En mis tiempos, cuando no había teléfono en casa, íbamos a la cabina del pueblo y había que hacer cola para utilizarlo. Después, vino el teléfono a casa. El acabose, oigan. Y ahora, con los móviles, la cosa se ha salido de madre. Y con los Smartphones, iPhones y esas cosas, ya ni os cuento. Pero, ¿para qué lo usáis? Porque en mi tiempo, el teléfono, para llamar, y punto. Ahora… Ahora hay cada cosa por ahí…
Porque es eso. Que hay mucha tontería. A mí me enseñaron que las cosas se usan para lo que se fabricaron. Y si el teléfono lo diseñaron para hablar y llamar a la gente, por algo será. Pero con esto de los Smartphones, y sobre todo con el dichoso iPhone, se usa para todo menos para lo que vale, para llamar. Porque, ¿cuántos de vosotros lo usáis para llamar? ¿Y para lo que no es hablar por teléfono, mandar un mensaje o un ‘guasap’ de esos?
Que yo he llegado a ver hasta regalar condones a través del iPhone. Que sí, que sí, que eso lo hizo el Ayuntamiento de Nueva York –estos americanos…- y la liaron parda. Todos como locos el día de San Valentín –no se les ocurrió otro día, no- buscando a través de una app de esas los lugares donde los regalaban. ¿Alguno llamaría ese día para algo que no fuera darle uso al regalico?
Y luego… En fin, los frikis. Que si para fregar los platos –que sí, que sí, que no os estoy tomando el pelo. Todo lo que voy a contar, además de este uso, lo podéis ver aquí-, de lápida funeraria, colgado en la solapa para identificarte ante los demás, como tabla para cortar el embutido o para comer el pescado crudo ese que tanto gusta a los japoneses y a más gente… ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Menos mal que, afortunadamente, hay usos menos prosaicos y más útiles para la sociedad. Como ayudar a personas ciegas. Que no está nada mal. Usos que son disculpables, porque al menos son útiles.
Y ahora, vosotros, ¿para qué usáis el iPhone? ¡Me encantaría saberlo!
Y ya sabéis, si os decidís a asegurarlo, por lo que pueda pasar, aquí está vuestro amigo Argimiro, el Garantizador.