertura, tal vez aun con fuertes dosis de escepticismo, de desgano, pero que poco a poco se va abriendo paso ante lo que es inminente: ese revés que nunca quisimos ver o que en muchas oportunidades es mejor dejarlo allí, sin mirar tanto, de lejitos, en la comodidad del no hacer nada.
La idea del revés no es nueva, habita en nosotros, desde nuestras dicotomías más feroces y humanas: el bueno-el malo, el yin-yang, el negro-el blanco, el idealismo-el materialismo, la realidad-la ficción, el eros-thanatos siempre anduvieron por allí, por detrás de nosotros, al acecho. Creo que ya es tiempo de no darle la espalda.